por quezada » Dom Mar 22, 2015 8:18 pm
FT: 'Acomodarse’ a China puede que no sea una mala estrategia
David Pilling / Editor de Asia del FT
En los múltiples matices del lenguaje diplomático, la palabra “acomodación” es un poco menos hiriente que otra palabra que también comienza con ‘A’: “apaciguamiento”. La semana pasada, un alto funcionario estadounidense increpó al Reino Unido por su “acomodación constante” con respecto a China.
Londres aceptó ser miembro de un banco de infraestructura encabezado por Beijing, el cual, temen algunos, podría desafiar en el futuro al Banco Mundial encabezado por EE.UU. La implicación es que ya se han hecho otras concesiones. Un acuerdo de no reunirse con el Dalai Lama, por aquí. Una minimización de los esfuerzos democráticos en Hong Kong, por allá. “Estamos preocupados por la tendencia de acomodación constante en lo que se refiere a China, la cual no es la mejor manera de relacionarse con una potencia emergente”, declaró el funcionario.
Esto genera una pregunta: ¿Cuál es la mejor manera de tener una relación con una potencia emergente? Si la “acomodación constante” no es la respuesta, ¿cuál es? EE.UU. negaría, sin duda alguna, que la alternativa es la “contención constante”. Diría, más bien, que China debiera ser persuadida a formar parte del orden internacional existente, cuyas reglas y normas han servido bien a la región durante 70 años. El problema es que, desde la perspectiva de Beijing, esas reglas y normas se han hecho a la imagen y semejanza de Washington.
Eso se aplica a instituciones multilaterales, tales como el Banco Mundial, en el cual China cuenta con un 3,8% de los derechos de voto a pesar de tener 16% de la producción mundial. También se aplica a las normas que cubren los asuntos marítimos que, otra vez desde el punto de vista de Beijing, le permiten a EE.UU. controlar las áreas marítimas asiáticas vitales para los intereses de China o para preservar delimitaciones territoriales de la posguerra, en contravención de las reclamaciones históricas de China. Si Beijing debe regirse por normas internacionales creadas por el occidente cuando China estaba en su peor momento, podría razonablemente preguntarse, “¿quién necesita realmente contención?”.
Cuando se trata del banco, ahora que Gran Bretaña ha ‘roto filas’, es bastante posible que otros lo hagan también. De hecho, existen buenos argumentos para hacerlo. Si la preocupación de Washington realmente es que el nuevo banco hará caso omiso de las normas ambientales y sociales, entonces sería mejor tratar de ejercer influencia desde adentro que permanecer al margen.
¿ROL SECUNDARIO?
La división generada por el tema del banco es parte de un asunto mucho más amplio de cómo lidiar, en general, con una China en crecimiento. Hugh White, un académico y ex funcionario de defensa australiano, argumenta persuasivamente que China necesita ser “acomodada”. Como lo oyen: él utiliza la misma palabra considerada por EE.UU. como un insulto. China simplemente no va a aceptar un papel secundario en su propia región. Él aboga por un acuerdo político que le brinde a Beijing y a Washington influencia igualitaria en la región, y que permita a India y Japón participar en la nueva configuración.
Existen numerosas objeciones a este tipo de opinión. Por un lado, suena demasiado como algo del siglo XIX. Sin duda, el mundo ha sobrepasado los conceptos de las esferas de influencia y las divisiones basadas en un gran poder, ¿de verdad? Tal “solución” relegaría a otras naciones, como Indonesia y Corea del Sur, a una condición de segundo nivel. Y, una vez que EE.UU. ceda algo de poder a China, ¿qué le impedirá presionar para obtener más, por ejemplo, el tratar de recuperar Taiwán o amenazar a su antiguo adversario, Japón?
Para los escépticos, “acomodación” es solo otra palabra utilizada para significar “apaciguamiento”. Darle a Beijing una pequeña concesión significará que se tomará una más grande (preferiblemente con una zona económica exclusiva adjunta). Desde 1938, cuando Gran Bretaña y Francia le permitieron a Alemania anexarse partes de Checoslovaquia, el apaciguamiento ha tenido una terrible reputación, asociada con la cobardía y un desastroso error de cálculo. En lugar de traer “la paz en nuestro tiempo”, los aliados simplemente envalentonaron a una Alemania agresiva. Los apaciguadores, dijo Winston Churchill, le dieron a otros como alimento al cocodrilo con la esperanza de que ellos serían devorados últimos.
El profesor White responde que, si bien las lecciones de 1938 deben ser aprendidas, no deben ser aprendidas en demasía. Hoy en día, la pregunta debe ser: ¿Es China del presidente Xi Jinping como Alemania de Adolf Hitler, es decir, un régimen maligno con tendencias bélicas? Si es así, entonces la contención tiene mucho sentido. Si no, puede que la contención represente el error de cálculo catastrófico. Puede que China llegue a la conclusión que solo puede ganar influencia en el mundo a través del conflicto. “Si tratamos a China como la Alemania nazi”, concluye el profesor White, “entonces vamos a terminar, de hecho, yendo a la guerra con China”.
Afortunadamente, decidir si unirse o no a un banco está muy lejos de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, la pregunta todavía sigue resumiéndose en lo siguiente: ¿Debemos esperar que China cumpla con todas las reglas en cuyo establecimiento no tuvo ninguna participación? ¿O buscará inevitablemente una China más poderosa influenciar las normas internacionales? Cuando se trata del banco de infraestructura, hay un poderoso argumento a favor de la participación. Y si eso se parece a la acomodación, bueno, que así sea.