por admin » Vie May 21, 2010 5:45 am
La caída del euro genera temores de una intervención coordinada en el mercado
Por Bob Davis, en Washington, Brian Blackstone, en Fráncfort, y Dinny McMahon, en Beijing
Las autoridades en Estados Unidos y Europa podrían verse presionados a recurrir a una de las escasas herramientas que aún no han utilizado e intervenir directamente en los mercados cambiarios si el euro reanuda su pronunciada caída.
Las autoridades se han cuidado de no usar esta herramienta durante una década y siguen conformes con permitir que los mercados determinen el valor del euro, que ha caído alrededor de 17% desde principios de diciembre, lo que preocupa a los exportadores de todo el mundo que compiten con los europeos y genera temores inflacionarios en Alemania. La preocupación sobre una posible intervención impulsó el euro a casi US$1,26, luego de que la moneda cayera por debajo de US$1,23 durante la jornada del jueves.
"Realmente estoy preocupado por el rápido [ritmo] de la caída del tipo de cambio", reconoció el jueves Jean-Claude Juncker, director de los ministros de Finanzas de la zona euro, aunque indicó que no creía que el nivel del euro requiriera de "atención inmediata". Ted Truman, ex funcionario del Departamento del Tesoro de EE.UU., opina que "es correcto que las autoridades estén pensado en una posible protesta" por la caída del euro a través de una intervención.
En una intervención, los bancos centrales compran grandes cantidades de una moneda débil en el mercado de divisas a cambio de una moneda fuerte, con la esperanza de revertir la caída de la moneda débil. Este tipo de maniobras, sin embargo, suele fallar.
Ni EE.UU. ni la zona euro han intervenido en el mercado cambiario desde 2000 y ambos no esconden su escepticismo sobre la efectividad de la práctica. EE.UU. se unió a Europa, Japón, Gran Bretaña y Canadá al comprar entre US$3.000 millones y US$5.000 millones de euros en septiembre de 2000, poco después del lanzamiento de la moneda común. Dos meses después, el Banco Central Europeo (BCE) compró más euros, cuando la moneda se cotizaba a alrededor de 87 centavos de dólar, poco menos que la mitad de su valor más alto, que alcanzó en abril de 2008 en alrededor de US$1,60.
Aunque EE.UU. y Europa han gastado sumas cuantiosas de dinero para combatir la recesión global y han relajado de forma notoria la política monetaria, no se han inmiscuido en los mercados de divisas, al entender que los altibajos de sus monedas reflejan los fundamentos de la economía.
Numerosos economistas creen que el euro se cotiza a un nivel adecuado, si se toma en cuenta el complicado panorama fiscal y las menores perspectivas de crecimiento en Europa.
El paquete de préstamos de 110.000 millones de euros (US$136.000 millones) para Grecia, seguido de un compromiso de casi US$1 billón (millón de millones) para otros países europeos en aprietos, dejó al descubierto la fragilidad financiera de la región y planteó la posibilidad de que el BCE tenga que imprimir dinero y devaluar la divisa. Las divergencias europeas sobre la regulación de los mercados financieros también ha presionado al euro (ver nota relacionada).
Algunos funcionarios europeos afirman que un declive paulatino del euro es una ventaja económica porque abarata las exportaciones europeas. "Si le pregunta al jefe de EADS [el fabricante de los aviones Airbus] sobre el impacto de la caída del euro sobre sus ganancias, estoy seguro de que se lo puede precisar hasta la última cotización del euro", indicó la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, durante una conferencia de prensa en París.
Marco Annunziata, economista jefe de UniCredit en Londres, calcula que el euro tendría que caer a alrededor de US$1,10 en una semana aproximadamente para generar una reacción de las autoridades. Un descenso de este tipo podría sacudir a los mercados en todo el mundo, elevar las tasas de interés en Europa y socavar la recuperación de la economía mundial.
Una intervención en el mercado de divisas podría adoptar varias formas. Una de las más sencillas serían declaraciones de autoridades clave que avierten, en un lenguaje codificado, de una posible intervención. En junio de 2008, por ejemplo, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, advirtió sobre los peligros de un dólar débil. Eso le dio a la moneda de EE.UU. un breve impulso, aunque la Fed no llegó a intervenir.
Otra posibilidad es una declaración coordinada por parte de un grupo de países influyentes, como sucedió en septiembre de 2000.
El objetivo de este tipo de declaraciones es producir el desenlace deseado sin arriesgarse a realizar una intervención real que podría acarrear repercusiones negativas.
Un riesgo de intervenir es que los inversionistas podrían creer que las autoridades han realizado un diagnóstico erróneo sobre por qué suben y caen las monedas o no tienen la voluntad de lidiar con un problema subyacente. Eso, a su vez, podría conducir a movimientos aún más bruscos en el mercado.
La gran incógnita es el papel de China, cuyas reservas ascienden a los US$2,5 billones (millones de millones). Beijing ha reiterado una y otra vez su deseo de diversificar sus fondos, donde en estos momentos predomina el dólar, al aumentar la cantidad de euros. Los analistas creen que es factible que China participe en una acción coordinada para apuntalar el euro.
El economista de la Universidad de Harvard Jeffrey Frankel afirmó que la participación china le daría un poderoso impulso a cualquier medida. "Si se interviene ahora [sin China], los mercados probablemente no responderían bien y los gobiernos perderían", indicó. "Si los chinos están de nuestro lado, esos US$2,5 billones en reservas podrían intimidar a cualquiera, incluso los mercados".