por admin » Mié Jun 09, 2010 1:20 pm
Dos bachilleres, dos caminos
Dos jóvenes hispanos, cada uno en una escuela con un modelo de gestión diferente, reflejan los retos del sistema educativo en Estados Unidos
Por Miriam Jordan
.OKLAHOMA CITY—Antes de ingresar a la secundaria, Iván Cantera era miembro de una pandilla latina. Laura Corro era una adolescente atrevida. A los 13 años, compartieron su primer beso y era común que juntos eludieran clases en el colegio. En la recta final de su bachillerato, cada uno tomó una ruta diferente.
En septiembre, Iván iniciará estudios en la Universidad de Oklahoma, gracias a una prestigiosa beca.
"Quiero ser el primer gobernador hispano de Oklahoma", dice el joven de 18 años, frente a Santa Fe South, la escuela de tipo charter que lo encaminó por un nuevo sendero. Los colegios charter en Estados Unidos son centros educativos sustentados con fondos públicos, pero administrados independientemente.
Laura, quien tiene 17 años, llegó a ser la presidenta de su clase en Capitol Hill, una escuela pública ubicada en el mismo vecindario hispano que Santa Fe South. Pero después de graduarse con calificaciones muy regulares, Laura no está segura de qué va a hacer. No postuló a ninguna universidad.
Los diferentes caminos que Iván y Laura tomaron fueron configurados por muchas fuerzas, pero sus respectivas escuelas jugaron un papel determinante. Tanto Capitol Hill como Santa Fe South educan al mismo tipo de población hispana de bajos recursos. Las dos se ciñen a los estándares federales y cumplen con requisitos de exámenes estatales y plan de estudios. Santa Fe South tiene unos 490 alumnos, mientras que Capitol Hill tiene casi 900.
En Santa Fe South, el día escolar es 45 minutos más largo, los requisitos de graduación son más rigurosos y la política de asistencia es más estricta.
Este año, la mayoría de los graduados de Santa Fe atenderá un seminario de orientación vocacional, mientras que apenas un tercio de los egresados de Capitol Hill planea continuar estudios superiores.
Aunque ninguna de las dos escuelas puede seleccionar a sus estudiantes, Santa Fe South puede rechazar candidatos si ya no tiene cupo. Santa Fe South, cuyos profesores trabajan con contratos anuales, puede despedir a docentes incompetentes con mayor facilidad que Capitol Hill, donde los profesores están sindicalizados.
Con el respaldo de banqueros de Wall Street, magnates de Hollywood, filántropos y el gobierno de Barack Obama, la tendencia de los colegios charter está en su apogeo en EE.UU., como una alternativa a las escuelas públicas de bajo desempeño.
Las charter están abiertas a cualquier estudiante, pero los cupos se asignan a menudo a través de una lotería. Unas 5.000 escuelas de este tipo sirven ahora a más de 1,5 millones de alumnos en todo el país.
Los defensores de ese modelo, que controla su propio presupuesto, personal y plan de estudios, dicen que tiene el potencial de reducir la brecha que separa a los estudiantes ricos de los pobres. Sus críticos señalan estudios que muestran que muchas escuelas charter no ofrecen una mejor educación, según los resultados de los exámenes académicos que ordena cada estado.
Momento de cambio
Iván nació en 1992 en Oklahoma City. Es hijo de un inmigrante mexicano, Sergio Cantera, y una méxico-estadounidense, Paula Cantera. En sexto grado, el joven empezó a usar pantalones anchos y camisetas con el logotipo de una de las pandillas de su barrio. "Todas las mañanas fumábamos marihuana antes de ir a la escuela", cuenta Iván. A menudo, llegaba a clase a las 10 de la mañana e ingresaba alcohol a la escuela.
"Le estaba yendo mal", dice su mamá, quien se enteró de que iban a abrir una escuela charter cerca, la cual tenía reglas más estrictas sobre conducta y posesión de drogas, así como un código de vestir.
Santa Fe South nació en 2001, con el liderazgo del maestro Chris Brewster, ahora de 41 años. Luego de empezar en el sótano de una iglesia con 120 alumnos y siete profesores, la escuela ocupa hoy un edificio cedido por el distrito escolar. Paula inscribió primero a su hijo menor y en septiembre de 2006, mes en que empieza el año escolar en EE.UU., Iván también ingresó. Sus compañeros de pandilla siguieron en escuelas públicas y el joven confiesa que aún entonces consumía droga.
