Putin restaura la presencia rusa en Cuba
La espía cubana Ana Belén Montes fue la analista de inteligencia del Pentágono de mayor rango en ser descubierta como agente de los Castro. Lo que también se destaca, a propósito de la visita de Vladimir Putin a La Habana hace unas semanas, es que la mujer fue descubierta en 2001, mucho después del fin de la Guerra Fría.
Además de filtrar información confidencial y dejar al descubierto las identidades de agentes de inteligencia estadounidenses, Montes parece haber recibido la misión de convencer a los altos mandos en Washington de que Fidel Castro, quien quiso que los soviéticos lanzaran una bomba sobre EE.UU. durante la crisis de los misiles en 1962, ya no representaba una amenaza para EE.UU. Montes, quien ascendió al cargo de experta en inteligencia en residencia en Cuba del ejército estadounidense, cumplió parcialmente esa misión. La evaluación de riesgo sobre Cuba del Pentágono en 1998 les restó importancia a las capacidades militares y de inteligencia de la isla.
Los mejores analistas de Cuba fueron menos optimistas. Los hermanos Castro siguen siendo tan paranoicos, hambrientos de poder y patológicos como siempre. Puede que sean tontos en materia económica, pero manejan un buen negocio al poner a la isla a disposición de gobiernos criminales, como Irán y Corea del Norte.
El viaje de Putin a Cuba refuerza ese punto. Una vez más, los antiguos villanos de la Guerra Fría traman algo. El presidente de Rusia está tratando de reconstruir el imperio soviético. Europa del Este no cooperará y en Asia lo máximo que conseguirá será ser un socio menor de China. Pero en América Latina, el historial de la KGB de Putin y su deseo de provocar a EE.UU. le dan fuerza. Colonizar nuevamente a Cuba es una acción obvia.
Después del derrumbe de la Unión Soviética en 1991 y el recorte de la línea de ayuda a La Habana, Fidel se puso furioso con el Kremlin. No ha sido fácil ganarse nuevamente la simpatía de los Castro. En 2008, la publicación moscovita Kommersant reportó que Igor Sechin, amigo de Putin y viceprimer ministro, fue recibido con frialdad cuando visitó la isla para trabajar en la "restauración a escala completa de la cooperación". Kommersant reportó que los hermanos Castro estaban disgustados por el hecho de que Rusia había estado hablando sobre un despliegue militar a Cuba sin la aprobación de La Habana.
Pero parece que los gorrones más notables del mundo están dispuestos a perdonar, por el precio correcto. Ante los problemas económicos de su principal benefactor de los últimos años, Venezuela, y el deseo de Putin de encontrar un lugar bajo el sol del Caribe, Cuba decidió negociar.
En febrero de 2013, Dmitry Medvedev, primer ministro de Rusia, viajó a Cuba, donde firmó acuerdos para alquilar ocho jets rusos que valen US$650 millones a La Habana y propuso perdonar unos US$30.000 millones en deuda. Dos meses después, Valery Gerasimov, jefe de gabinete de Rusia, visitó lugares militares y de inteligencia claves en la isla. En agosto, un vocero de la Flota del Mar Negro (una unidad de la Marina rusa) anunció que el buque de guerra con misiles guiados Moskva, la embarcación insignia de la flota, había partido hacia Cuba y otros puertos en América Central y del Sur.
En febrero de este año, Sergei Shoigu, ministro de Defensa ruso, anunció que el Kremlin había iniciado conversaciones para establecer bases militares en Venezuela, Nicaragua y Cuba. Al día siguiente, un barco de la inteligencia rusa atracó en La Habana.
En mayo, el Consejo de Seguridad de Rusia y la Comisión para la Seguridad y Defensa Nacional de Cuba acordaron en Moscú formar un grupo de trabajo conjunto. "La situación del mundo está cambiando y es dinámica. Es por eso que necesitamos la capacidad para reaccionar de inmediato", dijo ante la prensa Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia. Alejandro Castro Espín, coronel cubano e hijo de Raúl Castro, lideró la delegación de la isla. En junio, Rusia firmó un acuerdo de cooperación de espacio con Cuba que le permite al Kremlin usar la isla para instalar sus estaciones de navegación Glonass (la alternativa rusa al GPS).
Cuando visitó La Habana este mes, Putin hizo alarde de sus intenciones de volver a instalar una presencia rusa en Cuba. El derribo del avión de Malaysia Airlines el mismo día en que terminó su gira por América Latina elevó la visibilidad de un viaje que se hizo tanto por razones psicológicas como estratégicas. Putin quiere asegurarle al mundo libre que puede ser una amenaza en el patio trasero de EE.UU. y quiere tener un punto de apoyo local para volver real esa amenaza.
El líder ruso perdonó oficialmente US$32.000 millones en deuda mala de Cuba en su viaje y dejó un saldo de apenas US$3.200 millones que la isla pagará en los próximos 10 años. Rusia está buscando petróleo en aguas cubanas y Putin firmó con Castro nuevos acuerdos en energía, industria y comercio. Días después de la visita, Putin negó rumores de que el Kremlin intentaba reabrir sus vieja instalación de escuchas electrónicas en la isla.
Eso es poco consuelo, incluso si usted le cree. La tecnología satelital ha hecho que los lugares de escucha en tierra sean obsoletos en muchos aspectos. Mucho más preocupante es la aparición de Putin como una presencia en América Latina. Los tiranos de toda la región, empezando con los Castro, admiran su crueldad y la habilidad con la que consolida poder económico y político. Lo quieren emular. Es un modelo que la región no necesita.
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