El escándalo de corrupción de Petrobras salpica a la economía de Brasil
La presidenta ejecutiva de Petrobras, Maria das Gracas Silva Foster. Reuters
SÃO PAULO—Un escándalo de corrupción en Petróleo Brasileiro SA, PETR4.BR +5.01% controlada por el estado, ha provocado jaquecas políticas para la presidenta Dilma Rousseff. Ahora, además, está amenazando la economía.
Lo que comenzó como una investigación sobre lavadores de dinero en una gasolinera ha alcanzado las oficinas ejecutivas de Petrobras y las constructoras más importantes del país, acusadas por los fiscales de estafar al gigante petrolero. Las repercusiones están golpeando a algunos de los principales sectores empresariales de Brasil.
Petrobras, la mayor compañía del país y una importante fuente de inversiones de capital, está en caos. La empresa, que aún tiene problemas para calcular el impacto del enorme fraude, ha cancelado proyectos y aplazado pagos a los contratistas acusados, lo que ha provocado una reacción en cadena de cesaciones de pagos y rebajas de calificación crediticia. Miles de trabajadores han perdido sus empleos en la construcción de refinerías, buques cisterna y plataformas petroleras. Los bancos que otorgaron préstamos a las firmas apuntadas por las autoridades están restringiendo el crédito y preparándose para registrar posibles pérdidas.
Los problemas representan una carga para el nuevo equipo económico de Rousseff y es un gran obstáculo para la economía brasileña, que se ve afectada por un lento crecimiento, una ampliación del déficit y una sequía histórica. Un reciente sondeo a economistas indica que el Producto Interno Bruto crecerá apenas 0,13% este año, pero incluso esa cifra podría ser optimista.
“Los problemas de contagio de Petrobras podrían no haber acabado”, dice Carlos Kawall, economista jefe de Banco Safra y ex secretario del Tesoro brasileño. “No hay que descartar una recesión en Brasil en 2015”.
Apodada por las autoridades como la “Operación Lava Autos”, la creciente investigación federal ha dejado al descubierto el turbio mundo de los contratos públicos, históricamente una fuente de derroche y abuso en América Latina.
Las autoridades alegan que algunas de las mayores empresas de construcción de Brasil pagaron en los últimos años sobornos para obtener US$23.000 millones en contratos de Petrobras. Los fiscales dicen que las compañías coludieron para inflar los precios de las obras y pagaron una porción a altos ejecutivos de Petrobras y políticos, entre ellos miembros del Partido de los Trabajadores, al cual pertenece Rousseff.
Desde que estalló el escándalo, en marzo del año pasado, los fiscales han presentado cargos de corrupción, lavado de dinero y delito organizado contra 39 personas. La lista incluye a dos altos ejecutivos de Petrobras y 27 de grandes constructoras como Camargo Corrêa S.A., Queiroz Galvão S.A. y OAS S.A. Quince de ellos esperan su juicio y uno está bajo arresto domiciliario.
Petrobras sostiene que es una víctima de la presunta estafa y que está cooperando con las autoridades. Rousseff no ha sido implicada y representantes del PT han desmentido su participación. Algunas de las empresas y abogados de las personas acusadas han negado que hayan cometido delitos y otros han dicho que están cooperando con los investigadores.
El golpe político podría ser apenas el comienzo. Los fiscales han indicado que habrá una nueva ola de cargos pronto, esta vez contra políticos y funcionarios del gobierno.
De todos modos, la economía brasileña ya está pagando los platos rotos. El viernes, Eliane Cantanhêde, columnista del diario O Estado De S. Paulo, resumió con estas palabras el crucial rol de Petrobras en la economía del país.
“Petrobras es el centro de un engranaje que mueve cientos de empresas, miles de millones de reales y millones de personas”, escribió. “Si se atasca, la máquina para”. (
http://politica.estadao.com.br/noticias ... p-,1626925)
Los inversionistas han sido uno de los primeros en sufrir.
Los bonos de Petrobras se transan a mínimos récord y Moody’s MCO -1.10% Investors Service rebajó el jueves todas las calificaciones de la empresa, que está en peligro de perder su codiciado grado de inversión. Sus acciones, en tanto, han retrocedido más de 70% desde principios de septiembre. El colapso del petróleo es un factor, pero de todas formas Petrobras ha tenido un desempeño mucho peor que sus competidores globales y ha perdido US$86.000 millones en capitalización bursátil durante ese lapso.
