por admin » Mié Jun 29, 2016 6:34 am
El doble efecto del ‘brexit’ sobre la inflación
Las expectativas de un alza de la inflación por la decisión del Reino Unido de abandonar la UE podrían ser efímeras. ENLARGE
Las expectativas de un alza de la inflación por la decisión del Reino Unido de abandonar la UE podrían ser efímeras. Photo: JUSTIN TALLIS/AFP/Getty Images
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Greg Ip
Actualizado martes, 28 de junio de 2016 19:51 EDT
Los esfuerzos de los bancos centrales para reactivar el crecimiento económico y la inflación sufrieron un nuevo golpe con la decisión británica de abandonar la Unión Europea. El voto ha generado un grado de ansiedad e incertidumbre que puede disminuir la inversión, el empleo, los salarios y los precios.
A la larga, sin embargo, la salida británica, o brexit, podría ser inflacionaria. La razón es que puede marcar un giro en contra de la globalización, que en las últimas décadas ha contribuido a moderar los precios y los salarios mediante la reducción de los aranceles, la mayor eficiencia de las cadenas de suministro, la tercerización y la inmigración.
La reacción inicial de los mercados fue asumir que la inflación bajará. Los precios de los bonos indexados por inflación sugieren que desde la votación a favor del brexit, la inflación prevista para los próximos 10 años cayó 15 puntos base en EE.UU., 10 puntos base en Japón y 13 en Alemania.
Esto refleja dos factores. El repliegue de los precios del petróleo contendrá las presiones inflacionarias en los próximos años. Los inversionistas confían menos que en años subsiguientes los bancos centrales logren hacer subir los precios al consumidor. “El giro expansionista de la Fed del 15 de junio puso un piso bajo a las expectativas de inflación pero esto ha sido borrado por completo desde el brexit”, subraya un informe de J.P. Morgan.
En el Reino Unido, no obstante, las expectativas inflacionarias han aumentado. Esto refleja en parte el efecto futuro de la devaluación de la libra esterlina en los precios de las importaciones. No es algo que desvele al Banco de Inglaterra, por ahora. Una caída incluso más pronunciada de la libra en 2008 hizo subir la inflación por encima de la meta de 2% en los años posteriores. El banco central ni se inmutó y apostó, acertadamente, a que la debilidad de la demanda acabaría pronto con el alza de los precios. La misma lógica es válida en la situación actual. El banco central inglés estará más pendiente del efecto del brexit en la demanda que su impacto en el tipo de cambio o la inflación y podría reducir las tasas de interés o al menos subirlas en forma más pausada.
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Más adelante, sin embargo, el panorama se complica. La inflación se produce cuando la demanda de bienes y servicios crece más rápido que la oferta. El brexit golpea, precisamente, la demanda, pero también podría disminuir la oferta. Si aumentan los aranceles de importación, por ejemplo, elevará los costos internos. Si se levantan barreras contra sus exportaciones, disminuirá la productividad de las empresas británicas. Una reducción de la inmigración podría obligar a las compañías a incrementar los sueldos, pero también reduciría la productividad de los empleados locales mientras tratan de llenar algunas vacantes.
En un informe publicado en mayo, el Banco de Inglaterra se refirió a estas complejas dinámicas. “Un aumento de los precios de las importaciones deprimiría en cierto modo la inversión, conforme una proporción significativa del gasto de capital del Reino Unido utiliza bienes de capital importados. Con el transcurso del tiempo, esto reduciría la producción potencial (…) Esta combinación de influencias sobre la demanda, la oferta y el tipo de cambio podría desembocar en una trayectoria de crecimiento más bajo y una trayectoria de inflación notablemente más alta” que si el Reino Unido permaneciera en la UE.
El brexit también constituye un repudio a la globalización, el movimiento de bienes y de servicios, capital y personas a través de las fronteras. Ya están en marcha reacciones antiglobalización semejantes en Europa continental y en EE.UU., de modo que todo el mundo, no solamente el Reino Unido, podría ser víctima de un problema de oferta.
Los menores aranceles y las cadenas de suministro internacionales han permitido a las empresas producir para mercados mucho más amplios, especializarse, aumentar la productividad y recortar costos. La tercerización, a su vez, les da acceso a una mano de obra más barata, algo que ha generado más polémica. Aunque el vínculo entre la inmigración y los salarios es más ambiguo, el aumento de la inmigración de trabajadores no cualificados podría reducir, en forma marginal, los sueldos de la mano de obra poco cualificada. A medida que la globalización se estanca o incluso se repliega, la desigualdad salarial se puede reducir, aunque el alza de los costos podría dejar en peores condiciones tanto a la clase obrera como a las clases adineradas. Estas presiones de costos surgirían en momentos en que el crecimiento de la productividad en todo el mundo se ha estancado.
En teoría, los bancos centrales pueden fijar tasas de interés sobre un plazo largo de tiempo para lograr que la demanda no crezca más rápido que la oferta y, por ende, la inflación se ciña a la meta. Sin embargo, los bancos centrales escuchan las voces del público y de los políticos. Los políticos populistas son más propensos a desear una política monetaria más laxa y nombrar banqueros centrales que concuerden con sus opiniones.
Algunos economistas aplaudirían. Dicen que la inflación debiera superar 2% para que las tasas de interés, a la larga, también suban y disminuya la probabilidad de que vuelvan a caer a cero. Algunos han hecho un llamado a favor del “dinero de helicóptero”, es decir dejar que los bancos centrales impriman dinero para financiar recortes de impuestos o alzas del gasto fiscal.
Una combinación de alzas de los costos conforme la globalización se repliega y una política monetaria y fiscal de estímulo debería, a la larga, hacer subir la inflación y las tasas de interés. Peter Berezin, de la firma de asesoría de inversiones Bank Credit Analyst, escribió que “irónicamente, mientras el brexit ha conducido a un derrumbe de los rendimientos de los bonos a largo plazo, la consecuencia a largo plazo podría ser un alza de los rendimientos”.