por admin » Jue Mar 06, 2014 7:55 am
¿Quién tiene más que perder? Las posibles sanciones a Rusia podrían salirle caro también a Europa y EE.UU.
AP
El presidente ruso Vladimir Putin durante una rueda de prensa el 4 de marzo de 2013.
Las amenazas de Estados Unidos y Europa de imponer fuertes sanciones a Rusia por su incursión en Ucrania se han topado con una dura realidad económica: Occidente tiene tanto que perder como Moscú.
Aunque las sanciones fueron vitales en los esfuerzos internacionales para ejercer presión sobre países como Irán y Myanmar en años recientes, el tamaño y la relación económica de Rusia con Occidente hacen que sea un país mucho más difícil de aislar.
El presidente ruso Vladimir Putin abordó el tema en una conferencia de prensa el martes en Moscú, y advirtió que todas las partes sufrirían si se imponen sanciones.
"Aquellos que están pensando en imponer sanciones deberían ser los primeros de todos en pensar en las consecuencias", señaló. "Creo que en el mundo moderno, cuando todo está tan interconectado y todos dependen de todos de una u otra manera, claro que es posible hacerse daño uno al otro, pero será un daño mutuo".
El presidente Barack Obama y otros líderes de Occidente advirtieron a Rusia de consecuencias severas si no revierte su curso en Ucrania.
Aun así, Rusia se ha vuelto tan importante para la economía europea desde el colapso de la Unión Soviética que cualquier paso para mermar de manera considerable sus lazos comerciales y económicos con Occidente podría provocar un gran daño económico a ambos lados en diversos sectores, desde la energía y el transporte hasta las finanzas.
A pesar de la dura retórica que sale de algunas capitales europeas, el estancamiento económico continuo de la región reduce las posibilidades de que los líderes respalden medidas que podrían mermar aun más las perspectivas de la región.
Un vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia dijo el martes que Moscú estaba preparado para contraatacar si Washington cumplía con su amenaza de sanciones, según la agencia de noticias de Rusia Interfax.
Los lazos comerciales y de inversión entre Rusia y Estados Unidos son bastante pequeños. El comercio bilateral representó apenas 1% del total estadounidense en 2013, cuando Washington importó US$27.000 millones de Rusia, principalmente de petróleo, y exportó US$11.200 millones a Moscú, mayoritariamente por aviones, autos y autopartes, según la Oficina del Censo de EE.UU. El combustible importado es mínimo para EE.UU., que exportó un total de US$64.000 millones de este commodity el año pasado.
"Las sanciones de EE.UU. no tendrían mucho efecto porque serían principalmente unilaterales", dado el aparente rechazo de Europa para censurar a Moscú, dice Marc Chandler, jefe del equipo global de estrategia de divisas de Brown Brothers Harriman en Nueva York. Chandler estima los préstamos de bancos estadounidenses a Rusia entre unos US$20.000 millones y US$30.000 millones.
A diferencia de EE.UU., Rusia tiene estrechos lazos económicos con Europa, su principal socio comercial, y son un reflejo de la división dentro del continente entre aquellos cercanos a Rusia y los que tienen menos que perder.
A medida que el mercado ruso ha crecido desde los tiempos de la Unión Soviética, impulsado por un alza en los precios de la energía, el comercio con Europa se ha disparado. La Unión Europea importó 156.000 millones de euros (US$214.000 millones) de Rusia, principalmente crudo y gas, entre enero y septiembre de 2013, lo que convirtió al país en su segundo mayor proveedor después de China. En el caso de las exportaciones, la Unión Europea vendió 90.200 millones de euros en ese periodo, incluyendo autos, comida y bienes de consumo, a Rusia, su cuarto mayor mercado.
Varios grandes bancos europeos, incluidos el francés Société Générale SA y el italiano UniCredit SpA tienen operaciones sustanciales en Rusia y en el resto de la región. La exposición directa de la banca europea a Rusia es de 56.000 millones de euros y alrededor de 15.000 millones a Ucrania, según J.P. Morgan Chase & Co.
