por admin » Lun Mar 28, 2011 9:58 am
¿Y si se desata una nueva crisis?
La capacidad de pago de los países desarrollados se acerca al límite
Por Mark Whitehouse
Las tensiones financieras creadas por las crisis en Japón y Europa ponen de relieve un creciente problema: los países desarrollados está acercándose al punto en que no podrán afrontar los costos de un nuevo desastre.
Japón y Europa encaran crisis muy diferentes: una causada por la naturaleza y la otra, por el hombre. Pero desde una perspectiva financiera, son llamativamente similares. En ambos casos, los costos de mitigar desastres están tensando las cuentas ya abrumadas de los gobiernos. En Japón, el gobierno más endeudado del mundo desarrollado, el desenlace es aún incierto. Portugal, cuyo primer ministro dimitió la semana pasada, podría ser el próximo país en recibir un paquete de rescate.
Las tensiones en Tokio y Lisboa reflejan un problema mayor. Conforme los gobiernos de países avanzados asumen una creciente responsabilidad para proteger a sus ciudadanos, inversionistas, bancos y compañías de las penurias infligidas por los desastres, extreman sus recursos financieros hasta cerca del límite. Ello, dicen economistas, podría privarlos de los medios necesarios para responder la próxima vez que ocurra una crisis de proporciones.
."¿Podemos permitirnos otra crisis? Creo que la respuesta es no", dice Raghuram Rajan, profesor de la Universidad de Chicago quien se desempeñó como economista jefe del Fondo Monetario Internacional entre 2003 y 2007. "Simplemente no tenemos la capacidad fiscal en muchos países para rescatar nuevamente el sistema".
Hasta 2010, el endeudamiento promedio del gobierno central entre los países avanzados ascendía a 74% del Producto Interno Bruto (PIB), tres veces más que en 1970, según los economistas Carmen Reinhart, del Instituto Peterson para la Economía Internacional, y Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard. Se trata del nivel más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La acumulación de deuda ha coincidido con una transformación en el papel de los gobiernos de los países avanzados durante las crisis. Cada vez más, han intervenido como el asegurador de última instancia, asumiendo toda clase de costos, desde reconstruir comunidades costeras hasta garantizar las deudas de bancos y compañías privadas. Reinhart observa que los aumentos en la deuda fiscal han sido particularmente marcados después de las crisis financieras.
Mientras tanto, la capacidad de pago de los países industrializados se está debilitando. Sus economías maduras crecen a un ritmo más pausado que el mundo emergente, el envejecimiento de la población les resta potencial para obtener el dinero que necesitan para pagar las pensiones y el cuidado de la salud de la población y la clase de impuestos que financiarían sus ambiciones encaran una férrea oposición política.
"Existe la expectativa de que el gobierno siempre estará allí para el rescate y la expectativa de que las tasas impositivas siempre se mantendrán bajas", dice Rogoff. Ambas "son incoherentes", asevera.
Es muy difícil saber exactamente cuánta más deuda pueden asumir los gobiernos antes de que se metan en problemas, pero los economistas del FMI han hecho un intento por calcularlo. En un documento reciente, identificaron el máximo nivel de deuda que 23 economías industrializadas habían logrado gestionar sin caer en cesación de pagos. Luego, usando los pronósticos del FMI sobre tasas de interés y niveles de deuda real, calcularon cuánto más deuda podía asumir cada país antes de alcanzar su límite.
El resultado: Japón, Grecia, Italia, Portugal e Islandia ya han llegado a sus límites, lo cual significa que necesitan implementar medidas más severas que en el pasado para poner sus deudas bajo control.
Otros se están acercando a ese nivel. EE.UU., por ejemplo, puede acumular deuda equivalente a 51% del PIB antes de alcanzar su límite, una brecha que podría cerrar en unos 15 años a menos que tome medidas correctivas.
Los economistas del FMI realizaron estas estimaciones antes del terremoto y tsunami en Japón y de la aprobación de un nuevo fondo de rescate en Europa.
Los resultados del ejercicio no son tranquilizadores. En la previsión más pesimista, las inquietudes de los inversionistas acerca de los niveles de deuda podrían desencadenar una crisis financiera y los gobiernos carecerían de los recursos suficientes para combatirla.
Alternativamente, los gobiernos tienen algunos medios para reducir sus niveles de deuda a expensas de sus acreedores. Los países que tienen sus propias monedas, como EE.UU. y el Reino Unido, pueden devaluar sus deudas por medio de la inflación.
Los gobiernos también pueden obligar o convencer a los bancos, fondos de pensiones y otras instituciones financieras a comprar deuda soberana de rendimiento relativamente bajo, un fenómeno ya visible en Irlanda, que ha anunciado un plan para vender bonos especiales de largo plazo a sus fondos de pensiones.
Las medidas draconianas, empero, no surtirán efecto a la larga a menos que los gobiernos empiecen a gastar dentro de sus propios medios.