SI DESPUÉS DE LEER LO QUE EN FORMA TAN LÓGICA SE REDACTA A CONTINUCIÓN... AUN DECIDEN VOTAR POR OLLANTA... ENTONCES, SIN COMENTARIOS...
¿Quién entiende a Ollanta Humala?
Escribe Manuel Navarrete Núñez
El discurso de Ollanta Humala se parece cada vez más al hablar de Cantinflas. Dice y no dice, que no quiso decir lo que dijo, que el plan original sigue vigente pero que se posterga temporalmente, y que se ejecutará por etapas, pero que lo que vale ahora es su compromiso con el pueblo y no el plan, aunque lo que prima es el Acuerdo Nacional. Ahora resulta que la “hoja de ruta” es lo que se aplicará en el gobierno porque es el resultado de la concertación (¿cuál concertación?), pero que su compromiso es con todo lo que ha planteado, etc. Por favor, que alguien resuelva esta ecuación y traduzca a este Cantinflas y a su cantinflesco entorno.
Luego de ver el show de presentación del nuevo documento de Humala, divisando a tanto tránsfuga y saltinbamqui trepado a la volada sobre la combi nacionalista al perder el bus del toledismo, sacamos algunas conclusiones. En primer lugar es una pena comprobar que el arribismo sigue siendo una institución muy fuerte en el Perú. Da náuseas ver hasta qué grado pueden perder la decencia profesional en el Perú por un puesto público. Allí estaban sentados muy orondos los tránsfugas, fungiendo de asesores del humalismo y salvadores de su arca. Ni siquiera mostraban vergüenza. Dicen que es una nueva forma de hacer política. Se equivocan. No lo es. Los arribistas y trepadores son una figura clásica de nuestra sociedad, brillantemente rescatados por escritores como Ricardo Palma y Manuel Beingolea, y estudiados sociológicamente, entre otros, por Carlos Delgado Olivera en un brillante ensayo de los 70 que lleva el título de “El arribismo en el Perú”. Allí están descritos todos ellos.
No es pues una nueva forma de hacer política. Ni siquiera el hecho triste de que tantos profesionales e intelectuales se hayan puesto al servicio de un perfecto burro como es el comandante Humala. Ya ocurrió antes con el comandante Sánchez Cerro, ese petizo detrás de quien toda la clase política y militar se alineó, pese a que no tenía nada más que un machismo cuartelero en su haber. Lo que vemos hoy es exactamente la misma vocación de franelero, chupamedias, felipillo y adulón que siempre ha existido acá. Allí están hoy rodeando a Humala y moviéndole la colita en espera de una parte del botín.
La política de los pactos de media noche tampoco es nueva. Es la eterna forma de la improvisación, del sancochado, de los acomodos, la repartija y la ignorancia corregida, maquillada y vendida como panacea a los tontos. Es la ignorancia empaquetada en lenguaje vistoso, como un papel de regalo que envuelve una caja de Pandora. Todo lo que demuestran es que no tienen la menor idea de lo que quieren como políticos y que lo único que les interesa es llegar al poder como sea. Están desesperados. Firman cualquier cosa como si el electorado fuera una manga de estúpidos que va a creer que de pronto se transformaron de ultras de izquierda en moderados de centro.
¿Cómo entender a Ollanta Humala si dice una cosa cuando está frente al SUTEP, luego dice otra frente a los empresarios de la CONFIEP, y luego otra al lado del cardenal Cipriani? ¿Como creerle a Ollanta Humala si le dice una cosa a la gente durante sus mítines y luego declara otra cosa ante la prensa? ¿Cómo creerle a Ollanta si no hace más que repetir las consignas que le graban en su cerebrito y que le escriben en sus libretos? Hoy, luego de leer una vez más durante la presentación de su hoja de ruta (¡por Dios! ¿este hombre no sabe lo que tiene que decir ni cuando presenta su propia hoja de ruta?), trató de improvisar durante menos de treinta segundos y esto fue lo que balbuceó el comandante candidato con cara de perdido en el Colca:
“Es en el marco de esta… de este… de este gobierno… de este interés de hacer un gobierno de concertación nacional, en el cual, frente al pueblo peruano, renuevo mi juramento de compromiso con todo lo que hemos planteado para, si el pueblo nos da la confianza, iniciar a partir del 28 de julio, un cambio, una transformación que es lo que pide el Perú”.
A ver, ¿cómo es eso de “renuevo mi juramento de compromiso con todo lo que hemos planteado”? ¿Con todo lo que han planteado? ¡Pero si acaba de cambiar todo lo que ha planteado!!! Y todo para librarse de las críticas a su desastroso y ridículo plan. Todo para no seguir tartamudeando y contradiciéndose entre ellos mismos cada vez que les preguntan sobre las tonterías que han escrito en ese mamotreto inservible de 198 páginas.
Lo cierto es que nadie entiende al humalismo. Son los cantinflas de la política. Dicen que respetarán los TLC siempre que defiendan los intereses del Perú. O sea, no lo respetarán, pues para ellos el abrir el mercado peruano a la libre importación es afectar los intereses nacionales porque no permite desarrollar un mercado interno. Entonces mejor sería decir directamente que no respetarán los TLC. Dicen que no son estatistas pero proponen resucitar varias empresas estatales, empezando por una estúpida “aerolinea de bandera” y una empresa de telecomunicaciones que nadie sabe cómo la crearán de la nada. Una empresa así no nace de la nada. Tendrán que estatizar a la Telefónica necesariamente. Y así por el estilo sería largo enumerar todas las contradicciones de estos esquizofrénicos de la política.
Por último, habría que preguntarse si este Ollanta Humala que acaban de fabricar como un transformer en los últimos seis meses es el que vale. ¿Qué pasó con el Ollanta Humala original que hasta el año pasado pontificaba en favor de Sendero Luminoso y Abimael Guzmán? ¿Qué pasó con el Ollanta Humala que apoyaba la subversión y pretendía darle un golpe de Estado a Toledo hace solo seis años? ¿Qué pasó con el Ollanta Humala que lideraba cuanto movimiento regional de carácter subversivo y violentista surgía en el territorio de la república?
El pueblo peruano castigará a estos improvisados y representantes de la política chicha, rechazará a los tránsfugas sin ética ni vergüenza. Hoy se hacen los concertadores mientras desprecian, insultan y desvirtúan a Keiko, la opción alternativa que goza del apoyo de millones de peruanos. No se puede pretender gobernar el país cuando se agrede física y verbalmente, se insulta, se desprecia y descalifica a la mitad electoral del Perú. No señores. Ni sueñen que gobernarán.
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