por RCHF » Mar Oct 23, 2012 12:24 pm
martes 23 de octubre del 2012
07:00 (Editorial: El Comercio) De tributos y plumas
Fomentar la minería es una forma de aumentar la recaudación fiscal
Hace unos días el presidente de la República encomendó a la Sunat elevar la presión tributaria por encima del 18% del PBI para el término de su período. Ante ese requerimiento, la jefa de la Sunat, Tania Quispe, señaló que para alcanzar ese objetivo su institución deberá “cambiar por completo la tecnología para afianzar mejor la estrategia de control”.
Parece que el Gobierno aún no repara en que la presión tributaria ya se encuentra en un punto mucho más alto que aquel al que pretende llevarla. Si bien la presión oficial para el 2011 fue de 15,5%, una vez que se toma en cuenta no solo lo que técnicamente es considerado un impuesto, sino además el resto de cobros estatales (como tasas, contribuciones, canon, sobrecanon y regalías), resulta que la presión es de 23,8% del PBI. Y, por si fuera poco, esta enorme carga no es repartida equitativamente entre todos. Es en realidad principalmente soportada por los empresarios formales del Perú, por lo que la presión que recae sobre ellos es incluso mucho mayor.
Si, por otro lado, lo que el Gobierno quiere hacer es ampliar la base tributaria haciendo que más empresas paguen impuestos, se enfrenta a una tarea nada fácil. Muchas empresas se esconden en la informalidad justamente por no poder asumir el enorme costo de nuestro sistema tributario (por ejemplo, porque nuestro Impuesto a la Renta empresarial se encuentra 10 puntos porcentuales por encima del promedio de los 34 países más desarrollados del mundo). Al echarles la mano, el Estado corre entonces el riesgo de, en varios casos, estrangularlas.
Hay, sin embargo, una manera directa de aumentar la recaudación considerablemente sin necesidad de apretar más el cuello de los contribuyentes. El economista Elmer Cuba ha señalado que, sin hacer prácticamente ningún cambio en el sistema tributario, con el ingreso de seis megaproyectos mineros que deberían iniciar operaciones en los próximos años la recaudación (medida como lo hace el Gobierno) alcanzaría casi el 18% del PBI.
La razón es que a los cuantiosos impuestos que pagarían esas mineras se agregarían los que aportarían los negocios que las abastecen. Según el propio Cuba, por cada dólar de tributos mineros se generan tributos en otros sectores por 93 centavos de dólar. Parte de la explicación es que en los últimos lustros se ha producido una integración creciente de la minería con otros sectores. De acuerdo con un reciente estudio del Instituto Peruano de Economía, el uso de insumos nacionales por la minería ha pasado de 83% en 1994 a un 95% en el 2007. Y si en 1994 solo el 12% de la producción nacional de maquinaria y equipo iba a la minería, al 2007 ese porcentaje ya se había elevado a 37%.
Por eso, debería ser una prioridad del Gobierno garantizar las condiciones para que sean viables estos megaproyectos de los que habla Cuba (y el resto que quiera emprender la minería legal): la ampliación de Antamina y el proyecto Antapaccay, Toromocho, Las Bambas, Quellaveco y la ampliación de Toquepala. Y parte de la labor del Estado debe ser garantizar que los mismos cumplan todos los estándares ambientales que establece la ley.
Paralelamente, junto a impulsar la actividad minera para aumentar la recaudación, no sería mala idea que el Gobierno considere reducir los impuestos. Curiosamente, esta también podría ser una manera de elevar los ingresos del fisco, ya que si la valla tributaria que enfrentan las empresas es más baja, serán más las que se formalicen y paguen impuestos. E incluso serán también más los nuevos negocios debido a que su rentabilidad esperada será mayor.
Jean-Baptiste Colbert, ministro de Finanzas francés del siglo XVII, decía que el arte de cobrar impuestos consistía en desplumar al ganso de forma tal que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menor número de graznidos. Nuestro Gobierno, por suerte, gracias a la minería tiene una oportunidad extraordinaria: llenar su saco de plumas sin tener que molestar tanto al ganso.