por admin » Jue Feb 05, 2015 5:27 pm
Los agricultores vuelven a las semillas no modificadas
Jim Benham, del estado de Indiana, forma parte de un grupo reducido pero creciente de agricultores estadounidenses que se han alejado de las semillas biotecnológicas en reacción a la caída de los precios de los granos. Los cultivos no modificados cotizan a mayores precios. William DeShazer for The Wall Street Journal
El año pasado, por primera vez en dos décadas, Jim Benham sembró sus campos totalmente con semillas de soya que no habían sido genéticamente modificadas para resistir los herbicidas.
No fue que el agricultor de 63 años de Indiana de repente se unió al movimiento antitransgénicos, sino que se vio atraído por la prima de casi 14% por bushel que ofrecía una terminal de granos por soya no modificada y que luego la vendía a procesadores de pienso en Asia.
Benham forma parte de un grupo reducido pero creciente de agricultores de la región central de Estados Unidos que se han alejado de las semillas biotecnológicas desarrolladas por Monsanto Co. MON +1.51% , DuPont Co. DD +3.06% y otras empresas, en reacción a la caída de los precios de los granos en los últimos dos años, que ha mermado las ganancias del sector.
Más consumidores buscan alimentos no transgénicos, que sus defensores consideran más saludables y menos dañinos para el medio ambiente.
En EE.UU., las ventas de cereales, aderezos para ensaladas, huevos y otros productos libres de OGM aumentaron 15% el año pasado, a US$9.600 millones, y estuvieron entre los segmentos alimentarios de mayor crecimiento, según Nielsen.
Detrás de la tendencia están compañías de alimentos procesados, como General Mills Inc. GIS +0.34% y Post Holdings Inc., POST -0.57% que han decidido eliminar ingredientes transgénicos de algunos de sus productos.
Las empresas de alimentos pagan más por oleaginosas y granos no transgénicos debido a su oferta relativamente pequeña y el costo de separar esos granos de las versiones modificadas que dominan el cinturón agrícola de EE.UU.
“Fue rentable porque hice el cambio”, asegura Benham. “En nuestro rubro los márgenes son tan cruciales que vamos detrás de los dólares siempre que podamos”.
Los cultivos biotecnológicos se han arraigado profundamente en la región agrícola de EE.UU. tras ser introducidos hace 19 años, si bien su crecimiento ha empezado a moderarse. En 2014, 94% de la superficie dedicada a la producción de soya fue sembrada con semillas transgénicas, el mismo nivel que en 2011 pero muy por encima del 54% de 2000, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. En el caso del maíz, la superficie subió de 90% en 2013 a 93% el año pasado, frente a 25% en 2000.
Jim Benham sostiene un puñado de granos de soya no modificados de la cosecha de esta temporada en granja en Indiana. William DeShazer for The Wall Street Journal
A nivel mundial, 28 países han adoptado cultivos biotecnológicos, según ISAAA, una organización del sector. EE.UU. es el líder con 73,1 millones de hectáreas dedicadas a variedades transgénicas en 2014, seguida por Brasil, con 42,2 millones, y Argentina, con 24,3 millones. Paraguay y Uruguay se ubican séptimo y décimo, con 3,9 millones y 1,6 millones, respectivamente. México tiene aproximadamente 200.000 hectáreas de cultivos genéticamente modificados y Colombia 100.000.
Argentina fue uno de los primeros países en adoptar cultivos transgénicos cuando empezó en 1996 a usar soya resistente al herbicida glifosato. Desde entonces, estos cultivos han crecido exponencialmente y en la actualidad sólo unas 40.000 hectáreas de un total de 20 millones de hectáreas del cultivo están dedicadas a la producción de soya no transgénica, de acuerdo con una investigación del diario La Nación.
En Brasil, el uso de semillas transgénicas de soya y maíz también despegó en los últimos años, dicen productores y analistas. En las plantaciones de maíz de la región productora del centro sur del país, por ejemplo, el empleo de semillas transgénicas pasó de 4,9% en 2009 a 85,7% el año pasado en el promedio de las dos zafras anuales, calcula Paulo Molinari, consultor de la firma Safras & Mercado. “El transgénico acabó con la oruga que perjudicaba mucho la producción brasileña de maíz, y eso está atrayendo cada vez a más agricultores”, dice.
