por admin » Mar Oct 19, 2010 7:52 am
¡Viva Chile! No dejaron a nadie abandonado.
Una muestra de competencia y determinación inspira al mundo
Por Peggy Noonan
¡Chile! ¡Viva Chile! Si tuviera su bandera, la ondearía en la terraza de mi edificio y observaría cómo mis vecinos de Nueva York sonríen, hacen gestos de aprobación y saludan al pasar. !Qué gran cosa ha logrado Chile! Dicen en la televisión: "Chile necesitaba esto". Pero el mundo necesitaba esto. Y el mundo sabía: por eso es que miraron, mil millones de personas, a medida que los hombres salían de la mina.
¿Por qué el mundo necesitaba esto? Porque el rescate de esos hombres nos dio algo que no vemos seguido, un brillante ejemplo de la excelencia humana, de cohesión, de acción unida y comprometida, de planificación y ejecución, de solidaridad. Usaron el cerebro y el espíritu humanos para salvar vidas. Todo lo que vemos todo el día, todos los días son escándalos. Pero esto inspiró.
Viva Chile. No dejaron a nadie abandonado. Tiene un significado. Quiere decir que uno no está solo, que es parte de algo. Sus hermanos están con usted, aquí vienen. Chile, al no dejar a nadie abandonado, al insistir que la mina San José era una zona de desastre pero no una tumba, demostró ser un enorme ejemplo de ese pequeño elemento que se encuentra en el corazón de toda sociedad: una familia que funciona bien. Una unidad coherente que puede abrirse camino en el mundo.
"Viva Chile". Eso es lo que todos dijeron, de una forma u otra, cuando salían de la cápsula, al que apodaron Fénix. Podrían haberla llamado Lázaro, por los que volvieron de la muerte. Cada uno de los mineros, en las 10 semanas que pasaron a 700 metros de profundidad en el desierto de Atacama, habría sabido sus probabilidades. Durante dos semanas, nadie sabía siquiera si estaban vivos. Luego, uno a uno, salieron a la superficie. Deben haber pensado: "Chile, no nos olvidaste. Chile, podrías haber dicho que fue 'un accidente, una tragedia, los hombres están muertos, déjenlos morir'. Pero no nos dejaste morir". Qué bueno saber eso sobre su país.
Viva Chile. Tanta gente habla de la fe, pero esos mineros sí tuvieron fe. Dijo un familiar de unos de los mineros, a medida que los hombres salían: "Es un milagro de Dios". Un minero salió de la cápsula y se arrodilló frente a la nación, rezando oraciones que seguro había prometido, en el fondo de la mina, que diría, santigüandose dos veces y levantando sus brazos en agradecimiento, rendición y admiración. Un minero, tras salir de la cápsula, describió su experiencia personal: "Conocí a Dios. Me encontré con el diablo. Dios ganó".
Tantas naciones y líderes se han vuelto hábiles para hablar. O al menos hablan mucho. Noticias, política, tergiversaciones, promociones: hay países, y Estados Unidos en nuestros peores momentos está entre ellos, cuyas mayores exportaciones parecen ser el parloteo. Pero Chile la semana pasada conmovió al mundo, no hablando sino haciendo, no expresando compasión con los mineros sino salvándolos. El país entero —los ingenieros y técnicos, el presidente, el gobierno, los rescatistas, otros mineros, los médicos— se dedicó a hacer algo difícil, específico, físico, que exigía compromiso, precisión y pericia. Y lo hicieron. Homer Hickam, el hijo de un minero de carbón que se convirtió en un ingeniero de cohetes y fue la inspiración de la película de 1999 Cielo de Octubre, dijo en el canal de noticias por cable estadounidense MSNBC que fue "como una misión de la NASA". Organizada, bien pensada, "cumpliendo el cronograma, el pensamiento secuencial". "Esto es muy maravilloso", dijo. "Este es el alunizaje de Chile", acotó un reportero de MSNBC.
