por admin » Dom Sep 20, 2015 12:12 pm
A cambio de la residencia, extranjeros invierten en proyectos de lujo en EE.UU.
El completo Hudson Yards, en Manhattan, obtuvo fondos del programa de visas para inversionistas extranjeros EB-5. ENLARGE
El completo Hudson Yards, en Manhattan, obtuvo fondos del programa de visas para inversionistas extranjeros EB-5. Photo: Timothy Fadek for The Wall Street Journal
Por
Eliot Brown
Domingo, 20 de Septiembre de 2015 11:52 EDT
NUEVA YORK—El complejo de torres de apartamentos y oficinas que se eleva en el oeste de Manhattan, llamado Hudson Yards, parece un mundo completamente diferente a los proyectos de viviendas de interés social del norte de Nueva York.
Sin embargo, para efectos de un programa de inmigración que ayuda a financiar proyectos de desarrollo inmobiliario, Hudson Yards y Manhattanville, un conjunto de edificios de apartamentos destinados a residentes de bajos ingresos en Harlem, están en el mismo distrito: una franja paralela al río Hudson conectada por tres zonas determinadas por la Oficina del Censo.
Al fusionar, en papel, el adinerado barrio del centro de la ciudad con el de bajos recursos más al norte, Hudson Yards queda ubicada en una comunidad con una tasa de desempleo general alta, lo que permite que la firma constructora Related Cos. obtenga financiación de bajo costo a través de un programa estadounidense de visas para extranjeros.
El programa, conocido como EB-5, permite que extranjeros obtengan el estatus de residentes permanentes en Estados Unidos a cambio de invertir en nuevos emprendimientos que generen empleos en el país. Esto otorga a los proyectos en áreas de alto desempleo y rurales un estatus especial para estimular la inversión. No obstante, a medida que el programa gana popularidad, gran parte de la inversión de los inmigrantes se está dirigiendo a proyectos que están ubicados en vecindarios prósperos y urbanos como el de Hudson Yards, que tiene un costo de US$20.000 millones.
El 30 de septiembre se vence una pieza clave del programa EB-5. En momentos en el Congreso se prepara para votar sobre su reautorización, algunos legisladores cuestionan la forma en que se está usando el plan, y una pelea está en ciernes.
Patrick Leahy, senador demócrata, ha dicho que se está abusando del programa y por ello apoya una iniciativa que evitaría que proyectos en vecindarios afluentes reciban beneficios reservados para zonas con alto desempleo. Jeh Johnson, secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., también se ha pronunciado contra las “manipulaciones” del programa.
La principal preocupación es que el uso de la financiación EB-5 para torres de apartamentos de lujo y oficinas exprima la capacidad del programa y deje por fuera a las comunidades pobres. Bajo el programa, no se pueden emitir más de 10.000 visas al año que lleven a la residencia permanente o green card. El límite se alcanzó en el año fiscal que terminó el 30 de septiembre de 2014.
Aunque no se publican estadísticas sobre proyectos individuales, un reciente informe de dos profesores de la Universidad de Nueva York hizo seguimiento a 25 empresas nuevas y grandes que han recurrido al programa EB-5 para recaudar más de US$4.500 millones en financiación. Del total, 22 fueron proyectos inmobiliarios urbanos, incluyendo 14 en barrios acaudalados de Manhattan y otros en Seattle y en Las Vegas.
Related dice que sigue todas las reglas federales y estatales y que el impacto del proyecto no se limita a la parte occidental de la ciudad.
El dinero del EB-5 “nos permitió crear inmediatamente miles de empleos en toda la ciudad ofreciendo beneficios económicos regionales tangibles y beneficios directos a zonas de alto desempleo”, señaló una portavoz de Related. Hudson Yards “inequívocamente no estaría tan avanzado como lo está ahora sin este capital”, agregó.