La soya no transgénica generó por un tiempo precios premium en Brasil, dice Luiz Nery Ribas, director técnico de la Asociación de Productores de Soya y Maíz del Mato Grosso (Aprosoja). Sin embargo, un programa de esa asociación de incentivo a los cultivos no transgénicos ha logrado que el área plantada con semillas tradicionales represente cerca de 20% del total en ese estado, lo que amplió la oferta y también acabó con los precios premium, dice Ribas. Mato Grosso es el mayor productor de soya del país, con 31,4% del total en el año agrícola 2013/2014, según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil.
Muchos agricultores dicen que los cultivos de OGM elevan los rendimientos y pueden reducir el uso de pesticidas debido a que algunas plantas biotecnológicas producen sus propias toxinas antiinsectos. No obstante, los precios del maíz se han desplomado cerca de 50% en los últimos dos años, en tanto que los de la soya han descendido aproximadamente 35%, lo que ha llevado a algunos productores estadounidenses a volver a sembrar granos no modificados para cuidar sus ganancias.
Muchos agricultores que han hecho el cambio dicen que sus motivos son económicos y no responden al movimiento anti-OGM que se ha intensificado en los últimos años. Los que se oponen a los granos biotecnológicos afirman que se necesitan más estudios para determinar si los alimentos transgénicos son seguros para los consumidores y argumentan que los cultivos utilizan fertilizantes y pesticidas sintéticos que podrían dañar el medio ambiente. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. y muchas agrupaciones científicas y de salud sostienen que los alimentos hechos con OGM son seguros.
“Estamos viendo más interés en la producción para los mercados (libres de OGM) que nunca”, señala Lynn Clarkson, presidente de Clarkson Grain Co., que contrata a agricultores para que cultiven granos no modificados. “La caída de los precios ha puesto a muchos agricultores en una situación de equilibrio o de pérdida para el cultivo de 2014”.
El cambio ha impulsado las ventas de algunos pequeños productores de semillas que se especializan en granos no biotecnológicos.
Beck’s Superior Hybrids Inc., que vende semillas tanto transgénicas como no modificadas, se ha quedado sin algunas variedades de soya libre de OGM, dice Kevin Cavanaugh, director de investigación de la empresa de Indiana. Beck’s, de propiedad familiar, prevé un alza de 45% en las ventas de semillas de maíz no transgénicas este año y de 8% en la soya no modificada, señala.
En Albert Lea Seed House Inc., las ventas de semillas libres de OGM se encaminan a crecer cerca de 20% este año y ciertas variedades se han agotado, indica Mac Ehrhardt, copropietario de la empresa, que registró US$24,5 millones en ingresos en 2014. Muchas de las ventas son a agricultores que buscan ahorrar dinero comprando semillas no transgénicas, que suelen ser más baratas, explica.
“Estamos recibiendo llamadas de gente que nunca nos compró”, cuenta Ehrhardt.
Algunas grandes empresas de semillas biotecnológicas interpretan la tendencia como un crecimiento gradual de un mercado de nicho.
Monsanto vende algunas variedades de maíz y soya no transgénicas, pero “siempre hay un excedente y nunca se venden por completo”, dice Robert Fraley, director de tecnología y quien ayudó a desarrollar granos biotecnológicos en los años 80. “Vemos que la tendencia va en la otra dirección”.
DuPont, que vende variedades transgénicas y estima que es el líder en semillas no modificadas por cuota de mercado, prevé que las ventas de estos productos probablemente suban entre 1% y 6% este año, según Russell Sanders, director de mercados alimentarios e industriales de la empresa.
“No hay dudas de que hay un movimiento más grande, en algunas áreas”, asevera Sanders, quien conversa con empresas de alimentos sobre sus necesidades de granos y oleaginosas cuando DuPont planea su producción de semillas. De todos modos, aclara, el negocio de semillas no transgénicas todavía no ha llegado a un “punto de inflexión”.
Para muchos agricultores, cambiarse a los granos exentos de OGM implica utilizar una mayor gama de pesticidas, algunos de las cuales ya se necesitan para matar malas hierbas que han evolucionado y sobreviven a herbicidas como el Roundup de Monsanto. Los ahorros que se obtienen de las semillas no transgénicas en gran medida compensan el costo de químicos adicionales, dicen los agricultores.
Wendel Lutz, quien cultiva unas 200 hectáreas en Illinois, cuenta que se ha pasado completamente a variedades de soya no transgénicas y planea plantar más maíz no modificado este año.
“El dinero habla”, dice Lutz, de 57 años, y explica que consiguió una prima de US$2 por bushel de soya el año pasado. “Espero hacerlo de ahora en adelante”.
—Eduardo Magossi y Saemin Yoon contribuyeron a este artículo.