por admin » Jue Ene 27, 2011 2:56 pm
Por qué tener padres millonarios no influye en el desarrollo de un niño
Por Jonah Lehrer
¿Cuánto importan las decisiones de los padres? La mayoría de los padres cree que incluso los actos más mundanos de los padres —desde su elección de una guardería hasta su postura respecto a los videojuegos— pueden influenciar profundamente el éxito de sus hijos. Los hijos son como arcilla húmeda, según esta visión, y nosotros somos los escultores.
Sin embargo en pruebas que miden muchos factores, desde la inteligencia al autocontrol, el poder del hogar palidece en comparación al poder de los genes y los grupos de pares. Quizás pensemos que somos los escultores, pero la arcilla está mayormente moldeada.
Un nuevo estudio sugiere que ambas metáforas pueden ser verdaderas. Cuál es relevante depende, según resulta, del estatus económico de las familias.
Para un ensayo en la publicación Psychological Science, investigadores de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Virginia analizaron 750 pares de mellizos estadounidenses que rindieron una prueba de habilidad mental a los 10 meses de edad y luego a los dos años. Al estudiar el desempeño de mellizos idénticos en lugar de mellizos fraternales, los científicos pudieron obtener datos sobre la importancia relativa de factores como la genética y el hogar. Debido a que los infantes provenían de hogares de todo el espectro socioeconómico, también fue posible ver la forma en que la riqueza influenciaba los resultados de las pruebas.
.Cuando se trataba de la habilidad mental de bebés de 10 meses, el hogar era la variable clave, en todas las clases socioeconómicas. Pero los resultados de los niños de 2 años fueron dramáticamente distintos. En niños de hogares más pobres, las elecciones de los padres aún tenían importancia. De hecho, los investigadores estimaron que el hogar representó aproximadamente 80% de la discrepancia individual en la capacidad mental entre los niños de 2 años pobres. El efecto de la genética era insignificante.
El patrón opuesto aparecía en niños de 2 años de hogares ricos. Para estos niños, la genética determinaba el desempeño primordialmente, lo que representaba casi 50% de toda la variación en capacidad mental. (Los científicos llegaron a esta conclusión basados en el hecho de que los mellizos idénticos tuvieron un desempeño mucho más similar que los mellizos fraternales). El hogar fue un distante factor secundario. Para los padres, la correlación parece ser clara: a medida que aumenta la riqueza, las elecciones de los adultos juegan un rol mucho más pequeño en determinar la capacidad mental de sus hijos.
Niños de hogares ricos obtienen todas las ventajas que el dinero puede comprar, desde clases de música a tutores para los exámenes. Aunque los padres podrían preocuparse por los detalles de este tipo de ventajas —¿es mejor tocar el piano o el violín?— estos detalles son mayormente insignificantes, sujetos a la ley de los retornos que disminuyen. Como señala el bloggero de ciencia Razib Kahn: "Cuando se quita la variable del hogar, la variable genética se mantiene".
Estos resultados captan las sorprendentes inequidades de desarrollo que se instalan casi de forma inmediata, así que incluso la capacidad mental de niños de 2 años puede afectada profundamente por el estatus socioeconómico de sus padres. Como consecuencia, su potencial genético es restringido.
Aunque este estudio más reciente no especula sobre las causas de estas diferencias de clases, investigaciones previas se han concentrado en una cantidad de factores, como la variedad de palabras dirigidas hacia el niño (más variedad conduce a calificaciones más altas en las pruebas), la cantidad de libros en el hogar en incluso la proporción de afirmaciones alentados contra advertencias desalentadoras. Para los 3 años, los niños de hogares más ricos escuchan, en promedio, alrededor de 500.000 afirmaciones de aliento y 80.000 de desaliento. La proporción es la inversa en hogares pobres.
Este tipo de estadísticas llevó a muchos investigadores a resaltar la importancia de mejorar el ambiente de la primera infancia de niños pobres. Economistas como James Heckman, un ganador del Nobel de la Universidad de Chicago, pide desde hace tiempo mayores inversiones en la educación previa a la escolaridad, pero este estudio más reciente sugiere que las intervenciones deben comenzar incluso antes.
Eliminar este tipo de inequidades en los primeros años de vida simplemente crearía una nueva clase de inequidad, impulsada por la genética. Pero un mundo así al menos permitiría que más niños se acerquen a su potencial mental, sin las limitaciones de los errores o la pobreza de sus padres. El mayor lujo que podemos darles a nuestros hijos, resulta ser, es el lujo de ser el tipo de padre que no importa en lo absoluto.