Related es la firma que más usa financiación del EB-5. Según sus propios cálculos, ha recibido cerca de 20% de los dólares que se recaudan en la actualidad a través del programa. El año pasado, la empresa de capital cerrado utilizó el programa para obtener US$600 millones para la primera fase de Hudson Yards y está en proceso de obtener otros US$600 millones para una nueva torre de oficinas y un complejo minorista.
La clave para lograrlo es tener una comunidad circundante designada como Targeted Employment Area (TEA), es decir, una en la que la tasa de desempleo es al menos 150% del promedio nacional. Ese estatus permite que los extranjeros se acerquen a una green card al invertir US$500.000, normalmente como un préstamo. Si el proyecto no está ubicado en una TEA o zona rural, el inversionista extranjero tiene que poner US$1 millón, un nivel que reduce significativamente la participación.
El barrio adyacente a Hudson Yards incluye West Chelsea, un área elegante donde el desempleo según la Oficina del Censo fue de apenas 4,9% en 2012, por debajo del promedio nacional. Para obtener la financiación, la tasa debía ser de 12,2%, según una carta enviada en mayo de 2013 por un funcionario laboral del estado de Nueva York a Empire State Development Corp., una agencia de desarrollo económico del estado.
Para superar el impasse, funcionarios laborales del estado sumaron tres zonas paralelas al río Hudson más una que se extiende hasta West Harlem. Al combinar las cinco zonas, la tasa de desempleo llegó a 18,1%, decía la carta.
Las regulaciones federales permiten a los gobiernos estatales hacer esto, siempre y cuando las zonas agrupadas sean contiguas. Las autoridades estatales, ansiosas por el desarrollo económico y con poca participación en la política de inmigración federal, suelen estar del lado de las urbanizadoras. Empire State Development, la agencia estatal que designó el área de Hudson Yards como de alto desempleo, defiende la práctica diciendo que estos tipos de proyectos generan empleos y beneficios para personas de toda la ciudad y la región.
Los partidarios del programa en el Congreso lo defienden como una herramienta de desarrollo. “Empleos que no le cuestan al gobierno son empleos que no le cuestan al gobierno”, dice Mark Amodei, representante republicano de Nevada, quien apoya una iniciativa para dejar el EB-5 en gran parte como está.
Cuando fue creado en 1990, la idea era simple: alguien que aspire a inmigrar a EE.UU. ayudaría a financiar un negocio nuevo o expandir uno existente, especialmente en áreas con necesidades de capital. Si se determinaba que la inversión había creado 10 empleos por cada solicitante en dos años, la familia del inversionista extranjero recibiría la residencia permanente.
Durante años, el programa permaneció en la oscuridad, pero las cosas cambiaron en 2009, cuando el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. permitió que se contabilizaran los empleos de construcción si duraban al menos dos años. Los bancos habían dejado de prestar para proyectos inmobiliarios tras la crisis financiera.
Los urbanizadores descubrieron el programa. El dinero de inversionistas extranjeros, principalmente chinos, empezó a llegar a grandes proyectos a lo largo de EE.UU., desde edificios de apartamentos en Washington hasta hoteles en Hollywood.
Hoy en día, las visas EB-5 gozan de gran popularidad. En el año fiscal que terminó en septiembre de 2014, hubo 10.923 solicitantes, frente a 486 en 2006. Aunque los bancos ya han vuelto a financiar proyectos inmobiliarios, las constructoras se ven atraídas por los bajos costos de obtener fondos a través del EB-5. Los extranjeros, que tienen en la mira la green card, aceptan tasas de interés bajas.
Mientras tanto, algunos que desean recaudar dinero para proyectos en las zonas rurales y barrios de bajos ingresos dicen que les resulta cada vez más difícil competir. Evan Daniels ha intentado durante cuatro años recaudar unos US$40 millones a través del EB-5 para una planta de fabricación de puertas en Lamar, un pueblo rural de Missouri. “Cuanto más trabajábamos en esto, más nos dábamos cuenta de que el dinero se iba a Los Ángeles y a Nueva York”, dice.
—Esther Fung
contribuyó a este artículo.