por Luis04 » Mar Jun 26, 2012 10:17 pm
Sepa qué piensa Ángela Merkel... y por qué 'juega' así con los países periféricos
Nein, nein, nein! No, no y no a ampliar el fondo de rescate primero, a recapitalizar directamente la banca después. Y por el camino, más noes: a los eurbonos y a mutualizar la deuda, a un fondo de garantías de depósitos común.
Con los denominados países 'PIGS' y los del club 'VIP' de Europa -aquellos que aún mantienen la calificación triple A de su deuda- enfrentados y liderados, estos últimos, por la canciller germana, Angela Merkel, todo se ha convertido en una batalla que hace las delicias de los estudiosos de la famosa -gracias, entre otros, a John Nash- 'teoría de juegos'.
El punto de arranque: el juego del gallina
La condición de Alemania de primera economía y el dinero que ha puesto en forma de avales y garantías para salvar el euro -aunque ello le interese más que a muchos otros- le dió autoridad para imponer la austeridad como bandera.
De esta manera, los periféricos, intentando defenderse de una política de austeridad y recortes, empezaron hace unos meses a jugar al juego del gallina. La imagen es la de aquella escena de 'Rebelde sin Causa': dos conductores suicidas ponen sus coches a toda velocidad en dirección a un acantilado. Quien se aparte primero es el gallina, lo que significa que terminará por ceder a imposición del otro. En Europa han tenido lugar muchas carreras de este tipo en los últimos meses.
La que emprendió Mariano Rajoy con el déficit a principios de año con Bruselas es una de ellas. De fondo, la estrategia de la 'destrucción mutua' o la denominada carta del loco por los teóricos de estos juegos: si yo me destruyo, tú te destruirás también al romperse el euro.
Sin embargo, y aunque la batalla del déficit fue una victoria pírrica para España, lo cierto es que a día de hoy los competidores de los periféricos parecen olerse que hay un farol. Ha funcionado el rescate a la banca sin condicionalidades como pedía Rajoy... pero pende de un hilo la posibilidad de una intervención completa.
Tampoco, a día de hoy, están acabando de salir bien las últimas carreras emprendidas al respecto: por ejemplo, contra el BCE para forzarle a comprar deuda española con la excusa de que el rendimiento de los bonos asoma España al abismo. O el propio juego de la gallina en el que andan inmersos Francia, Italia o España para que se acepte la creación de los eurobonos y que Alemania ha vuelto a rechazar tajantemente.
El arte de la intransigencia
Llegados a este punto, y tras tantear con mayor o menor éxito el juego del gallina, los 'sufridos' ciudadanos perféricos deben estar estupefactos con el tema y preguntándose qué piensa la canciller alemana y cómo juega a un juego tan peligroso una y otra vez sin llegar a ningún sitio concreto -es decir, con cesiones puntuales pero sin resolver el problema-.
El quid está, sorpresivamente, en Francia y en bucear algo en la historia de Europa: Merkel parece decidida a situarse por encima de este juego puntual y reforzarse en lo que algunos teóricos denominan "estrategia de la intransigencia" en sus relaciones con el resto de socios del euro. Lo cual viene a significar que no cambiará su postura de manera real a menos que pueda imponer condiciones claramente favorables a Alemania. O los países ceden más soberanía fiscal a Bruselas o no está dispuesta a poner más dinero si no tiene seguro que no va a caer en saco roto.
Merkel y... ¿De Gaulle?
Esta actitud no es nueva y ya ha tenido éxito al ser jugado por otro de los implicados en este eurodrama. Efectivamente, el expresidente francés Charles De Gaulle, en los primeros compases de la ahora ya superada Comunidad Económica Europea, 'jugó' de la misma manera... y ganó. En El arte de la estrategia, Dixit y Nalebuff recuerdan cómo De Gaulle se valió de su Non presidencial para convertirse en un poderoso jugador en el campo de las relaciones internacionales y conseguir que muchas de las decisiones europeas fueran favorables a Francia.
"Cuando De Gaulle adoptaba una postura realmente irrevocable, los demás participantes en la negociación solo tenían dos opciones: o tomarlo o dejarlo", señala el libro. "Por ejemplo, mantuvo sin ayuda de nadie a Inglaterra fuera de la CEE una vez en 1963 y otra en 1968. Los demás países se vieron obligados a aceptar el veto de De Gaulle o a deshacer la CEE".
De ser así la teoría, España e Italia, y ahora la Francia de François Hollande tendrán todas las de perder y se verán abocados a cumplir una 'hoja de ruta' alemana.
De hecho, Alemania y Bruselas se han preocupado en recordar que nada será gratuito y que las medidas tendrán que ser aplicadas. Como ejemplo, en el caso español, la tan comentada subida del IVA.
Una situación que se puede volver en su contra
Ahora bien, resulta complicado encontrar el nivel adecuado de intransigencia. ¿Hasta qué punto se le puede volver en contra a Merkel su no eterno? De momento, ya se ha quedado sola en su defensa acérima de la austeridad, lo que le ha obligado a impulsar en paralelo a ajustes y reformas, un plan a favor del crecimiento.
Como bien recuerdan Dixit y Nalebuff, en el corto plazo el poder de la intransigencia es innegable, pero puede traer consecuencias perjudiciales en el medio y en el largo plazo. De un lado, el resto de 'jugadores' pueden recelar del intransigente y no confiar en él, lo que daría lugar a una división clara. Algo de esto ya se ve en las últimas cumbres y reuniones: Italia, España y Francia empiezan a hacer 'frente común' frente a su socio alemán. Obviamente, una desconfianza que sea endémica puede ser tan perjudicial para el futuro de Europa como la actual crisis.
De otro lado, existe el peligro de la insubordinación total. Cuando el intransigente arranca las negociaciones desde un no, el resto de jugadores puede ni siquiera sentarse a hablar del tema o, deducir que, en futuras negociaciones, hay que iniciarlas con reivindiaciones desde "más arriba". Es decir, y de cara a Europa, el otro escenario desfavorable sería seguir jugando al 'gallina'... una y otra vez, de manera constante.
Y al final de todo, ¿unión fiscal?
La estrategia de la intransigencia tuvo graves repercusiones por lo injusto de muchas decisiones para los países socios de Francia pero... consiguió que Europa siguiera adelante. Posiblemente, el escenario se repetirá ahora. Si finalmente se aplica al dedillo todas y cada una de las recomendaciones y mandatos de Berlín, lo lógico sería suponer una Eurozona más fuerte y unida en un año vista.
Las palabras del comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, resumen bastante esta realidad. "No se puede pedir más mutualización de la deuda publica y decir que las recomendaciones que se le dirigen (a un país) se pueden tener en cuenta o no. No se trata de algo optativo"
Por eso, todo apunta a que esta carrera la va a perder España -e Italia y posiblemente Francia. A pesar de que el Gobierno de Mariano Rajoy insista en que es él el que tiene el control y que todas las deciciones que toma no se emprenden porque Bruselas así lo dicte, no va a tener más remedio que acatar las reformas que exigen quien, al fin y al cabo darán la ayuda a España.
Avanzar hacia la introducción de unas responsabilidades compartidas podría contemplarse en el seno de la Eurozona, siempre que exista un marco robusto para la disciplina presupuestaria y la competitividad, con el fin de evitar riesgos morales y fomentar la responsabilidad y el cumplimiento, señalan desde Bruselas.
Ahora, todo dependerá de la voluntad de los líderes políticos para tomar las decisiones adecuadas que permitan adelantarse a los acontecimientos y conseguir restaurar de una vez por todas la confianza en un mercado con los nervios a flor de piel.