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SPANISHJANUARY 2, 2012, 10:07 A.M. ET
La disciplina a larga distancia de la madre tigresa
Por AMY CHUA
Mucha gente me pregunta si aún soy la "mamá tigre" de mi hija mayor, Sophia, ahora que está en la universidad. ¿Impido a la distancia que se quede a dormir en casas de amigos?, ¿le impongo remotamente un régimen de estudio para hacer sus deberes?, ¿vigilo sus clases de piano por medio de Skype y me aseguro de que jamás vea televisión o juegue en la computadora?
En realidad, es todo lo contrario. Mi esposo y yo somos los padres de estudiantes universitarios menos entrometidos que conocemos. Nunca le preguntamos a Sophia en qué curso se concentrará o qué hace en la noche, y sin querer se nos olvidó visitarla el fin de semana en que la universidad invita a los padres. Cuando recibimos algunos mensajes de texto en los que se notaba su tensión por los exámenes finales, le dijimos que se relajara, que hiciera lo que acostumbraba, y que todo saldría bien. Y así fue.
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La clave para criar hijos como una tigresa consiste en educarlos desde muy temprano, y es mayormente efectivo entre, digamos, los 5 y los 12 años. Cuando se practica correctamente, la educación estricta puede producir jóvenes que son más osados e independientes. En esencia, ese tipo de crianza presupone fortaleza, no debilidad, en los muchachos. En cambio, lo que llamo la crianza desde el helicóptero consiste en padres, habitualmente madres, que sobrevuelan sobre sus hijos y los protegen, cargando sus mochilas y rescatándolos, posiblemente durante toda su vida.
He sido el blanco de numerosas críticas en los últimos 12 meses por describir con franqueza la forma en que crié a mis hijas. Pero lo que más me molesta es la acusación de que la educación que propongo produce robots y autómatas dóciles. Esto simplemente demuestra la incomprensión de mi mensaje.
EL manifiesto de la madre tigresa
Por qué las madres chinas son superiores
He aquí un ejemplo de verdadera educación a lo tigre. Cuando tenía 15 años, mi padre, profesor de teoría del caos en la Universidad de California en Berkeley, llevó a toda la familia a Europa para su año sabático. Durante un semestre, nos matriculó a mí y a mis hermanas en una escuela pública de Múnich.
Cuando le dije que no hablábamos ni una gota de alemán y que no entendíamos a los profesores, me dijo que buscara libros de idiomas en la biblioteca, y me recordó que las matemáticas y las ciencias empleaban símbolos universales. "Esta es una oportunidad", me explicó. "Aprovéchala al máximo". Terminó siendo uno de los mejores años de mi vida.
El objetivo es criar niños independientes, creativos y valientes. Existe una peligrosa tendencia a idealizar la creatividad de una manera que puede socavarla. Piense, por ejemplo, en toda la gente que toma los ejemplos de Steve Jobs y Mark Zuckerberg y concluye que el secreto de la innovación es abandonar los estudios universitarios. De hecho, ambos empresarios son ejemplos de trabajo duro, ímpetu y resistencia extraordinarios frente al fracaso, exactamente las cualidades que la educación de tigres busca promover. Lo que Jobs y Zuckerberg nos enseñan es que deberíamos aplicar esas virtudes a algo que nos apasione.
Pero uno no puede inventar Google, Facebook o el iPod a menos que domine lo básico, esté dispuesto a trabajar largas horas y se levante del suelo cuando la vida lo ha golpeado 10 veces.
Para la mayoría de los jóvenes, la universidad es la primera ocasión en que están verdaderamente solos. Los padres tigres preparan a los hijos precisamente para ese momento. Para quienes están acostumbrados a oír, "¡Eres fantástico, eso es excelente!" en respuesta a cualquier cosa que hagan, puede ser un sacudón bastante fuerte fallar en algo. Los cachorros de tigres, en cambio, suelen ser resistentes. Los fortalece saber que no necesitan ser brillantes para tener éxito, que el trabajo duro puede remediar casi cualquier cosa.
Recuerdo mi propio despertar brusco cuando llegué a la universidad. En mi primera clase, el profesor comenzó a hablar sobre la Guerra del Peloponeso. Todos los demás parecían saber de qué hablaba, pero yo nunca había oído hablar de ella. En mi primera clase de escritura expositiva, no saqué la nota máxima en mi primer ensayo. No me amilané y me dediqué de lleno a mi tarea siguiente, estudiando a toda hora, y saqué una peor nota. Fue un año difícil, pero seguí aguantando, tratando diferentes estrategias hasta que le tomé el ritmo.
Cuando nuestros hijos van a la universidad, queremos que tengan la confianza, el buen juicio y la fortaleza para cuidarse. Incluso quienes critican mi modalidad de crianza probablemente reconocerán que, al cabo de años de arduo entrenamiento y disciplina, los cachorros de tigres son buenos para concentrarse y hacer su trabajo. Si se inculca desde temprano, estas destrezas también los ayudan a evitar la desesperación de la preparación para la universidad que traumatiza a tantas familias.
Pero uno de los golpes más grandes contra la crianza de padres tigres es que supuestamente produce hijos sin capacidad de iniciativa o social. Esto podría ser cierto en China, donde mucho del sistema educativo aún es severo, autoritario y basado en la memorización. Pero definitivamente no es cierto en Occidente, donde la educación de tigres se hace en el contexto de una sociedad —o, en mi caso, en un hogar, gracias a mi esposo— que celebra la irreverencia, la independencia, el humor y el pensamiento no convencional.
Muchos padres hoy están aterrados de que algo que les digan a sus hijos podría hacer que "se sientan mal". Pero si han hecho algo mal, deberían sentirse mal. Los niños con sentido de responsabilidad, que saben cuándo experimentar gratitud y humildad, podrán navegar mejor las fluctuaciones sociales de la universidad.
Para mí, la crianza de padres tigres, en última instancia, no se trata de logros, sino de enseñar a los hijos de que son capaces de mucho más de lo que creen. Si no se dan por vencidos, no dan excusas y se imponen pautas rigurosas, pueden hacer lo que quieran en la vida, superar cualquier barrera y nunca tener que preocuparse de lo que diga el resto
—Amy Chua es la Profesora John M. Duff Jr. de Derecho en Yale. Sus libros incluyen "Battle Hymn of the Tiger Mother", algo así como Himno de batalla de la mamá tigresa".