por admin » Mié Nov 21, 2012 7:40 pm
La supervivencia del más sexy podría explicar la civilización
Por MATT RIDLEY
La evolución por selección sexual es una idea que se remonta a Charles Darwin. El científico tenía pocas dudas de que el concepto explicaba mucho sobre los seres humanos, y los biólogos modernos en general están de acuerdo. Uno de ellos incluso le puso una cifra, y concluyó que alrededor de 54,8% de la selección en los seres humanos es causada efectivamente por la reproducción de los más sexy y no la supervivencia de los más fuertes.
Hace unos años, el psicólogo evolucionista Geoffrey Miller en su libro The Mating Mind exploró la noción de que debido a que los humanos machos cortejan parejas con arte, poesía, música y humor, así como con fuerza muscular, gran parte de la expansión de nuestro cerebro podría haber sido seleccionada sexualmente.
Chris Silas Neal
Hace poco, Jason Collina y dos colegas de la Universidad de Australia Occidental, argumentaron en un ensayo publicado en la web que la selección sexual explica la civilización misma. Exploraron matemáticamente la posibilidad de que "ya que las hembras prefieren machos que consumen de forma evidente, una cantidad creciente de machos se involucran en innovación, trabajo y otras actividades productivas, lo que les permite practicar el consumo evidente. Estas actividades contribuyen al progreso tecnológico y el crecimiento económico."
La evidencia psicológica señala en la misma dirección. En un experimento, hombres a los que se les mostraron fotos de mujeres expresaron más deseos extravagantes de lujos costosos, mientras que las mujeres no mostraron ese efecto luego de ver fotos de hombres. También hay evidencia histórica. Como se supone dijo Aristóteles Onassis: "Si las mujeres no existieran, todo el dinero del mundo no tendría significado."
Además, Michael Shermer, en su libro The Mind of the Market, sostiene que se puede rastrear el igualitarismo anticapitalista a la selección sexual. En los días de caza y recolección del Paleolítico, la desigualdad tuvo consecuencias reproductivas. El cazador exitoso, al brindar proteínas valiosas para las hembras, tenía muchas más oportunidades de apareamiento que los que no tenían éxito. Así que es posible que los hombres aún vayan por ahí con una ecuación relativamente simple en sus cerebros, es decir que un éxito relativo para obtener activos resulta en más aventuras sexuales y más nietos.
Si es así, podría explicar por qué es la desigualdad relativa, más que absoluta, la que importa tanto para la gente actualmente. En la sociedad occidental moderna, cuando incluso personas relativamente pobres tienen acceso a transporte, refrigeración, entretenimiento, zapatos y comida suficiente, se podría prever que la desigualdad fuera menos resentida que hace un siglo, cuando no era posible que ninguna de esas cosas estuviera al alcance de una persona pobre. ¿Qué importa si hay gente que no puede costear aviones privados y vestidos de diseñador?
Pero claramente no es así como piensa la gente. Existe resentimiento frente a la desigualdad en los lujos tanto y quizás más que la desigualdad en las necesidades básicas. No les gusta (y envidian) el consumo evidente, incluso si no los afecta en absoluto. Lo que molesta no es que alguien sea rico, sino que es más rico.
Esta es una declaración clásica de selección sexual. No es el pavo real con la cola lo suficientemente grande el que puede aparearse; es el pavo real con la cola más grande. Si suena anticuado en una edad en la que la mujer trabaja, hay igualdad de género y una continencia sexual relativa, entonces abra los ojos y mire a su alrededor: el hombre con más dinero o poder aún obtiene más oportunidades sexuales que el hombre con menos. Pregúntele al ex director de la CIA David Petraeus.
En los humanos, las hembras compiten por machos y viceversa. En muchas especies, la selección sexual es una fuerza que actúa sobre sólo un sexo, habitualmente el macho. Las pavas reales, que pueden compartir sus mejores machos y no requieren que sean padres diligentes luego de aparearse, no desarrollan colas coloridas. Pero en otras especies, notablemente algunos pájaros marinos y pericos, donde los machos y las hembras comparten por igual los deberes de padres, ambos sexos son igual de coloridos, un resultado de la competencia de ambos sexos por atraer a los mejores compañeros.