El miércoles, Petrobras divulgó sus resultados del tercer trimestre, que habían sido aplazados por el escándalo. El informe no auditado indicó que la ganancia cayó casi 9% interanual, pero no incluyó ninguna rebaja contable relacionada con la Operación Lava Autos.
Su efectivo es tan escaso que Petrobras podría no pagar su dividendo este año y considera vender activos. La presidenta ejecutiva, Maria das Graças Silva Foster, dijo ante reporteros el jueves que la petrolera reducirá sus actividades de exploración “al mínimo necesario”.
Las penurias se han propagado al sector de la construcción. En diciembre, Petrobras prohibió a 23 constructoras implicadas en la Operación Lava Autos participar en nuevas obras para la petrolera mientras continúe la investigación. También ha suspendido los pagos a empresas acusadas y cancelado algunos contratos.
Las medidas han paralizado una serie de proyectos de envergadura, cuyas secuelas se sienten a lo largo de la cadena de suministro. Más de 100.000 personas han perdido trabajos en obras relacionadas con Petrobras solamente en los últimos dos meses, según sus sindicatos.
Petrobras es un gran motor del desarrollo de infraestructura en Brasil, ya que representa cerca de 10% de la inversión fija anual, indica el gobierno. Kawall proyecta que las inversiones de capital de la petrolera podrían caer 20% este año como consecuencia del escándalo y el descenso de los precios del petróleo.
Marcelo de Abreu Lopes, de 38 años, fue uno de los 950 trabajadores despedidos a fines del año pasado por la constructora IESA, que ha negado las acusaciones. Un vocera dijo que los despidos se debieron a una disputa con Petrobras no vinculada con la investigación.
Lopes dice que no estaba enterado de esto y atribuye la pérdida de su sueldo mensual de unos US$760 al escándalo. Ahora está buscando un nuevo empleo para sostener a su mujer e hijo de 2 años, pero señala que toda la industria petrolera está en caos.
“Todas las grandes compañías con contratos de Petrobras parecen estar involucradas en esta investigación de la Operación Lava Autos”, lamenta. “Estoy muy preocupado”.
Las constructoras acusadas también están demorando los pagos a sus proveedores y acreedores. OAS, con sede en São Paulo, no realizó dos pagos de bonos en enero por un total de casi US$50 millones. La empresa adujo que tenía dificultades para obtener financiación y necesitaba reservar efectivo para sus operaciones. La firma de ingeniería Alumini Engenharia, también de São Paulo, solicitó protección de la ley de bancarrota este mes debido a problemas de financiamiento. Ambas han negado las acusaciones.
Se prevén más cesaciones de pagos conforme bancos y clientes evitan hacer negocios con las constructoras implicadas en el escándalo, dice Ricardo Carvalho, director sénior de Fitch Ratings en Brasil. La agencia rebajó este mes las calificaciones de tres empresas de construcción brasileñas y le dio una perspectiva negativa al sector.
“El acceso a los mercados de capital se ha detenido para las compañías de construcción brasileñas y Petrobras”, señala Carvalho.
De hecho, aumentan los temores de que la parálisis podría desacelerar no sólo el crecimiento del PIB sino también las ambiciones de Brasil de convertirse en uno de los cinco mayores productores de petróleo para 2020. La producción anual promedio de Petrobras subió 5,3% el año pasado gracias en gran parte a sus inversiones en los yacimientos en aguas profundas. Marginar a todas las constructoras acusadas que trabajan en infraestructura vital para los proyectos de perforación marina ralentizaría considerablemente las iniciativas de Petrobras, según expertos.
Una solución que se está considerando en Brasília es que el gobierno alcance acuerdos con las constructoras para permitirles continuar trabajando con Petrobras a cambio de admitir su culpa.
“Deberíamos castigar a esta gente, no destruir las empresas”, dijo Rousseff la semana pasada tras una reunión a puertas cerradas con su gabinete.
Ese método podría despertar la ira del público. No obstante, el nuevo ministro de Energía, Eduardo Braga, dijo ante reporteros en enero que podría ser necesario para evitar que la producción de Petrobras no caiga.
“Hay un riesgo para el país que es muy grave”, advirtió.