por admin » Dom Sep 11, 2011 7:10 pm
Los judíos chinos enfrentan preguntas existenciales
Por BOB DAVIS
KAIFENG, China— Zhang Xinwang, un chino de cara redonda con barba puntiaguda, se llama a sí mismo "Moishe".
"¿Cree que parezco judío?", pregunta.
Durante gran parte del milenio pasado, los judíos de Kaifeng —descendientes de mercaderes que llegaron aquí de Persia, probablemente alrededor del siglo XI— han luchado contra una pregunta existencial: ¿Qué significa ser judío?
El puñado de habitantes de Kaifeng que van a Israel a veces se quedan perplejos cuando descubren que tienen que pasar un proceso de conversión certificada por un rabino para ser aceptados como judíos. Mientras, los que se quedan en casa tienen disputas por ver quién es realmente judío.
La pregunta tiene consecuencias sorprendentes en esta ciudad amurallada y polvorienta del centro de China. Según el gobierno de ese país, en Kaifeng no hay judíos porque no existen los sino-judíos. El judaísmo no es una de las cinco religiones oficiales de China y los judíos no están reconocidos como una de las 55 minorías oficiales del país.
Los judíos ortodoxos tienen un punto de vista similar, pero por diferentes razones. La herencia de los judíos de Kaifeng se trasmite a través del padre, como en la tradición china, mientras los judíos ortodoxos sostienen que el Judaísmo se hereda por vía materna.
"Puede que tengan ancestros judíos, pero ellos no son judíos", afirma el rabino Shimon Freundlich, que dirige la casa Chabad (por una organización judía jasídica con sede en Nueva York) en Pekín. "No ha habido una comunidad judía en Kaifeng en 400 años".
Excepto ésta, aunque está dividida y reducida. Entre 500 y 1.000 personas en la ciudad afirman que son descendientes de judíos de Kaifeng, y se aferran al menos a algunas de las tradiciones.
Los primeros mercaderes judíos llegaron a Kaifeng cuando la ciudad pasaba por su mejor momento, como capital de la dinastía Song. Se casaron con mujeres locales y ascendieron hasta convertirse en mandarines y oficiales militares. A través de los siglos se homogeneizaron étnicamente y el mundo los olvidó hasta 1605, cuando un erudito judío de Kaifeng, Ai Tien, conoció al misionero jesuita Matteo Ricci en Beijing. Entonces, el misionero divulgó que los hebreos habían vivido en China durante siglos.
Esta población llegó a tener unos 5.000 miembros, pero para principios del siglo XX nadie podía leer hebreo y los pergaminos de la Torá se vendieron a coleccionistas. Se les llamaba "los musulmanes de gorros azules", en referencia al color de las kipás que algunos seguían llevando.
"En nuestra familia, no comíamos cerdo. Eso es seguro", afirma Nina Wang, una nativa de Kaifeng, de 24 años, que ahora vive en Israel y se sometió a la conversión judía. Su familia tenía menorás (los candelabros de siete brazos) y tazas de sabbat (día sagrado de la semana judía), explica, "pero no sabíamos qué hacer con esas cosas".
Cuando miles de judíos europeos se asentaron en Shanghai en los años 30 y 40 en su huída del Holocausto, algunos habitantes de Kaifeng fueron allí a estudiar. Pero, los de Shanghai se centraron en ayudar a quienes huían de la persecución en Europa.
Después de que los comunistas tomaran el poder en 1949, Mao Zedong y Deng Xiaoping temieron que los judíos de Kaifeng pudieran ser subversivos. En un documento de 1953 escribieron que esta comunidad "está revelando secretos a otras en el extranjero y causando problemas".
Pero los judíos de Kaifeng dicen que no los discriminaron. Guo dice que sus amigos solían bromear diciéndole que debía ser inteligente y buena para ganar dinero —estereotipos comunes de los judíos que tienen los chinos—, pero no se sintió amenazada.
Con la apertura de China a los extranjeros en los años 80, turistas judíos, misioneros cristianos y académicos extranjeros llegaron a Kaifeng, cada uno repartiendo distintos consejos. Xu Xin, profesor de estudios judíos en la Universidad de Nanjing, quien no es judío, dijo que algunos habitantes de Kaifeng acudieron a él como si fuera un rabino para preguntarle si eran o no judíos. Xu tuvo reparos.
Enlarge Image
CloseBob Davis/The Wall Street Journal
La última sinagoga de Kaifeng, destruida en una inundación en 1860, estaba en el Callejón Enseñando el Torá", ahora un camino con casas.
.Por estos días, muchos en Kaifeng acuden a Timothy Lerner, que se llama así mismo "judío mesiánico"—aunque nació judío cree que Cristo es el mesías— para aprender hebreo y costumbres judías. Lerner reconoce que su visa fue revocada por el gobierno Chino en 2006 por evangelizar pero dice que no trata de convencer a nadie de seguís sus creencias religiosas. Dice que ha puesto en marcha la "Escuela Israel de Kaifeng" para ayudar a los judíos allí a "aprender el estilo de vida judía" y trasladarse a Israel, donde alrededor de una decena de ellos se ha radicado, gracias en buena medida a fondos de Shavei Israel, un grupo israelí.
Otros en la comunidad judía tienen sospechas. Shi Lei, uno de los primeros judíos de Kaifeng que fue a estudiar a Israel, acusa a Lerner de "crear bandos" en esta pequeña comunidad con su colegio, aunque Lerner dice que Shi no entiende sus esfuerzos.
Hoy, estos judíos tienen cautela dada la prohibición de China sobre actividades religiosas no autorizadas. Los descendientes de los judíos dicen que raramente se reúnen en grupos de 10 personas —lo requerido por la ley judía para un servicio religioso— por miedo a que el gobierno pueda considerarlo como una reunión política. Hacen DVDs de ellos mismos con atuendos tradicionales chinos mientras encienden velas del Sabbat, para presentar la escena como una costumbre del lugar.
La Pascua judía se celebra como una comida en un restaurante, no como una reunión religiosa, aunque algunos comen pan ázimo enviado desde Hong Kong.
En cuanto a lugares turísticos judíos, no hay mucho que ver. Varias tabletas de piedra de distintas sinagogas de Kaifeng están almacenadas en una habitación cerrada con candado y sin referencias en el Museo Municipal de Kaifeng.
Algunos de los residentes más insignes de la ciudad (ninguno de los cuales es judío) buscan animar el turismo reconstruyendo la sinagoga de Kaifeng, pero como museo para no enfrentarse al gobierno chino. "Los turistas podrían pasar una noche con los descendientes judíos para ver cómo son sus vidas", dice Su Linzhong, profesor de administración de la Universidad de Kaifeng. "Son muy emocionales sobre sus antepasados".
—Yang Jie contribuyó a este artículo.