Como parte de su plan de forjar estudiantes ambiciosos, Santa Fe South ubica a todos los alumnos de noveno grado, el primer año de secundaria en EE.UU., dentro de un "equipo" de asesoría diaria. Cada grupo es encabezado por un profesor que sigue el desempeño académico, asistencia y progreso general de los miembros. Iván fue colocado en el equipo de Kim Pankhurst, una maestra de literatura.
En Santa Fe South, 95% de los estudiantes es lo suficientemente pobre como para recibir almuerzo gratis. Pankhurst tiene estudiantes que trabajan turnos de ocho horas por las noches y cuyos padres han tenido que regresar a México.
"Me di cuenta de que era inteligente", dice Pankhurst sobre Iván, a quien inspiró a mejorar su desempeño y a inscribirse en la universidad.
"Empecé a pensar que no quería terminar en un trabajo de baja calidad o viviendo con mis padres, como mis hermanos", dice Iván. Un día le dijo a su profesora que se había propuesto sacar las mejores calificaciones. El joven también empezó a usar pantalones menos anchos y a usar gafas con una montura moderna.
Terminó el segundo semestre de décimo grado con A (la mejor calificación en el sistema escolar estadounidense) en todas las materias, excepto en química, en la que sacó B. Se unió a los equipos de fútbol y fútbol americano hasta llegar a ser capitán del segundo. También empezó a participar en organizaciones latinas y comunitarias.
Uno de los mayores obstáculos de los estudiantes pobres es que la mayoría de los padres asume que la universidad está fuera de su alcance, dice Lindsey McElvaney, quien dicta seminarios de orientación profesional. Iván recibió varias becas para estudios superiores que probablemente cubrirán la matrícula, el alojamiento y la alimentación.
El otro lado de la moneda
Laura Corro nació en Tacoma, en el estado occidental de Washington. Su padre, un inmigrante mexicano, abandonó la familia cuando ella era pequeña y la relación con su madre no ha sido la mejor. A los 13 años, conoció a Iván, de quien fue novia por tres semanas. En noveno grado, cada uno fue a escuelas diferentes.
Laura se matriculó en Capitol Hill, una escuela con tantos problemas de violencia entre pandillas que la ciudad asignó a dos policías para hacer guardia. Sin embargo, últimamente este problema ha disminuido e incluso una de sus profesoras fue nombrada la educadora del año en Oklahoma.
En noveno y décimo grado, Laura se preocupó más por salir con muchachos que por estudiar. "Básicamente desperdicié esos dos años", reconoce la joven, quien se conformaba con pasar al año siguiente, así fuera con calificaciones mediocres.
Por las noches empezó a trabajar como cajera y ayudante de camarera en el restaurante de un familiar.
Una de las profesoras favoritas de Laura, Shelly Jarvis, que enseña literatura, dice que los estudiantes como ella no "reciben el suficiente refuerzo positivo…"
Aunque Laura no se fijó como meta sacar las mejores calificaciones, sí fue más activa en organizar festivales escolares y otras actividades. Incluso fue elegida presidenta de su clase.
En octubre, recurrió a una prima y a Iván para que la asesoraran sobre cómo matricularse en la universidad. Este último le habló de las becas disponibles. La joven postuló para una de la Cámara de Comercio Hispana, que prometía US$1.000 y la ganó.
El director de Capitol Hill, la escuela de Laura, es Alex Souza, un hombre de 44 años que creció en Brasil y reconoce los desafíos de los estudiantes pobres. La escuela está tratando de ganar la batalla contra "una mentalidad arraigada entre los estudiantes pobres que no creen que podrán alcanzar sus metas", dice.
Souza agrega que es injusto comparar Capitol Hill con una escuela charter como Santa Fe South. Primero, dice, él no tiene la flexibilidad para disciplinar a empleados sindicalizados. Segundo, tiene que aceptar a todos los estudiantes que tocan sus puertas.
Escuelas como Capitol Hill están limitadas por restricciones de presupuesto y obstáculos burocráticos, políticos y legales mientras que las charter operan libre de muchas regulaciones.
"En un mundo ideal, la educación estaría dirigida por educadores", dice Souza. "Cuando la ley, el presupuesto y todo lo demás está dictado por legisladores, el reto aumenta".
En su graduación, el 18 de mayo, Laura pronunció el discurso como presidenta de su clase. Ese mismo día empezó el proceso de inscripción en una escuela de arte en California. Durante los tres meses de vacaciones de mitad de año, planea trabajar a diario en una pizzería.
Además de sus padres, Iván invitó a su profesora, Pankhurst, a que caminara junto a él para recibir su diploma de graduación el 22 de mayo. Dos viejos amigos de su época de pandillero, quienes abandonaron el colegio hace años, le hicieron barra desde la audiencia.