por admin » Mié Jul 14, 2010 9:08 pm
Esto a ver si les abre los ojos a todos los izquierdistas que aman a Cuba en el Peru, si conocen alguno de esos que van a votar por Humala por favor muestrenle este articulo.
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El Dr. Berwick y ese fabuloso sistema de salud cubano
Por Bret Stephens
Que nadie vaya por ahí acusando a Donald Berwick —profesor de pediatría y políticas sanitarias de la Universidad de Harvard y, más recientemente, administrador de los Centros de Servicios Medicare y Medicaid del gobierno federal de Estados Unidos, con US$800.000 millones bajo gestión— de ser un admirador del sistema de salud de Cuba. En el caso de la política de salud de Fidel Castro, los progresistas del estilo del Dr. Berwick rara vez se quedan sin superlativos. Pero sugiera que la reforma de salud de Obama es un paso en la dirección cubana, y esta misma gente lo acusará de alarmismo total.
En este periódico no somos alarmistas. Y para que quede claro, nada entre las publicaciones del Dr. Berwick indica que haya alabado ni una sola vez el sistema cubano.
Reuters
Una paciente espera su turno en el hospital de oftalmología Ramón Pando Ferrer en la Habana
.Pero observe que cuando se aprobó en marzo la reforma del sistema de salud, Fidel Castro salió de su semijubilación para calificarla de "milagro". Observe también que el Dr. Berwick se ha hecho conocido al advertir de "la oscuridad de la empresa privada", ha reconocido su "pasión" por el socializado Servicio Nacional de Salud (NHS) británico, y ha insistido en que "el excelente cuidado sanitario es, por definición, redistribucional".
Si bien no se puede decir que haya una reciprocidad de opiniones, merece la pena observar cierta reciprocidad de respeto. Así que es un buen momento para analizar el estado del sistema de salud cubano. Eso es precisamente lo que hace Laurie Garrett, miembro del centro de estudios de EE.UU. Council on Foreign Relations, en el actual número de la revista Foreign Affairs.
No confundamos a Garrett como una entusiasta opositora al sistema cubano; la experta elogia a Cuba por ofrecer "una visión inspiradora y creadora de estándares de la responsabilidad del gobierno en la salud de su pueblo". El (supuesto) éxito en reducir la tasa de mortalidad infantil y las enfermedades tropicales, añade, es "loable".
Tan sólo existe un problema: el sistema se encuentra en un estado avanzado de colapso. Está dejando al Estado en la bancarrota y haciendo que los médicos abandonen la medicina y su propio país. Su naturaleza aparentemente igualitaria oculta una realidad radicalmente desigualitaria, en la que unas pocas clínicas bien equipadas atienden a turistas de pago y a altos funcionarios del partido, mientras que la mayoría de los cubanos se las arregla como puede en hospitales mugrientos y con escasos recursos.
Veamos los hechos tal y como los plantea Garrett. En Cuba existen 73.000 doctores con licencia para ejercer la medicina. Esta cifra permite a Cuba contar con la mejor relación doctor-paciente del mundo, con un médico por cada 170 personas, frente a uno por cada 390 en Estados Unidos.
Sin embargo, la realidad desmiente las estadísticas. Algo más de la mitad de todos los médicos cubanos trabajan en el extranjero; al ser sometidos a unos impuestos estatales de 66%, la mayoría acaba desertando. Los doctores que permanecen en la isla ganan unos US$25 al mes. Como consecuencia, escribe Garrett, a menudo "trabajan de taxistas o en hoteles", donde ganan más dinero. En cuanto a la calidad de los médicos, Garrett señala que muy pocos de los que consiguen llegar a EE.UU. obtienen una homologación en este país, en parte debido a la barrera del idioma, en parte debido a las "marcadas diferencias" en la formación médica. Por lo general, acaban trabajando de enfermeros.
En cuanto a la calidad del tratamiento médico en Cuba, Garrett reporta que los pacientes de hospitales deben traer sus propias jeringuillas, toallas y sábanas. Las mujeres evitan los exámenes ginecológicos "porque temen las infecciones causadas por equipos y prácticas poco higiénicas". "Las tasas de cáncer cervical se han duplicado en los últimos 25 años y el uso de pruebas de Papanicolau ha descendido 30%.
Y si bien a los admiradores de Cuba les encanta alardear de la baja tasa de mortalidad infantil en el país (al menos según los dudosos informes del régimen castrista), la otra cara de la moneda ha sido una alta tasa de mortalidad maternal. "La mayoría de las muertes", escribe Garrett, "ocurre durante el parto o en las 48 horas posteriores al nacimiento, y son causadas por hemorragia uterina o septicemia posparto".
¿Suena tentador? El número de personas aparentemente serias —Michael Moore no es una de ellas— que así lo piensa es realmente asombroso. En una visita a Cuba el pasado octubre, Margaret Chan, la directora general de la Organización Mundial de la Salud, dijo que Cuba "tiene la visión correcta y la dirección correcta. La salud es una política estatal y la salud se considera un derecho del pueblo". En 2005, un destacado editorialista de The New York Times tituló una columna "¿Salud? Pregúntele a Cuba". La salud era probablemente en lo que pensaba el ex secretario de Estado Colin Powell cuando dijo que "Castro ha hecho algunas cosas buenas para su pueblo".
Ahora, repito, Berwick en ningún momento ha apoyado un sistema sanitario al estilo del cubano. Y la ley de salud de Obama, con sus millones de defectos, no es la política de salud de Castro.
Pero para todos aquellos para quienes la salud "gratuita" ha sido —como dijo en una ocasión Teddy Kennedy— la razón de sus vidas, el sistema cubano ha sido un punto de referencia; prueba, teóricamente, de que la medicina socializada es, como ha dicho el Dr. Berwick, la única respuesta "justa, equitativa, civilizada y humana" a la hora de abordar los dilemas inherentes a la prestación de servicios de salud.
La verdad es que el socialismo y las formas relacionadas de tecnocracia de mando y control funcionan tan bien en el mercado de la salud como en todos los demás. Es decir, nada. Cuando los estadounidenses de mejor posición económica comiencen a volar a centros médicos de otros países para hacerse sus estiramientos faciales y sus bypass (realizados por doctores estadounidenses residentes en el extranjero) mientras que la gente más pobre se las apaña con los servicios de inferior calidad del sistema local, quizás entonces comiencen a entenderse las verdaderas lecciones del sistema cubano. Quizás, incluso, entre los amigos progresistas del Dr. Berwick.