por admin » Mar Ene 25, 2011 11:23 am
Los democratas y la izquierda, sindicatos, etc. no quieren saber nada con los TLC, son los republicanos los que apoyan los tratados de libre comercio. Gracias a Bush se hizo permanente el TLC con el Peru. Ahora Obama esta trabajando en su reeleccion.
La oportunidad de Obama con el libre comercio
Una campaña vehemente para la aprobación de los acuerdos con Corea del Sur, Colombia y Panamá puede ayudar a replantear su presidencia
Por Thomas "Mack" Mc Larty III y Nelson W. Cunningham
Mucho se ha escrito sobre la elección de Bill Daley como jefe de gabinete de la Casa Blanca, una posición que a veces ha sido llamada "Pararrayos en jefe" (un título cuya precisión uno de nosotros confirma claramente). La mayoría está de acuerdo en que Daley es la elección perfecta para ayudar al presidente Obama a definir un nuevo tono para su presidencia. Es un moderado, con convicciones fuertemente enraizadas en los principios y prácticas del Partido Demócrata. Aunque proviene de la comunidad empresarial, no es un tecnócrata descolorido o un títere de los republicanos. Es un Daley de Chicago y no olvidará las necesidades de los votantes de clase trabajadora que han apoyado a los Daley durante 50 años, o las lecciones políticas que aprendió en las rodillas de su padre, el alcalde Richard J. Daley.
Daley necesitará toda su habilidad política para abordar lo que pensamos que debería transformarse en uno de los logros principales de su gestión: el regreso del libre comercio como elemento central de la visión del Partido Demócrata sobre la competitividad económica y la globalización.
Bill Clinton adoptó esta visión, y entendió que la liberalización comercial requiere fuertes esfuerzos bipartidarios. Para aprobar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) en 1993, creamos una comando bipartidario en la Casa Blanca, encabezado por Bill Daley y el ex representante republicano Bill Frenzel. Daley y Frenzel trabajaron juntos, con el total apoyo del presidente y del personal de la Casa Blanca, para lograr la aprobación del Nafta en la Cámara de Representantes con 102 votos demócratas y 132 republicanos, y con un respaldo igualmente bipartidista en el Senado.
.El comercio liberalizado estaba también en el corazón del punto de vista del presidente Clinton de que Estados Unidos necesitaba la competencia internacional para tener éxito en un mundo cada vez más dependiente del comercio. No todos los demócratas compartían esta opinión, aunque Clinton la promocionó fuertemente dentro del partido.
Pero perdimos rápidamente ese consenso bipartidista y los avances que Clinton había obtenido en su propio partido. Hacia 1997, cuando Clinton buscó la extensión de la autoridad para negociar más acuerdos comerciales por la "vía rápida", el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, no logró que la mayoría de su partido apoyase al presidente y el esfuerzo fracasó. Y aunque el presidente George W. Bush logró avanzar en el Congreso con asuntos comerciales con sus mayorías republicanas, lo hizo principalmente con apoyo de su partido.
Durante los dos primeros años del mandato del presidente Obama, los progresos en materia comercial quedaron, en su mayoría, congelados. Obama declaró su apoyo a las partes no finalizadas de la agenda comercial de Bush- acuerdos de libre comercio con Corea del Sur, Panamá y Colombia, la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el ingreso de Rusia a esa organización- pero pocos avances medibles se han logrado.
Ahora, en el lapso de unas pocas semanas, Obama renegoció el acuerdo de libre comercio con Corea del Sur y anunció que será una prioridad en el nuevo Congreso. Ha dado pasos para resolver una disputa comercial de vieja data con México vinculada al tránsito de camiones que se remonta a los años de Clinton. Y, con la selección de Daley, el presidente contrató al hombre que puede lograr que este renacer de los temas comerciales sea una realidad.
