por admin » Mar Nov 25, 2014 12:47 pm
Economías avanzadas: lo bueno, lo malo y lo feo
Los caminos divergentes que han tomado las economías avanzadas en materia de política monetaria ofrecen lecciones para los líderes mundiales sobre cómo navegar el difícil entorno posterior a la crisis.
Estados Unidos y el Reino Unido parecen haber hecho algo bien, mientras que la zona euro y Japón han trastabillado. Las tasas de desempleo tras la crisis llegaron a 10% en EE.UU. y a 8,5% en el Reino Unido. Ahora, han descendido a 5,8% y 6%, respectivamente. En la zona euro, en cambio, la desocupación ha saltado hasta 11,5%, mientras que la economía japonesa ha vuelto a caer en recesión.
La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra adoptaron enérgicas políticas expansionistas desde el principio. Japón aumentó el impuesto al consumo para controlar sus déficits presupuestarios, en tanto que Europa reaccionó lentamente para abordar debilidades en el sector bancario y mantuvo la austeridad fiscal.
A continuación, tres lecciones de este involuntario experimento de política monetaria postcrisis.
La relajación cuantitativa ayuda a resolver un acertijo económico. ¿Qué pueden hacer los bancos centrales para respaldar la economía después de que las tasas de interés de corto plazo tocan el “límite inferior de cero”? Cuando las tasas se encuentran cerca de cero, los bancos centrales pierden una herramienta que suele emplearse cuando la economía es débil: recortes de las tasas de interés de corto plazo. Las reducciones estimulan el crédito, el gasto y la inversión, atenuando las oscilaciones de la economía al adelantar actividad correspondiente a un futuro más optimista.
La Reserva Federal, que bajó las tasas de corto plazo a casi cero a fines de 2008, solucionó este problema con una política conocida como relajación cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), que involucra la compra de bonos del Tesoro a largo plazo y valores hipotecarios. El banco central de EE.UU. buscó reducir las tasas de largo plazo y dirigir a los inversionistas hacia otros activos, como acciones y bonos de empresas.
La Fed inició su primer programa de QE en 2009 y el Reino Unido lo implementó poco después del estallido de la crisis. El Banco de Japón hizo un uso enérgico de esta herramienta en el segundo trimestre de 2013, mientras que el Banco Central Europeo recién comienza.
Los posibles efectos negativos de la QE —un brote inflacionario o una nueva burbuja financiera— aún no se han materializado de forma clara. La inflación está por debajo de las metas de 2% en las cuatro economías, pero se está acercando a ese nivel en EE.UU. y el Reino Unido, mientras que sigue muy baja en la zona euro y Japón. Aunque algunos rincones de los mercados financieros parecen haber subido demasiado, no se aprecian burbujas evidentes. Los beneficios de la QE aún son tema de debate, pero dados los resultados en EE.UU. y el Reino Unido, parece haber ayudado a países que la adoptaron.
“Hemos aprendido que las herramientas no convencionales son efectivas cuando las tasas de interés tocan el límite de cero”, dice Stephen Cecchetti, profesor de economía de la Escuela Internacional de Negocios Brandeis y ex economista del Banco de Pagos Internacionales, entidad que ha mirado la QE con escepticismo. “Esto estaba lejos de ser una certeza en 2008”.
Ordene sus finanzas cuando pueda, así podrá responder cuando deba. La presidenta de la Fed, Janet Yellen, dijo este mes que los gobiernos necesitan “mejorar considerablemente sus balances fiscales estructurales durante épocas buenas para tener más margen de proveer estímulo cuando la situación empeora”.
Japón es un ejemplo. Ha acumulado una gran deuda pública, que representa 1,35 veces la producción nacional, comparada con 0,8 veces en EE.UU. y el Reino Unido, según el Fondo Monetario Internacional. Los intentos de reducir la deuda están interfiriendo con la campaña del primer ministro Shinzo Abe para sacar la economía de su prolongado letargo.
El gobierno informó en noviembre que la economía se contrajo por segundo trimestre consecutivo debido, en gran parte, al incremento del impuesto al consumo adoptado justamente para reducir la deuda.
En EE.UU. y el Reino Unido, en cambio, la política fiscal fue más flexible —lo que hizo que los déficits presupuestarios a corto plazo subieran y se redujeran gradualmente tras la crisis— que en Europa o Japón. No obstante, las autoridades no lograron forjar acuerdos para controlar los déficits a largo plazo, lo que podría ser un problema en caso de que haya otra crisis.
Inyecte rápidamente capital en sus bancos, en lugar de obligarlos a reducir su tamaño. Cecchetti argumentó este mes que los resultados en EE.UU. y Europa variaron en parte porque estas economías recapitalizaron sus bancos de maneras distintas.
Los bancos europeos elevaron sus relaciones de capital a activos riesgosos reduciendo sus carteras de préstamos y alejándose de tenencias posiblemente tóxicas. En otras palabras, achicaron el denominador en estos cálculos de relación de capital. Los bancos estadounidenses, en cambio, aumentaron sus ratios incrementando el capital, o el numerador. Las firmas que levantaron capital han estado más dispuestas a prestar, señala Cecchetti, y la lección sobre la fragilidad financiera se extiende a la economía en general.
Un informe del Banco de Pagos Internacionales muestra que los bancos de EE.UU. aumentaron su capital en US$203.000 millones entre fines de 2009 y fines de 2012, comparado con US$108.000 millones en los bancos europeos. Durante este lapso, los bancos de Europa redujeron sus activos ponderados por riesgo en US$1,5 billones, frente a US$154.000 millones en los bancos estadounidenses.
“Los bancos débiles no prestan, los consumidores altamente endeudados no gastan y las empresas con malas perspectivas no invierten”, afirma Cecchetti.