por admin » Dom Feb 27, 2011 8:45 pm
Los sindicatos vs el Derecho a Trabajar
Que ironico es que Wisconsin se ha ya convertido en el ground zero de la batalla entre los que pagamos impuestos y los sindicatos de los empleados publicos. Winconsin fue el primer estado que dio derechos a los trabajadores del gobierno para negociar condiciones de trabajo en 1959, siguiendo la tradicion donde se introdujo por primera vez el pago de impuestos a los ingresos en 1911, antes de la introduccion a lo que ahora conocemos como los impuestos a los ingresos oficialmente cobrados por el gobierno (1913)
A los sindicatos les gusta presentar el derecho a negociar como una libertad civil, apelando a la libertad de expresion, prensa, asociacion y religion. Para el sindicato de los profesores, el poder de negociar las condiciones de trabajo significa que los proveedores de servicios a los colegios publicos en ese estado y todos los estados puedan participar en la negociacion de lso salarios, beneficios y condiciones de trabajo. Una analogia para los negocios seria que los proveedores de una compania de aerolineas tengan voz y voto en la fijacion de precios de los boletos, la capacidad del avion, etc, etc. Desde ese punto de vista este derecho es mas parecido a una ley antimonopolio que un derecho civil
De hecho, los sindicatos estan sujetos a las leyes de antimonopolio del Sherman Antitrust Act de 1980, la cual fue aplicada por primera vez en 1894 al sindicato de los ferrocarriles. Sin embargo, los sindicatos lograron una excepcion a la ley en legislaturas consecuentes, notablemente el Clayton Antitrust Act de 1914 y el de National Labor Relacions Act en 1935.
Remarcablemente, los sindicatos no solo estan inmunes a las leyes antimonopolio si no que tambien pueden negociar un "union shop" o tienda de sindicatos, el cual requiere que los empleados no sindicalizados tengan que sindicalizarse o de no hacerlo igualmente tienen que pagar las mensualidades que pagan los sindicalizados. No se sabe como, a pesar de los muchos intentos, los sindicatos no han tenido el poder de repeler la porcion de la ley de 1947 Taft Hartley Act que le permite a los estados a pasar o aprobar el "right to work" derecho a trabajar-sin ser forzados a unirse a los sindicatos o pagar las mensualidades que pagan los sindicalizados-tiene mayor derecho que la negociacion de las condiciones de trabajo. (Sin mencionar que el "derecho a trabajar" tiene una mas placentera, liberal sonido que "negociaciones de condiciones de trabajo" El presionar las leyes de "derecho a trabajar," las cuales no han sido implementadas en nunguna parte excepto por Oklahoma en los ultimos 20 anios, parece que se van.
En reconocimiento a la nueva realidad fiscal del pais, hasta los sindicatos y sus aliados democratas en Wisconsin han aceptado los recortes a los sueldos y beneficios que el gobernador ha propuesto, siempre y cuando el se olvide de restringir el derecho a la negociacion colectiva. El problema es que ese "compromiso" deja intacta la estructura de la fortaleza y poder de los sindicatos que han provocadado esta crisis en primer lugar, esta insostenible situacion fiscal; despues de todo, el proximo gobernador podria ser uno que no sea tan disciplinado fiscalmente. Una solucion a largo plazo requiere un cambio en la estructura, por ejemplo, restringir la negociacion colectiva para los empleados publicos, y aun mas, la introduccion de la ley "derecho a trabajar"
Hay evidencia que las leyes de "derecho a trabajar" o, mas ampliamente, las politicas a favor de los negocios ofrecidas por los estados como incentivo al crecimiento de la economia. En una investigacion publicada en el 2000, el economista Thomas Holmes de la Universidad de Minnesota comparo ciudades cercanas al borde entre estados con y sin la ley "derecho a trabajar." El encontro que el crecimiento acumulado del empleo en manufactura en los estados con la ley "derecho a trabajar" fue 26% mas alto que en los estados sin la ley "derecho a trabajar"
Mas alla de Wisconsin, un asunto critico es que estado sera el proximo en confrontar estos conflictos laborales. De hecho,
uno puede interpretar las reacciones extremas de las demostraciones de los sindicatos y la ausencia de los legisladores Democratas en Wisconsin no como atentos para influenciar al estado - lo cual puede ser una causa perdida - pero mas que nada para asustar a los demas politicos en otros estados para que no tomen posiciones contra los sindicatos.
En general, los estados preferidos seran los que tengan a un gobernador y las dos casas del estado legislativo republicanos (por las elecciones del 2010), en donde una sustancial cantidad de derechos para negociacion colectiva por parte de los empleados publicos existen. Ese grupo incluye a Indiana, el cual ha estado muy activo al igual que Wisconsin; ironicamente, Indiana puso la ley "derecho a trabajar" en 1957 pero la repelio en 1965. De otra manera, mi lista tentativa incluye a Michigan, Pennsylvania, Maine, Florida, Tennesse, Nebraska, Kansas, Idaho, North Dakota y South Dakota.
