por admin » Lun Ene 25, 2016 12:27 am
Hay señales de alarma, pero no de recesión en EE.UU.
Una trabajadora de una planta de Fiat Chrysler Automobiles NV en Warren, Michigan. ENLARGE
Una trabajadora de una planta de Fiat Chrysler Automobiles NV en Warren, Michigan. Photo: Jeff Kowalsky/Bloomberg News
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Josh Zumbrun
lunes, 25 de enero de 2016 0:06 EDT
Cada recesión en Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial ha sido presagiada por pronunciados declives de la producción industrial, las ganancias de las empresas y el mercado bursátil. Esos malos augurios se han vuelto a alinear.
¿Es una señal de que la economía se dirige a una recesión? ¿O pueden las caídas de las utilidades y la producción ser explicadas por el colapso de los precios del petróleo y el derrumbe de las acciones por la reacción exagerada de los inversionistas?
En primer lugar, analicemos los nubarrones.
La producción industrial ha disminuido en 10 de los últimos 12 meses y se ubica casi 2% por debajo de su máximo de diciembre de 2014. Las ganancias de las compañías alcanzaron un máximo a mediados de 2014 y fueron casi 5% más bajas en el tercer trimestre del año pasado, según el Departamento de Comercio de EE.UU. Las acciones han caído este año y el Promedio Industrial Dow Jones acumula un descenso de 7,6%, pese al alza de fines de la semana pasada.
“La economía es como un auto con un motor de seis cilindros y más y más cilindros se están averiando”, dice Joseph LaVorgna, economista jefe para EE.UU. de Deutsche Bank, en Nueva York.
Una razón por la que las preocupaciones sobre EE.UU. se han intensificado es que gran parte del mundo está siendo afectado por un crecimiento bajo o decreciente. El Fondo Monetario Internacional pronosticó la semana pasada que la zona euro crecerá 1,7% y Japón 1% en 2016.
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La expansión de la segunda economía mundial, China, se seguiría desacelerando este año, en medio de las dudas sobre la capacidad del gobierno para apoyarse más en el consumo interno y menos en proyectos de infraestructura financiados por la deuda. Por su parte, Brasil y Rusia se contraerán este año, según el FMI.
“Va a ser un año de grandes desafíos”, dijo Maurice Obstfeld, economista jefe del FMI. “A menos que las transiciones clave en la economía mundial sean transitadas de manera exitosa, el crecimiento global se podría descarrilar”.
La caída de la producción industrial estadounidense tiene uno de los mejores antecedentes como señal de advertencia. La producción de minas, fábricas y empresas de servicios públicos siempre empezó a declinar antes de una recesión. “Las manufacturas tienden a encabezar el ciclo económico y suelen ser un indicador de las fluctuaciones”, dice Thomas Costerg, economista sénior de Standard Chartered. “Las manufacturas están en problemas”.
El alza del dólar y la debilidad de las economías internacionales también han influido. Sin embargo, a diferencia de declives previos de la producción industrial, la actual caída ha sido provocada principalmente por el colapso petrolero. La producción de las fábricas estadounidenses ha registrado pocos cambios en los últimos meses, pero la producción minera se ha derrumbado más de 10%, como consecuencia de un retroceso de 62% de la perforación de petróleo y gas.
Las ganancias de las empresas también se han visto perjudicadas por el sector energético. Un análisis de Goldman Sachs Global Investment Research halló que los márgenes de ganancia de las compañías que componen el índice S&P 500 —excluyendo las empresas de energía— no han variado mucho durante el último año. Sin embargo, los márgenes se han contraído al incluir empresas energéticas como Exxon Mobil Corp. , Chevron Corp. y Valero Energy Corp.
Si se tratara solamente de un declive de las petroleras, los temores serían más fáciles de desestimar, pero el retroceso de la bolsa podría inquietar a muchos consumidores que no se había alarmado. En una recesión, la disminución de la confianza —que aún no ha ocurrido— lleva normalmente a las familias a gastar menos, lo que provoca un descenso más amplio de las ganancias y un aumento de los despidos.
La producción industrial, las ganancias del sector empresarial y las acciones han activado falsas alarmas en el pasado. La producción industrial, por ejemplo, disminuyó tanto como hoy a mediados de los años 60 y de los años 80, y en ambas ocasiones no hubo una recesión inmediata. Además, los índices bursátiles han caído más de 20% desde sus máximos en múltiples ocasiones sin una recesión de por medio.
Algo positivo es que el mercado laboral, tal vez el mejor indicador de una recesión, no muestra señales de problemas.
En los últimos 50 años, cada recesión ha sido acompañada por una caída del empleo de por lo menos 1%. Asimismo, los puestos de trabajo nunca han declinado tanto fuera de una recesión.
El número de empleos en EE.UU. ha crecido con fuerza, un alza de 292.000 en diciembre y de 2,7 millones en el último año. Esa es la razón por la cual muchos economistas confían en que se puede evitar una recesión. “No creo ni por un segundo la idea de que las familias estadounidenses están tan aterradas por lo que está sucediendo que se van a comportar como alemanes y dejar de comprar cosas”, asevera Ian Shepherdson, economista jefe de Pantheon Macroeconomics, en referencia al alto ahorro y el bajo consumo de la economía alemana.
Muchas familias han pasado los últimos siete años preparándose para épocas de estrechez económica, pagando deudas y aumentando sus tasas de ahorro.
“En términos financieros, los consumidores se encuentran colectivamente en la mejor forma que han estado en una década o más”, dice Amy Crews Cutts, economista jefe de la firma de informes crediticios Equifax.
La última palabra sobre si EE.UU. ha entrado en recesión está en manos de un grupo de economistas que integran el comité encargado de fijar los ciclos de negocios en la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés).
El comité estudia el Producto Interno Bruto y los ingresos, el empleo, las ventas minoristas en términos reales y la producción industrial, para determinar la fecha precisa en que la actividad comienza a contraerse. En el pasado, han esperado hasta que los indicadores sean claros y los datos hayan sido revisados. Sus opiniones son seguidas de cerca cuando la economía empieza a tambalearse.
Por ahora, cualquier pronunciamiento es prematuro. Al ser consultado sobre su estimación personal, Robert Hall, economista de la Universidad de Stanford que encabeza el comité, dijo: “Estoy bastante preocupado sobre la economía mundial y la estadounidense”.