por admin » Mié Jun 10, 2015 11:10 pm
El béisbol pierde adeptos frente al fútbol en Cuba
Los juegos improvisados ahora son comunes en las calles de La Habana. Alejandro Ernesto/EFE/ZUMA Press
LA HABANA—Durante siete décadas, los cubanos han ingresado en masa por las entradas del Estadio Latinoamericano para ver béisbol. Ubicado en un barrio de calles angostas y casas color pastel, es el estadio más grande del país, con capacidad para 55.000 personas. Pero en estos días una de las verjas detrás del home se usa también con otro propósito: como un improvisado arco de fútbol.
La mayoría de los días entre semana, cuando el campo de béisbol está vacío, los niños se juntan en la calle que da a la entrada cerrada para jugar fútbol con un solo arco. La mayoría usa zapatillas, pero otros usan sandalias o están descalzos. Todos apuntan al portón rectangular y se cuenta como gol cuando el balón toca las barras metálicas.
“Tú puedes comenzar un partido de fútbol en cualquier parte”, contó Xavier Toledo, de 24 años, durante un breve descanso.
En una isla donde el béisbol es una parte tan importante de la cultura como la rumba y los habanos, el fútbol es más que simplemente pegar contra un portón. Está emergiendo como el deporte preferido de los jóvenes, un cambio generacional que pone de manifiesto la naturaleza global de la amenaza al futuro del béisbol.
Si bien el béisbol sigue siendo una pasión nacional en Cuba, su omnipresencia en los espacios públicos y la televisión está cediendo terreno al fútbol a un punto que era inimaginable hace apenas cinco años. A lo largo y ancho de La Habana, partidos informales de fútbol ocupan calles, aceras y parques que desde hace mucho han sido dominio casi exclusivo de variaciones informales del béisbol. Calcomanías del Barcelona y otros clubes europeos adornan las partes traseras de autos y bicitaxis.
“Los cubanos son, por defecto, fanáticos del béisbol”, dijo Joel Chacón, un sommelier de 38 años de una tienda de cigarros en La Habana Vieja. “Pero hay una generación de menores de 30 a la que no le importa el béisbol”.
Incluso en el Parque Central de la ciudad, donde los hombres suelen juntarse todos los días para participar en intensos debates sobre béisbol, el fútbol está haciéndose un hueco en la conversación. En una tarde reciente, decenas de hombres se separaron en dos grupos. Mientras que uno hablaba de béisbol, el otro gritaba sobre temas de fútbol que iban desde la final de la Liga de Campeones de Europa a la mala calidad de las canchas en Cuba.
Niños juegan en el centro de La Habana. Alexandre Meneghini/REUTERS
A un costado de los dos grupos, Michel Hernández, de 37 años, explicó: “La gente vieja prefiere el béisbol porque es una tradición, pero los jóvenes prefieren el fútbol”.
El alcance del cambio es difícil de cuantificar. Funcionarios del ministerio cubano que supervisa los deportes y la recreación no quisieron realizar comentarios. No obstante, incluso los aficionados al béisbol no niegan que el deporte ha perdido parte de su dominio tradicional entre la gente joven. Y no es una cuestión exclusivamente de Cuba.
En Japón, otro tradicional semillero del deporte, la cantidad de niños que juegan al béisbol en sus equipos de secundaria —un importante ámbito informal del juego en ese país— cayó 28% entre 2009 y 2014, según cifras oficiales. Dirigentes del béisbol amateur japonés dicen que el juego está perdiendo jugadores jóvenes ante el fútbol. Preocupada por el envejecimiento creciente de su público, la liga de béisbol profesional de Japón se está esforzando más en promover el deporte entre los jóvenes.
Para un observador externo, esta parecería ser una época de auge del béisbol en Cuba. Desde 2012, los equipos de las Grandes Ligas de Estados Unidos (MLB, su sigla en inglés) han gastado más de US$400 millones en agentes libres, o peloteros sin contratos. El Juego de las Estrellas del año pasado incluyó cincos peloteros nacidos en Cuba, la mayor cantidad en 40 años, entre ellos el jardinero de Los Ángeles Dodgers Yasiel Puig y el bateador José Abreu de los Chicago White Sox. Dieciocho peloteros nacidos en Cuba estaban en las plantillas de la MLB al inicio de esta temporada, el tercer mayor grupo entre originarios de otros países. En 2016, si los progresos en restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba lo permiten, la MLB espera poder realizar en la isla un juego de entrenamiento de pretemporada.