El mercado automotor de Rusia, hasta antes de contraerse significativamente el año pasado, estuvo a punto de superar a Alemania como el mercado individual más grande de Europa. Los fabricantes globales tienen inversiones en la mayoría de las 32 plantas de ensamblaje y producción de Rusia, a menudo a través de empresas conjuntas con automotrices rusas.
Renault SA y su socio Nissan Motor Co. tienen previsto elevar su participación en AvtoVAZ, la mayor automotriz de Rusia, a 74,5% para mediados de año. Renault tiene una participación de mercado en Ucrania de entre 5% y 6%. General Motors Co. opera una fábrica en San Petersburgo donde produce modelos Opel y Chevrolet.
"Necesitamos la confianza del consumidor, y es por eso que estamos muy interesados que esto se calme lo más pronto posible", dice Karl-Thomas Neumann, presidente ejecutivo de la división de Opel de GM.
Aun así, las propias preocupaciones económicas de Rusia podrían debilitar su posición. Su sector manufacturero se contrajo en febrero por cuarto mes consecutivo y los nuevos pedidos de exportaciones por sexto mes seguido. El alza repentina de la tasa de referencia de su banco central en respuesta al debilitamiento del rublo probablemente retrasará el crecimiento aun más.
Esa debilidad podría darle a Europa una oportunidad para presionar a Putin. "Creo que un conjunto de medidas económicas específicas y sanciones económicas limitadas podrían hacer pensar a Putin, dada la precaria situación económica en Rusia", dice Charles Grant, director del Centre for European Reform, un centro de estudios con sede en Londres.
Por ahora, por lo menos, Moscú muestra pocas señales de retroceder.
El gigante de gas natural OAO Gazprom, de control estatal, anunció un alza en los precios del gas natural a Ucrania, una decisión que eleva la presión financiera sobre Kiev y que ha provocado airadas protestas de Europea occidental.
Rusia provee cerca de 30% del gas que consume Europa y casi 15% de ello viaja a través de gasoductos ucranianos. Cualquier interrupción en el suministro por parte de Moscú, o una amenaza de sanciones por parte de Occidente, podrían tener un impacto significativo en los consumidores europeos.
Pero Rusia también depende de un flujo de ingresos por exportaciones, y no le conviene que se reduzcan cerrando su suministro de gas.
Los ingresos que obtiene por exportaciones de energía representan alrededor de 50% de los ingresos de su presupuesto federal.
"Rusia es más dependiente de Europa como mercado que Europa es dependiente de Rusia como fuente de suministro", dice un analista de energía de Economist Intelligence Unit, de The Economist Group.
Rusia ha detenido el suministro de gas a Ucrania dos veces en años recientes, en 2006 y 2009, en ambos casos por disputas de precios. En 2009, las interrupciones dispararon los precios en Europa y provocaron cierta escasez de gas. Pero en muchas formas, Occidente está mejor protegida esta vez.
Europa y Ucrania tienen más gas almacenado que hace cinco años, y han tenido un invierno relativamente suave, que está por terminar, lo que ha mantenido los precios a raya. Gazprom también tiene más que perder esta vez que en 2009.
Si un cierre provoca interrupciones en el suministro de gas, los compradores europeos podrían decidir buscar fuentes alternativas de energía al gas ruso, como lo hicieron en interrupciones previas. Además, Gazprom ha tenido que negociar recortes de precios con clientes alrededor de Europa recientemente para competir con el carbón barato disponible de EE.UU.
Por otro lado, la contribución de Rusia al suministro global de petróleo es mucho mayor, con 11 millones de barriles diarios, equivalente a 13% del suministro global. Eso significa que las sanciones contra la producción rusa amenaza con elevar los precios globales del petróleo. Cada alza de US$1 en el precio del crudo le da a Rusia otros 60 centavos de dólar en ingresos de impuestos de importación, según Julian Lee, investigadora del Centro para Estudios Globales de Energía.
La herramienta más efectiva de Occidente para sancionar a Rusia podría ser financiera o de límites de visado para autoridades rusas y compañías estatales, que tienen una presencia substancial en los mercados financieros occidentales.
—Gregory L. White, William Boston, Sarah Kent e Ian Talley contribuyeron a este artículo