La crisis nacional fiscal y la recesion que empezaron en el 2008 tuvieron muchos efectos, incluyendo las crisis de las pensiones y de los seguros de salud en muchos estados. Pero al menos una consecuencia positiva es que para regresar a la disciplina fiscal se requiere darle una reexaminacion al crecimiento de la economia y al poder politico de los empleados publicos. Esperamos que los politicos como el gobernador de Wisconsin Walker mantendra sus resolucion y alcanzara una mas sensible estructura para los que pagan los impuestos en los respectivos estados.
Mr. Barro is a professor of economics at Harvard and a senior fellow at Stanford University's Hoover Institution.
Unions vs. the Right to Work
Collective bargaining on a broad scale is more similar to an antitrust violation than to a civil liberty
By ROBERT BARRO
How ironic that Wisconsin has become ground zero for the battle between taxpayers and public- employee labor unions. Wisconsin was the first state to allow collective bargaining for government workers (in 1959), following a tradition where it was the first to introduce a personal income tax (in 1911, before the introduction of the current form of individual income tax in 1913 by the federal government).
Labor unions like to portray collective bargaining as a basic civil liberty, akin to the freedoms of speech, press, assembly and religion. For a teachers union, collective bargaining means that suppliers of teacher services to all public school systems in a state—or even across states—can collude with regard to acceptable wages, benefits and working conditions. An analogy for business would be for all providers of airline transportation to assemble to fix ticket prices, capacity and so on. From this perspective, collective bargaining on a broad scale is more similar to an antitrust violation than to a civil liberty.
In fact, labor unions were subject to U.S. antitrust laws in the Sherman Antitrust Act of 1890, which was first applied in 1894 to the American Railway Union. However, organized labor managed to obtain exemption from federal antitrust laws in subsequent legislation, notably the Clayton Antitrust Act of 1914 and the National Labor Relations Act of 1935.
Remarkably, labor unions are not only immune from antitrust laws but can also negotiate a "union shop," which requires nonunion employees to join the union or pay nearly equivalent dues. Somehow, despite many attempts, organized labor has lacked the political power to repeal the key portion of the 1947 Taft Hartley Act that allowed states to pass right-to-work laws, which now prohibit the union shop in 22 states. From the standpoint of civil liberties, the individual right to work—without being forced to join a union or pay dues—has a much better claim than collective bargaining. (Not to mention that "right to work" has a much more pleasant, liberal sound than "collective bargaining.") The push for right-to-work laws, which haven't been enacted anywhere but Oklahoma over the last 20 years, seems about to take off.
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Associated Press
In Wisconsin, the angry face of union power.
.The current pushback against labor-union power stems from the collision between overly generous benefits for public employees— notably for pensions and health care—and the fiscal crises of state and local governments. Teachers and other public-employee unions went too far in convincing weak or complicit state and local governments to agree to obligations, particularly defined-benefit pension plans, that created excessive burdens on taxpayers.
In recognition of this fiscal reality, even the unions and their Democratic allies in Wisconsin have agreed to Gov. Scott Walker's proposed cutbacks of benefits, as long as he drops the restrictions on collective bargaining. The problem is that this "compromise" leaves intact the structure of strong public-employee unions that helped to create the unsustainable fiscal situation; after all, the next governor may have less fiscal discipline. A long-run solution requires a change in structure, for example, by restricting collective bargaining for public employees and, to go further, by introducing a right-to-work law.
There is evidence that right-to-work laws—or, more broadly, the pro-business policies offered by right-to-work states—matter for economic growth. In research published in 2000, economist Thomas Holmes of the University of Minnesota compared counties close to the border between states with and without right-to-work laws (thereby holding constant an array of factors related to geography and climate). He found that the cumulative growth of employment in manufacturing (the traditional area of union strength prior to the rise of public-employee unions) in the right-to-work states was 26 percentage points greater than that in the non-right-to-work states.
Beyond Wisconsin, a key issue is which states are likely to be the next political battlegrounds on labor issues. In fact, one can interpret the extreme reactions by union demonstrators and absent Democratic legislators in Wisconsin not so much as attempts to influence that state—which may be a lost cause—but rather to deter politicians in other states from taking similar actions. This strategy may be working in Michigan, where Gov. Rick Snyder recently asserted that he would not "pick fights" with labor unions.
In general, the most likely arenas are states in which the governor and both houses of the state legislature are Republican (often because of the 2010 elections), and in which substantial rights for collective bargaining by public employees currently exist. This group includes Indiana, which has recently been as active as Wisconsin on labor issues; ironically, Indiana enacted a right-to-work law in 1957 but repealed it in 1965. Otherwise, my tentative list includes Michigan, Pennsylvania, Maine, Florida, Tennessee, Nebraska (with a nominally nonpartisan legislature), Kansas, Idaho, North Dakota and South Dakota.
The national fiscal crisis and recession that began in 2008 had many ill effects, including the ongoing crises of pension and health-care obligations in many states. But at least one positive consequence is that the required return to fiscal discipline has caused reexamination of the growth in economic and political power of public-employee unions. Hopefully, embattled politicians like Gov. Walker in Wisconsin will maintain their resolve and achieve a more sensible long-term structure for the taxpayers in their states.
Mr. Barro is a professor of economics at Harvard and a senior fellow at Stanford University's Hoover Institution.