La guerra contra el narcotráfico llega a la capital de los negocios de México
Por Nicholas Casey
European Pressphoto Agency
Hombres asesinados en San Pedro Garza García, Nuevo León
.MONTERREY, México—La capital de los negocios de México se ha visto estremecida por la violencia relacionada con el narcotráfico, un indicio de que la guerra contra los poderosos carteles de drogas se está extendiendo más allá de los campos de batalla más pobres a lo largo de la frontera con Estados Unidos para llegar a los enclaves más ricos del país.
El miércoles, el cuerpo de Edelmiro Cavazos, el alcalde del municipio de Santiago, en Monterrey, fue encontrado sin vida al borde de una carretera. Cavazos fue secuestrado el domingo en el último de una ola de ataques contra políticos en el norte de México.
Su asesinato es parte de una racha de terror para los residentes de Monterrey que arrancó el fin de semana pasado, cuando bandas armadas pusieron una decena de bloqueos en avenidas clave, paralizando el tránsito durante horas. Al día siguiente, una granada lanzada contra las instalaciones de la cadena Televisa en Monterrey hirió a varios empleados. El martes por la noche, hubo más atentados con granadas contra varios pequeños negocios en las afueras de la ciudad.
Los residentes abrieron sus periódicos el miércoles para encontrarse con avisos de página entera comprados por importantes empresarios de Monterrey, suplicándole al gobierno que envíe más tropas a la ciudad. "Basta ya", decía la nota, que también criticó la que califica como una respuesta lenta de la policía contra "bandas criminales que con cada acto tratan de fijar un nuevo límite del terror".
Monterrey es la señal más reciente de los crecientes problemas en la guerra de México contra el crimen organizado. Tantas personas han muerto como resultado de la violencia relacionada al tráfico de drogas que al gobierno le cuesta llevar la cuenta. La cifra oficial entre diciembre de 2006, cuando Felipe Calderón asumió la presidencia, y julio de este año asciende a 28.000 muertos. Calderón incluso llegó a invitar a los legisladores esta semana para debatir medidas como la legalización de los estupefacientes, un drástico giro que pone de manifiesto la impotencia del gobierno a la hora de combatir la violencia sólo mediante la fuerza bruta.
La atrocidad del conflicto está escalando a lo largo del país. La aparición de cuerpos mutilados y decapitados se ha convertido casi en una realidad cotidiana y, a veces, aparecen colgados de puentes para atemorizar a los transeúntes.
Las cosas no siempre fueron así en Monterrey. Los mexicanos conocen a esta urbe de dos millones de habitantes como "la sultana del norte" debido a su enorme riqueza, generada por empresas nacionales de la envergadura del gigante de bebidas Femsa S.A.B. de C.V. y de compañías extranjeras como Whirlpool Corp. y General Electric Co., que tienen una presencia importante en la ciudad. Arquitectos internacionales levantaron los grandes edificios de Monterrey que cuentan con las impresionantes montañas como telón de fondo.
Esta riqueza contribuyó a crear la sensación de que Monterrey era inmune a la guerra contra el narcotráfico. "La gente simplemente no creía que esto fuera a pasar aquí", dice Carlos Jáuregui, quien hasta marzo se desempeñó como jefe de la policía del estado de Nuevo León, al que pertenece Monterrey. "Ahora casi todos nuestros cuerpos de policías están infiltrados por el crimen organizado. Participan en secuestros y protegen a los criminales", señala.
La inmersión de Monterrey en la guerra contra el narcotráfico difiere de lo ocurrido en otros lugares que también sufren brotes de violencia. La ciudad se encuentra a unas cuatro horas en auto al sur de la frontera de México con EE.UU., a diferencia de Reynosa y Ciudad Juárez, donde muchos narcotraficantes operan a un paso de Texas. Monterrey tampoco está cerca de ningún puerto, donde suele entrar la cocaína en tránsito a EE.UU., ni se encuentra en las montañas, donde se plantan la marihuana y los cultivos de opio.
Sin embargo, las autoridades aseguran que los vecindarios acaudalados de Monterrey atraen a algunos de los capos más ricos de los carteles, especialmente de Los Zetas, una de las bandas criminales más violentas del país. Antes, estos refugios se consideraban a salvo de los grupos rivales. Pero la violencia ha aumentado tanto que ni los jefes narcos pueden controlarla.
Mientras tanto, el resto de los residentes acaudalados de Monterrey se ha convertido en blanco de robos armados y secuestros a cambio de rescates, fuentes alternativas de ingresos para las bandas de narcotraficantes.
Fernando García, de 62 años, cuenta que circulaba por San Pedro Garza, el suburbio más lujoso de la ciudad, una tarde de junio cuando él y su hijo fueron interceptados por tres hombres armados que les ordenaron salir del vehículo. Uno de ellos salió a toda velocidad con el auto, mientras los otros dos retuvieron a García y su hijo en otro auto durante siete horas, obligándolos a sacar efectivo de varios cajeros automáticos hasta que las tarjetas quedaron bloqueadas tras alcanzar su límite de US$1.000. "Había personas conduciendo cuando esto pasó y nadie nos ayudó", dice García. La policía no ha arrestado a nadie en relación al caso.
Otra amenaza en Monterrey es el surgimiento de los llamados narcobloqueos, la táctica que los carteles usaron el fin de semana pasado para paralizar el tráfico en la ciudad.
Durante un narcobloqueo, los miembros de una banda del crimen organizado estacionan autobuses y camiones comerciales en las principales autovías para bloquear el tráfico durante horas. Según las autoridades, la táctica se usa a menudo para evitar que la policía y los militares circulen por la ciudad, aunque también es una potente demostración de poder.
Las repercusiones se sienten en la vida diaria de esta ciudad.
Los residentes ahora celebran sus fiestas por la tarde para que los invitados no tengan que conducir de noche. Se pronostica que esta temporada menos residentes viajarán a la Isla del Padre Sur, un popular centro turístico en la costa de Texas, por temor a pasar por Reynosa, una ciudad donde han ocurrido cientos de asesinatos.
El Palacio de Hierro, un lujoso centro comercial de Monterrey, fue asaltado por narcotraficantes hace unas semanas por tercera vez en lo que va del año.
"Estamos indefensos aquí. ¿A quién llamamos para pedir ayuda?", se lamentaba un propietario de un hotel local, quien prefirió permanecer en el anonimato.