En cambio, Cuba ha producido pocos jugadores de fútbol destacados. Su equipo nacional no ha participado de una Copa del Mundo desde 1938.
No obstante, en un país donde la mayoría de la gente no tiene acceso a Internet —según la Casa Blanca, Cuba tiene una penetración web de cerca de 5%— la televisión es el principal medio para conectarse con el mundo. Para el caso, los peloteros cubanos de la MLB podrían estar jugando en Plutón.
La cadena de televisión nacional muestra una grabación de un juego de la MLB cada domingo, normalmente unos días después de haberse jugado. Sin embargo, antes de la reciente apertura con EE.UU., los juegos que incluían a los así llamados desertores nunca se mostraban. Un partido el mes pasado con Kendrys Morales, bateador de los Kansas City Royals, fue el primero de estos juegos en transmitirse por la TV estatal.
En cambio, la cadena televisa varios partidos de fútbol europeo a la semana. La diferencia en la exposición ha hecho a las estrellas de fútbol como Lionel Messi más famosas que ningún pelotero cubano.
“Hay camisetas y banderas y de todo de fútbol”, dice Leonardo Arias, un gerente de restaurante de 50 años en La Habana Vieja. “Usted no va a encontrar [ningún producto] de béisbol”.
El béisbol en Cuba data de la década de 1860, cuando fue introducido por marineros estadounidenses. Fidel Castro es un ávido fan del deporte. Y durante la mayor parte del último siglo, los jóvenes cubanos lo jugaron de cualquier manera imaginable. Fuera de la red de academias estatales destinadas a los deportistas más serios, el béisbol ha adquirido distintas variantes como juego de barrio.
Uno se llama cuatro esquinas, y no requiere bates ni guantes; los jugadores ponen en juego la pelota golpeándola con sus manos. En otra versión, los peloteros le pegan a una tapita de botella con un palo. Estos juegos informales hacen que el deporte sea accesible más allá de los límites de los campos de béisbol.
Sin embargo, esas tradiciones se ven eclipsadas cada vez más por los partidos de fútbol improvisados, algunos de los cuales usan un par de piedras para marcar el arco. Además, el béisbol organizado sufre una escasez de equipos.
Ihosvany Gallego, un ex lanzador de la liga de invierno de Cuba de 81 años que ha sido entrenador de béisbol juvenil durante casi medio siglo, recalcó que los bates, guantes y otros equipos tradicionalmente provistos por el gobierno se han vuelto escasos.
“Hoy en día, para que los niños estén involucrados en el béisbol, sus padres tienen que tener algo de dinero o trabajar en algún lugar donde tengan acceso a los implementos”, explicó. “Es más fácil y menos caro jugar al fútbol”.
Incluso sin la competencia de otros deportes, indicó Gallego, los niños que él entrena pierden la paciencia más rápido que las generaciones anteriores con el ritmo más lento del béisbol. Para mantenerlos enganchados, está incorporando cada vez más otros deportes a su entrenamiento, como voleibol y natación.
“Se aburren”, expresó.
Al igual que muchos cubanos de mayor edad, Gallego cree que el béisbol seguirá siendo el principal deporte de la isla. Desestimó la obsesión por el fútbol como un culto a la celebridad, en el que los niños visten camisetas de jugadores europeos que ni siquiera saben en qué posiciones juegan.
De todos modos, para algunos cubanos más jóvenes, los matices del deporte son irrelevantes. Para ellos, el béisbol es un emblema de una era de nacionalismo cubano que está en decadencia. El fútbol para ellos es un canal para sentirse más integrados al mundo. “Es una cuestión generacional”, dijo Humberto García, de 24 años, mientras observaba un partido de noche en la Ciudad Deportiva, el extenso parque deportivo recreacional de La Habana.
García recordó su infancia. En aquel entonces, el área del parque donde estaba parado se usaba para el béisbol. Su equipo favorito eran los Seattle Mariners y su ídolo el jardinero Ken Griffey Jr. Lo jugó hasta los 13 años, pero luego empezó a ver fútbol por televisión. Desde entonces ha reemplazado el béisbol como su principal pasión deportiva.
“Cuando tenga un hijo, le voy a comprar una camiseta de Messi”, aseveró.
—George Nishiyama contribuyó a este artículo.