por admin » Mar Oct 22, 2013 10:28 pm
SPANISHOctober 22, 2013, 12:02 a.m. ET
Los economistas aprenden las lecciones de la crisis
Por BRENDA CRONIN y BEN CASSELMAN CONNECT
El Premio Nobel de economía de este año fue compartido por un académico que predijo la burbuja inmobiliaria y otro que ha cuestionado el mero concepto de una burbuja financiera. No es de extrañar, entonces, que muchas personas tomen los pronunciamientos de los economistas con escepticismo, por no decir desdén.
Cinco años después de una crisis financiera que pocos anticiparon, los economistas siguen absorbiendo las lecciones de ese fracaso.
Un operador en la Bolsa de Nueva York en febrero de 2009, durante los peores días de la crisis financiera.
Aún no se ponen del todo de acuerdo sobre las causas del colapso, cómo edificar bases más sólidas ni cómo prevenir la próxima crisis. Incluso los defensores de la profesión dicen que todavía queda un largo camino por recorrer.
"Creo que la economía se encuentra casi en el mismo estado en que estaba la medicina alrededor del siglo XVIII", apunta Jonathan Wright, economista de la Universidad Johns Hopkins.
En su opinión, la economía superó la etapa en que se desangraba a los pacientes para curarlos, pero no ha alcanzado un nivel equivalente al de la medicina moderna.
La decisión sobre el Nobel ilustra tanto los avances que está logrando la economía como la distancia que le queda por recorrer.
En cierto modo, la elección de Eugene Fama, profesor de la Universidad de Chicago, y Robert Shiller, profesor de la Universidad de Yale, es una contradicción.
El trabajo de Fama se asocia a la "hipótesis de los mercados eficientes", que mantiene que los precios de los activos reflejan toda la información y, por lo tanto, en su versión más pura, niega la posibilidad de que se produzcan "burbujas" financieras.
Shiller, en cambio, ha demostrado que la trayectoria de los mercados a lo largo de meses y años a menudo no corresponde a los fundamentos financieros. (Ambos compartieron el premio con Lars Peter Hansen, profesor de la Universidad de Chicago, quien desarrolló métodos estadísticos para cotizar activos).
Desde otro punto de vista, sin embargo, el trabajo de los galardonados representa un proceso, no una paradoja.
El principal hallazgo de Fama —que los mercados absorben rápidamente información nueva— sigue siendo un pilar de la teoría financiera moderna. Más que contradecirla, los aportes de Shiller complementan esta observación: las fluctuaciones de los precios a corto plazo podrían reflejar la información más reciente, mientras que los cambios a mayor plazo provienen de varios factores, no todos racionales. El trabajo de Shiller no contradice el de Fama, del mismo modo que la teoría de la relatividad no condenó a la física newtoniana a la irrelevancia.
Fama enfatizó el terreno en común, en lugar de las diferencias, entre su trabajo y el de los otros dos premios Nobel.
"Al igual que Bob Shiller, yo también he escrito trabajos que dicen que sí hay predictibilidad allí", indicó hace unos días. "Estamos de acuerdo en los hechos y en desacuerdo con la interpretación (…) No hay evidencia que permita decir cuál es la interpretación correcta (…) todo depende del cristal con el que se mira".
Consultado sobre la dirección futura de las acciones, Fama —que dijo que estaba ocupado preparando su discurso de aceptación del Premio Nobel que deberá pronunciar a principios de diciembre— calificó al mercado de "básicamente impredecible".
Shiller es moderadamente optimista sobre los mercados a muy largo plazo, en base a una relación de precio-ganancia que él mismo elaboró.
"En realidad, es más fácil predecir a 10 años que a un año", apuntó hace unos días. "No es lo ideal, pero está bien", sentenció.
La buena noticia para los economistas, y las autoridades que siguen sus consejos, es que hay al menos tres motivos para esperar avances en la profesión.
El primero es que los problemas más relevantes para la política económica están recibiendo una mayor atención. La macroeconomía —el estudio de la economía nacional e internacional— había quedado relegada a un segundo plano antes de la crisis. Ahora hay un nuevo aprecio por los ciclos económicos, que trazan los altibajos de la economía, y por las finanzas.
El interés académico por los ciclos económicos disminuyó durante los años 90 y a principios de los 2000 por un motivo sencillo: parecían estar en retirada durante dos décadas de relativa estabilidad en las economías desarrolladas. Antes de la crisis financiera de 2008, el estudio de las fluctuaciones económicas "era como estudiar la anatomía de los dinosaurios", dijo Nicholas Bloom, profesor de economía de la Universidad de Stanford. "Llevaban mucho tiempo muertos y de repente nos golpeó el más grande desde la Gran Depresión".
La segunda razón para estar optimistas es que la crisis ha reposicionado las finanzas desde un área de nicho al corazón de la macroeconomía. El profesor Ricardo Reis de la Universidad de Columbia antes destinaba poco tiempo a las finanzas en su curso básico de economía. Ahora, dedica dos semanas, o 20% de sus clases, a los temas financieros.
"Es realmente crucial enseñar (…) los fundamentos de las finanzas, la cotización de activos y por qué tuvimos la crisis", anotó. "Para comprender la macroeconomía, se necesita responder estas preguntas".
En tercer lugar, la próxima generación de macroeconomistas estará armada con herramientas de investigación mucho más poderosas. En el pasado, los economistas tenían que probar incluso las teorías más expansivas con pequeños ejemplos, o "experimentos naturales", que no se aplicaban necesariamente a toda la economía. Por ejemplo, un estudio muy citado de los años 90 aprovechó el ingreso de cubanos a Miami procedentes del puerto Mariel en 1980 para estudiar el efecto de la inmigración en el mercado laboral.
Ahora, las computadoras más poderosas y el mejor acceso a la información hacen que sea posible probar hipótesis a una escala mucho más amplia y diseñar políticas según los resultados.
Al menos esa es la esperanza. En la práctica, los nuevos métodos a menudo solamente han permitido que los expertos rivales se aferren a sus posiciones con mayor certeza. En una conferencia reciente organizada por el Banco de la Reserva Federal de Atlanta, economistas presentaron trabajos utilizando técnicas avanzadas de estadística para llegar a conclusiones casi opuestas sobre el impacto de la prestación prolongada por desempleo en el mercado laboral.
La abundancia de nuevos datos del sector público y privado no ha contribuido mucho a mejorar los pronósticos a corto plazo: las predicciones de la Fed y de las firmas de Wall Street sobre el desempeño de la economía estadounidense han pecado de un exceso de optimismo.
El profesor de la Universidad de Harvard Raj Chetty, uno de los líderes del movimiento basado en los datos en la economía, acotó que el campo ha avanzado en poder responder preguntas concretas, como los efectos de la política tributaria en las decisiones de las empresas de gastar o ahorrar. Chetty indicó que la economía podría evolucionar a tal punto que pueda predecir —e incluso ayudar a prevenir— crisis financieras. Pero ese punto está aún muy distante.