por admin » Mié Dic 07, 2011 3:34 am
Estimados líderes de la UE: no metan la pata
Las reuniones del jueves y el viernes deben poner punto final al melodrama europeo
Por FRANCESCO GUERRERA
Estimado señor Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo:
Me llamo "Mercado" y el propósito de esta misiva es hablar de la crisis que aflige a la Unión Europea. Le agradecería enormemente que pudiera compartir sus contenidos con la canciller Angela Merkel, el presidente Nicolas Sarkozy y el primer ministro Mario Monti.
La reunión del BCE y la cumbre de la UE fijadas para el jueves y el viernes determinarán el curso futuro de la unión monetaria europea. Mis amigos y yo —usted nos conoce por nuestro nombre colectivo de "inversionistas"— consideramos que dos años de dilaciones, oportunidades perdidas y falsos amaneceres han desembocado en una situación binaria. O Europa hace frente a sus problemas esta semana o corre el riesgo de que se produzca un desmantelamiento de la zona euro y una recesión global.
Agence France-Presse/Getty Images
Mario Draghi, titular del Banco Central Europeo, presidirá una reunión clave para el futuro del bloque monetario.
Tal vez, como han sugerido algunos, esta situación donde todo está en juego sea exactamente lo que pretendían el BCE y Alemania, el país que probablemente tenga que pagar la cuenta por los excesos europeos. Sólo al dejar a Europa al borde del abismo, señalan estos observadores, pueden el BCE y los alemanes justificar un paquete de rescate prohibitivo.
Entienda, señor Draghi, que no soy ajeno al razonamiento perverso e irracional, soy después de todo el mercado. Pero esta lógica me deja algo perplejo. Me parece que jugar esta especie de ruleta rusa con el mayor bloque económico del mundo no es lo que la UE debería estar haciendo. ¿Qué pasa si se equivocan con los tiempos y los inversionistas pierden la paciencia antes de que ustedes puedan aunar los numerosos intereses en conflicto de la UE en una solución coherente y viable?
Lo que hemos visto en las últimas semanas, cuando subieron los rendimientos de los bonos italianos, franceses e incluso alemanes, y los bancos europeos tuvieron dificultades para financiar sus operaciones, fue sólo un adelanto de la película de terror que protagonizaríamos después de una falla de cálculo tan garrafal.
Esta es la razón por la que las reuniones del jueves y el viernes deben poner punto final al melodrama europeo. Lo importante es enviar el mensaje adecuado. La combinación que ha sido telegrafiada en los últimos días —una integración fiscal más estrecha bajo supervisión alemana acompañada de la promesa de intervención del BCE para mantener a raya los rendimientos de los bonos— puede funcionar, siempre y cuando mis amigos inversionistas y yo así lo creamos.
Permítame explicarme.
El historial europeo a la hora de hacer cumplir la disciplina fiscal tiene la misma solidez que las promesas de fidelidad eterna de Charlie Sheen. De manera que decir simplemente que, de aquí en adelante, los países de la UE que no se ciñan a la disciplina fiscal serán castigados no es suficiente.
La historia europea, asimismo, podría generar otras complicaciones. Si Berlín asume el papel de juez para detectar y castigar a los países derrochadores, a algunos no les gustaría mucho la idea de someter su soberanía fiscal a la opinión de los alemanes. En realidad, invocar el nombre de Alemania como guardián de cualquier acuerdo tampoco podría tranquilizar los nervios de los inversionistas.
Si la memoria no me falla, en 2003 Alemania y Francia fueron los que violaron el "Pacto de Estabilidad y Crecimiento", como se conoce a las normas económicas que gobiernan al bloque. Ambos países no recibieron sanción alguna.
En cuanto a la segunda parte del plan —la intervención del BCE en los mercados de bonos— me veo obligado a decirle que la institución que preside está en una situación un poco engorrosa. Sólo una promesa del BCE de comprar bonos de países de la UE en problemas durante el tiempo que sea necesario convencerá a los mercados de que está emprendiendo acciones drásticas. Pero es, precisamente, esa garantía la que Merkel y otros quieren evitar por temor a sus costos políticos y financieros.
La verdad es que los inversionistas no regresarán a los mercados europeos de acciones y bonos hasta que se convenzan de que el euro no colapsará. El riesgo de ahogarse es tan alto que muy pocos tienen la valentía de mojarse los pies.
Ahora que se aproximan reuniones cruciales, Sr. Draghi, parece apropiado recordarle a usted y sus colegas la exhortación que reciben quienes pasan a integrar las filas del banco de inversión Goldman Sachs, su alma mater: "no metan la pata".
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