Cuba suma otro rehén extranjero
Por MARY ANASTASIA O'GRADY
Cuba quiere convertirse en una meca del turismo internacional. Pero también necesita mantener a los cubanos alejados de los extranjeros que siembran ideas contrarrevolucionarias en sus cabezas, como la noción del derecho a ganar lo suficiente para tener una vida decente.
La semana pasada, la dictadura militar demostró cómo planea resolver este dilema cuando arrestó al español Ángel Carromero y lo acusó de doble homicidio involuntario tras un accidente de tráfico que cobró la vida de los disidentes cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero.
Todo indica que el régimen está utilizando a Carromero, vicesecretario general de la división Nuevas Generaciones del Partido Popular de España, como ejemplo no por su manera de conducir sino por su afiliación política. Extranjeros, tengan cuidado.
Si los defensores de los derechos humanos tuvieran la tecnología para crear en un laboratorio al disidente perfecto que le haga frente a la dictadura militar en La Habana, no podrían haber conseguido algo mejor que lo que Dios creó en Payá. El pacifista de 60 años era valiente, expresivo e implacable en su convicción de que si los cubanos tan solo dejaran a un lado su miedo, podrían exigir la justicia y la equidad que la ley les otorga como derecho. Una combinación única de inteligencia, coraje y humildad lo hicieron la peor pesadilla de Castro.
La muerte de Payá provocó inmediatamente especulaciones en la comunidad de activistas de derechos humanos sobre la posibilidad de que el régimen haya tenido que ver con el accidente. De haber sido así, no sería algo nuevo. Miles de cubanos que rechazaron alienarse han sido asesinados desde que Fidel se hizo con el poder. Ahora que Raúl Castro ha sido ascendido a dictador, un encargo para asesinar a Payá, si fue eso lo que pasó, no sería raro. Pero podría haber más detrás de este caso.
En el auto también viajaba el activista sueco Jens Aron Modig, que salió ileso. En los días posteriores al accidente, corrió el rumor de que había enviado un mensaje de texto a Europa desde el lugar del choque diciendo que el auto había sido empujado de la pista por otro vehículo. Pero ni él ni Carromero lo han confirmado, y no se ha hecho público ningún mensaje. Otra teoría plausible es que el auto estaba siendo perseguido, algo no difícil de creer, pero que el choque fue realmente un accidente.
Se podría saber más si Carromero pudiera hablar libremente. Pero después de permanecer un día en el hospital de la ciudad de Bayamo, se encuentra hoy en prisión. No se le ha permitido conversar con la familia Payá y sólo se le ha visto en público en lo que se asemeja a un video de un secuestrado. En la cinta emplea al menos un término que no es de uso común en España, lo que sugiere que le escribieron qué decir.
La familia Payá no ha presentado cargos contra el activista de 27 años, pero si es hallado culpable por el régimen, podría ser condenado a entre uno y 10 años de cárcel. Modig, que dice que no recuerda lo que pasó, apareció la semana pasada en la televisión cubana con un funcionario del gobierno sentado junto a él. "Confesó" que apoyaba a Payá dándole dinero y se disculpó ante la nación. Se le permitió regresar a Europa la semana pasada pero canceló una conferencia de prensa programada para el viernes.
Quizá un vehículo del gobierno provocó el impacto y de repente el régimen cree que si retiene a Carromero por algunos años, los recuerdos se disiparán y para cuando salga libre y diga la verdad ya a nadie le importará.
Pero la decisión del régimen de politizar la muerte de Payá no ha hecho más que aumentar las sospechas de un complot. Un editorial de 1.500 palabras en el diario oficial Granma la semana pasada respondió a los críticos que aseguraban que el gobierno estaba detrás del accidente quejándose de la afiliación de
Carromero con un partido en España que ha sido un crítico férreo de la represión cubana.
Granma dijo que con una visa de turista, el español no tenía derecho a departir con Payá. También arremetió contra Modig y sus lazos con el Partido Demócrata Cristiano Sueco, al que se refirió como "émulo del ultraconservador 'Tea Party' norteamericano". El editorial prosiguió dando una lista de numerosas organizaciones alrededor del mundo que intentan ayudar a los disidentes, o lo que llama actividades "subversivas".
Otra entidad enemiga mencionada en el editorial es la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Cuba ya mantiene rehén a un funcionario de la USAID, el contratista Alan Gross, que fue arrestado en 2009 y luego sentenciado a 15 años de prisión por ingresar equipo de comunicación satelital a la isla. Con lo que parece ser la captura de un segundo rehén, Raúl, el llamado reformador, está reiterando su línea dura.
Los Castro temen la creciente audacia de los disidentes para denunciar, organizarse y reunirse, y saben que el contacto con el mundo exterior los ha ayudado. Han decidido poner fin a ello y con ese objetivo han encerrado a Carromero y lo mantienen incomunicado. "Abrirse" a los turistas nunca quiso decir permitirles que hicieran cosas peligrosas, como juntarse libremente con los cubanos.
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