La tecnología fue utilizada de forma capaz, creativa y como una fuerza del bien. No había sido utilizada con tanto éxito en el pasado reciente, otra razón por la que el mundo necesitaba ver esto. A mediados de año, los estadounidenses observaron cómo los profesionales y el gobierno parecían impotentes para detener el derrame de petróleo en el Golfo de México, un desastre tan previsible como un derrumbe de una mina. Durante meses, vimos en la televisión cómo el petróleo se esparcía en el mar. En Chile, lo opuesto. Mostraron en vivo video de los rescatistas en la mina, metiendo a los mineros dentro de Fénix. Nuestro video decía: algo está mal aquí. El de ellos: algo está funcionando aquí.
Un gobierno de una democracia compleja y asentada demostró ser capaz y competente. Esto fue alentador y sorprendente. A los gobiernos se les acusa de hacer ciertas cosas vitales y necesarias, pero están sobrecargados, distraidos, por lo que ya no esperamos que lo hagan bien. El presidente Sebastián Piñera, cinco meses en el cargo cuando se produjo el derrumbe de la mina, vio la situación como era. Treinta y tres hombres en un agujero en el suelo, en una mina que probablemente no debería haber estado abierta. Un desastre, toda una nación atenta.
¿Qué hacer? Meterse de lleno en el problema. Dirige a su gobierno: esto es lo que hacemos ahora. Dice: "sacaremos a los hombres". Pone a toda su persona detrás del esfuerzo, lo arriesga todo, apuesta a que su nación lo puede hacer. Confía en que su nación lo haga. Hace todo lo que está en su alcance para que su nación lo haga. Y el día en que empiecen las tareas de rescate, no se presenta y se frota las manos para que la gente pueda decir: "Ah, él sabía que podría no funcionar, no era poco realista sino que nos estaba diciendo que no tuviéramos demasiadas esperanzas". No, se queda ahí sonriendo con alegría porque sabe que va a funcionar, sabe que su gente lo logrará, tiene una confianza absoluta. Así que usted va e irradia su alegría desde el primer momento en que comienza el rescate y sale el primer hombre hasta que sale el último hombre. Usted permanece ahí. Usted se queda.
Ocurrió lo contrario con el gobernador de Luisiana durante el huracán Katrina, ofreciendo una imagen de impotencia y derrotismo, o el presidente volando sobre la tormenta, o el alcalde escondiéndose en un motel decidiendo que ése podría ser un buen momento para desmoronarse. En el caso de Chile, alguien asumió la responsabilidad.
El evento transcendió diferencias de clase, las barreras sociales, las divisiones regionales. Toda la nación —ricos, pobres, de todos los colores y edades— estuvo unida. Científicos e ingenieros lo dieron todo para salvar a hombres que habían vivido una dura existencia, de clase trabajadora. "Cada uno de los que salió fue tratado como el primero", dijo un reportero de MSNBC.
¿Qué efecto tiene ver esto en los niños de una nación? Todos en Chile estarán orgullosos a lo largo de sus vidas. "Salvaron a los mineros". Los niños chilenos sabrán: "nosotros somos el tipo de gente que les rescata vivos. Nos decidimos a hacerlo y lo logramos".
Para la nación, va a ser un evento transformador.
Para finalizar, otro contraste. El presidente Obama dijo esta semana al The New York Times, al referirse a sus primeros dos años, que se dio cuenta demasiado tarde de que "no existen los proyectos ya listos". El presidente está indefenso debido a la ley sobre declaración de impacto ambiental. Pero cada ley, incluso esa, se puede modificar si se tiene la visión, el deseo, el instinto y el coraje de hacerlo, si comienza pronto, si no se distrae con otras tareas.
"Listo". Chile demostró, en el sentido más profundo, que está lista. Y al hacerlo, movió el áspero corazón del mundo.
Viva Chile.