por admin » Vie Ene 24, 2014 8:18 am
El derrumbe del peso argentino genera preocupación sobre una crisis cambiaria
BUENOS AIRES—El banco central de Argentina abandonó el jueves el estrecho control que ejerce sobre la cotización del peso y decidió permitir que su valor fuera determinado por las leyes de la oferta y la demanda, al menos brevemente. El resultado no fue nada alentador: el desplome de la divisa obligó al banco central a intervenir en el mercado y generó temores de que la segunda economía de Sudamérica podría sufrir una crisis cambiaria.
La cotización del peso, que habitualmente es muy regulado, experimentó violentas oscilaciones el jueves. Tras abrir a 7,14 unidades por dólar cayó a 8,50, un derrumbe que provocó la intervención del banco central, que salió a vender dólares para frenar el descenso. Eso ayudó a que la moneda argentina se fortaleciera y cerrara a 7,75 por dólar, según el mercado mayorista de divisas MAE en Buenos Aires. La baja de 8% fue la mayor pérdida del peso en una jornada desde la crisis cambiaria de 2002. La divisa acumula un declive de casi 19% contra el dólar en lo que va del año. El descenso es más pronunciado en el mercado negro.
"El mercado explota", dijo Francisco Díaz Mayer, un operador de divisas de ABC Mercado de Cambios.
La decisión, que muchos economistas interpretaron como una devaluación de facto, constituye una arriesgada apuesta del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para aliviar la presión sobre el peso y frenar un pronunciado descenso en las reservas en moneda extranjera que el banco central ha estado usando para comprar la divisa a precios fijos, que son mucho más altos que los del mercado negro.
Argentina sufre una escasez de dólares. Las reservas del banco central cayeron a US$29.000 millones a comienzos de año comparadas con US$52.000 millones en 2011. En los últimos días, el banco central ha estado gastando cerca de US$100 millones al día en su esfuerzo por defender el peso, dijo Elena Castro, vicepresidenta de renta variable para Europa Occidental y América Latina de la corredora especializada en mercados emergentes Auerbach Grayson.
Bloomberg
Jorge Capitanich, el jefe de gabinete del gobierno de la presidenta Fernández de Kirchner, sugirió el jueves que el gobierno había optado por no intervenir en el mercado de divisas. "No ha sido una devaluación inducida por el Estado", aseveró. "Para aquellos amantes del libre mercado, la oferta y demanda de divisas es la que se expresó en el mercado de cambio".
Al contrario de lo que ocurre en otros países, el banco central argentino no es independiente y la presidenta puede contratar o despedir a su presidente cuando estime conveniente.
El experimento de libre mercado duró poco. La caída del peso que arrancó el miércoles en la tarde se desbocó en la mañana del jueves, obligando al banco central a intervenir. El banco central gastó unos US$100 millones para defender el peso, indicó una fuente cercana.
Pocos economistas esperan que la decisión le quite presión al peso, debido principalmente a que el debilitamiento de la moneda podría generar tensiones inflacionarias al encarecer las importaciones y llevar a los argentinos comunes y corrientes a tratar de sacar su dinero del país como sea posible.
"La cuestión económica es si la devaluación incentiva una alza en los precios que lleva a más tensiones sociales. Las negociaciones salariales comenzarán pronto y la cuestión es qué cifra pedirán los sindicatos y es probable que eso va a crear problemas políticos y sociales", señaló Carlos De Angelis, sociólogo y profesor de ciencias sociales en la Universidad de Buenos Aires.
Otra señal de que el tiro les podría salir por la culata fue la respuesta del mercado negro, donde el peso cayó a 13,1 frente a 12,2 al principio de la sesión, lo que sugiere que la tasa oficial sigue sobrevalorando la moneda.
"Seguimos previendo que la moneda seguirá bajo presión y es probable que esto alimente una crisis más amplia de deuda y/o cambiaria en Argentina en algún momento, posiblemente este año", dijeron estrategas de Brown Brothers Harriman en un informe titulado Argentina: de mal en peor.
El peso fue una de las monedas de los mercados emergentes que se vieron vapuleadas el jueves, después de que la debilidad de los últimos indicadores económicos de China intensificaran las dudas acerca de la capacidad de las economías en desarrollo para salir bien parados del fin de las políticas expansivas de crédito, impuestas por los principales bancos centrales del mundo.
En el caso de Argentina, uno de los mayores exportadores de soya del mundo, la caída del peso sirve como una señal de advertencia de que las condiciones han cambiado drásticamente tras el fin del ciclo de auge en los precios de las materias primas de la última década. Ese cambio es particularmente peligroso para algunos países latinoamericanos como Argentina y Venezuela que aprovecharon el auge de los commodities para embarcarse en una ola de compras, permitiendo un alza de la inflación y adoptando políticas económicas poco ortodoxas como controles cambiarios, dicen expertos.
Venezuela, que depende del petróleo para generar 95% de sus ingresos en dólares, también realizó el miércoles una devaluación parcial del bolívar. El gobierno indicó que los venezolanos que quieren obtener dólares para viajar al extranjero, hacer compras en Internet, adquirir pasajes aéreos y recibir remesas del exterior podrán participar en un nuevo sistema de subasta que recientemente vendió dólares a 11,36 bolívares versus la tasa de cambio oficial de 6,3 por dólar.
Incluso las monedas de economías latinoamericanas consideradas más sólidas y estables cayeron el jueves. El real se depreció 1,3% para quedar en 2,4 unidades por dólar ante las preocupaciones de que los problemas de Argentina puedan perjudicar a la ya debilitada economía brasileña. Argentina es el tercer socio comercial de Brasil. A su vez, el peso chileno cedió 1,2% y se ubicó en 549 unidades por dólar.
El debilitamiento del peso ayuda a los exportadores, pero puede provocar presiones inflacionarias al encarecer los bienes importados y reducir el poder adquisitivo de los argentinos. Antes de las sacudidas de esta semana en los mercados, la mayoría de los economistas preveía un crecimiento de la economía de 1,7% este año, según una encuesta realizada por FocusEconomics.
El gobierno informa que la inflación alcanzó 10,9% el año pasado, pero los economistas del sector privado estiman que la cifra oscila entre 25% y 30%.
Tras el derrumbe del peso del jueves, muchos argentinos esperaban que Fernández de Kirchner abordara las crecientes preocupaciones acerca de la divisa y otros problemas económicos. El miércoles, en su primer discurso desde comienzos de diciembre, la presidenta no hizo ninguna alusión a la economía y defendió sus políticas, incluyendo el papel del Estado en la redistribución de la riqueza.
—Dan Keeler, en Nueva York, contribuyó a este artículo.