por admin » Dom Sep 18, 2016 9:16 pm
Opinión: Los Clinton vuelven a hacer de las suyas en Haití
La entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, durante una visita a Puerto Príncipe en enero de 2011. ENLARGE
La entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, durante una visita a Puerto Príncipe en enero de 2011. Photo: Getty Images
Por
Mary Anastasia O’Grady
domingo, 18 de septiembre de 2016 20:09 EDT
El 27 de enero de 2011, Laura Graham, directora de operaciones de la Fundación Clinton, envió un correo electrónico a Cheryl Mills, la jefa de gabinete de la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, expresando preocupación sobre un rumor. Graham había escuchado que Washington estaba considerando revocar la visa estadounidense del primer ministro de Haití, Jean Max Bellerive. “Wjc no estará m contento si ese es el caso”, advirtió Graham, usando las iniciales del ex presidente Bill (William Jefferson) Clinton.
Graham, quien se desempeñaba también como jefa de gabinete de Bill Clinton en la fundación, tenía otras razones para alarmarse: “También me estoy alojando en la casa [de Bellerive] para su información, así que exposición en general y este fin de semana en particular para wjc en esto”.
Por lo tanto, el personal de la Fundación Clinton se codeaba con un poderoso político haitiano y aprovechaba sus contactos en el Departamento de Estado para tratar de influir en decisiones del gobierno estadounidense sobre ese mismo político. Es poco ético y contrario a las promesas hechas por la propia Hillary Clinton cuando se presentó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense en enero de 2009 como la nominada del presidente electo Barack Obama para asumir como secretaria de Estado.
En esa comparecencia, Clinton se jactó de que tanto la fundación como el gobierno que se disponía a asumir “decidieron ir más allá de lo que exigen la ley y las normas de la ética para tratar hasta la apariencia de un conflicto” de interés con un “memorándum de entendimiento” para “abordar las posibles preocupaciones” y lograr transparencia.
Ahora, una serie de correos electrónicos del Departamento de Estado correspondientes a enero de 2011, publicados gracias a una solicitud del grupo Citizens United, demuestra que, durante la gestión de Hillary Clinton, el Departamento de Estado no se separó de la Fundación Clinton, sino que colaboró con ella.
En su e-mail del 27 de enero, Graham también dio un consejo. “Tampoco creo que necesiten quitar su visa. No seguro de lo que obtienes. Quitar a elizabeth y la gente de preval”, en alusión a la esposa del presidente haitiano, René Preval, y su personal.
El siguiente e-mail de Mills a Graham que ha salido a la luz dice lo siguiente: “Tú también tienes que tomar en cuenta el mensaje que envía a otros que te hospedes en su casa”. Graham respondió que había conversado sobre “quedarse en su casa tanto contigo como con wjc hace mucho y me dijeron que tenía un buen valor estratégico”.
Estados Unidos no revocó la visa de Bellerive y no está claro si el Departamento de Estado lo contempló. EE.UU. le había quitado la visa a otro ministro del gobierno de Preval ante acusaciones de fraude electoral bajo las protestas haitianas, me dijo Bellerive en un correo electrónico el sábado. Agregó, sin embargo, que EE.UU. nunca le informó que corría el riesgo de que su visa estuviera en peligro.
Bellerive era un importante aliado de Bill Clinton. Después del terremoto de enero de 2010, trabajó con el Departamento de Estado y dentro del Parlamento haitiano para conseguir la aprobación de leyes de emergencia que crearon la Comisión Interina para la Recuperación de Haití, entidad que copresidió junto con Bill Clinton.
El organismo manejó los contratos de cientos de millones de dólares de la Agencia para el Desarrollo Internacional del Departamento de Estado así como de donantes internacionales, con pocos resultados, como expliqué en una columna de mayo de 2014. En una carta de diciembre de 2010 dirigida a los copresidentes de la comisión, 12 comisionados de la entidad se quejaron de que nunca fueron consultados, y ni siquiera informados, sobre decisiones de contratación de personal o consultores. Los haitianos comentaban en voz baja que los lucrativos contratos eran obtenidos por quienes tenían conexiones políticas.
En otro e-mail enviado a Mills, con fecha del 24 de enero de 2011, Graham expresó el deseo de la fundación de retener los servicios de Bellerive como copresidente de la comisión. “Con JMB casi nunca se nos cuestiona el camino que queremos seguir”, manifestó. Un nuevo copresidente se traduciría en “posibles obstáculos para hacer lo que queremos/cómo queremos/etc.”. Al parecer, la fundación operaba el comité y no quería interferencia.
VCS Mining, una empresa de Delaware, anunció en un comunicado de prensa de diciembre de 2012 que se adjudicó un permiso para extraer oro del noreste de Haití. El comunicado señaló que se trataba de uno de apenas dos permisos otorgados para minería de oro en Haití en 50 años.
El permiso fue suspendido a comienzos de 2013 ante las objeciones del Senado haitiano. Según un artículo del diario The Washington Post de marzo de 2015, Bellerive dijo que el presidente ejecutivo de VCS Mining, Angelo Viard, luego lo contrató por US$8.000 para ayudar a la empresa a navegar la política de Haití con el fin de ganar respaldo para la mina.
Representantes de la Fundación Clinton confirmaron al Post que Viard pagó US$20.000 en 2013 para ser parte de la Clinton Global Initiative. Ese año, Tony Rodham, el hermano de Hillary Clinton, y Bellerive pasaron a formar parte del consejo de asesores de la compañía. Bellerive le dijo al Post que rechazó ser remunerado por su participación en el consejo.
Mis solicitudes de comentarios a VCS la semana pasada no tuvieron respuesta, pero en 2015 ejecutivos de la empresa negaron ante la prensa la existencia de un “quid pro quo con respecto a la Fundación Clinton”. En marzo de 2016, Rodham y Bellerive renunciaron a sus cargos en el consejo de asesores de VCS, según un comunicado de la empresa.
Gran parte de estos e-mails de 2011 del Departamento de Estado está clasificada, pero la lectura entre los espacios en blanco es muy reveladora y nada de lo que aparece aumenta la confianza en Hillary Clinton.
Escriba a O’Grady@wsj.com