¿Ahora qué? Nuestra experiencia nos dice que la única forma de pasar un acuerdo comercial importante en el Congreso- incluso un Congreso donde el nominalmente pro-libre comercio Partido Republicano domina la Cámara de Representantes- es con un fuerte y firme liderazgo presidencial, un equipo y un gabinete en la Casa Blanca que estén unidos, y una aproximación verdaderamente bipartidaria a todos los interesados y al Congreso.
En primer lugar, el presidente debe estar totalmente comprometido. El Nafta fue un éxito bipartidario en gran parte debido al involucramiento personal de Clinton y a las a veces tortuosas negociaciones con los miembros del Congreso. Es cierto que algunos favores se concedieron y más de un puente fue construido como resultado de los votos a favor del Nafta, algo que probablemente todavía entienden en Chicago.
En segundo lugar, la Casa Blanca y el gabinete deben estar unidos para lograr la aprobación. Todos desde el vicepresidente Joe Biden, hasta la secretaria de Estado, Hillary Clinton pasando por la Secretaria de Trabajo, Hilda Solís y el representante comercial, Ron Kirk, deben estar totalmente comprometidos, sin dudar. No olvide el papel crucial que el entonces vicepresidente, Al Gore, tuvo en el debate de 1993 con Ross Perot, para hacer que la opinión pública se volcara a favor del Nafta.
En tercer lugar, el esfuerzo debe ser genuinamente bipartidario. Necesitamos muchos miembros de ambas partes para hacer posible la aprobación (esto es particularmente cierto con una amplia representación del "tea party" dentro del Partido Republicano que aún no se ha definido respecto a los temas comerciales). Quizás Obama pueda tomar una lección de 1993 y traer a la Casa Blanca algún prominente republicano – la ex representante comercial Carla Hills, el ex jefe de gabinete de Reagan, Ken Duberstein o ex congresistas como Jim Kolbe o Chris Shays, por ejemplo- para ayudar a defender el esfuerzo.
Finalmente, el presidente tiene que mostrar que su compromiso con el acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Corea del Sur no es flor de un solo abril. Los moderados e independientes que han sido asustados con un enfoque económico que a su parecer se mueve fuertemente hacia la izquierda están buscando señales de que el presidente adopta sus puntos de vista centristas. Un compromiso con la reducción del déficit, un esfuerzo sostenido por acercarse a las empresas, y una adopción genuina de la liberalización comercial deben ir de la mano. Aún más importante, el presidente debe comprometerse con el avance de los acuerdos comerciales pendientes con Colombia y Panamá ahora mismo, en vez de dejarlos para más tarde como preferirían algunos en su gobierno. ¿Para qué molestarse por hacer algo a medias en materia comercial?
Una campaña a todo dar por los acuerdos de libre comercio con Corea del Sur, Colombia y Panamá, junto con el acceso a la OMC de Rusia, podría ayudar a replantear esta presidencia. Al capitalizar su selección de Daley con una renovada política comercial estadounidense, Obama tiene la posibilidad de recordar a los moderados de ambos partidos y a los votantes independientes que es el hombre por el que votaron en 2008- un líder que aprecia los objetivos de las empresas grandes y pequeñas, y que ve a Estados Unidos como lo suficientemente confiado e innovador como para seguir siendo la verdadera guía de la economía global.
También le daría al presidente la oportunidad de fortalecer sus lazos con aliados de larga data que cultivan la democracia liberal, rechazan viejas y feas tradiciones políticas y sociales, están con nosotros codo a codo cuando se trata de combatir las fuerzas más oscuras del mundo, y están dispuestos a abrir sus mercados a nosotros, o, en el caso de Rusia, a alentar esa conducta. No será fácil, y esto puede hacer enojar a algunos en la base demócrata, pero es esencial.
Mc Larty fue jefe de gabinete del presidente Clinton entre 1993 y 1994 y ayudó a incorporar a Bill Daley a la Casa Blanca para encabezar el esfuerzo de ratificación del Nafta en 1993. Cunningham fue un colaborador del presidente Clinton y del entonces senador Joseph Biden.