Tras el triunfo del ‘No’, Tsipras aún debe superar la resistencia de los acreedores
Alexis Tsipras, primer ministro griego, durante un discurso en la plaza Syntagma. Reuters
ATENAS—Los electores griegos rechazaron en forma abrumadora en un referendo el domingo las condiciones de un paquete internacional de rescate, un desenlace que puede ahondar el conflicto entre el país y el resto de Europa y dejarlo más cerca de la bancarrota y la salida del euro.
Al cierre de esta edición más de 61% de los votantes habían rechazado las medidas de austeridad y otras reformas económicas exigidas por las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional en las recientes negociaciones sobre un plan de rescate.
“Confío en este hombre”, dijo Zoe Vergaki, una joven música quien celebraba el triunfo del “No” en la plaza Syntagma, en el centro de Atenas. “Cualquier acuerdo que consiga, lo apoyaré”, aseguró.
El claro rechazo de los griegos a las exigencias de los acreedores de recortar las pensiones, aumentar el Impuesto al Valor Agregado y otras políticas de austeridad fortalecerá la convicción del gobierno encabezado por Alexis Tsipras de que podrá presionar a los acreedores en busca de condiciones más ventajosas que incluyan menos recortes fiscales y una reestructuración de la deuda.
“Estoy completamente al tanto de que el mandato que me dieron (los votantes) no es para una ruptura con Europa, sino un mandato que aumenta nuestro poder de negociación para alzancar un acuerdo sostenible”, dijo Tsipras el domingo por la noche.
Sin embargo, le resultará difícil convencer a políticos de Alemania y otros países de la zona euro, que interpretaron el resultado del plebiscito como una negativa a ceñirse a las reglas comunes a todos los miembros del bloque.
La estabilidad de la zona euro podría depender de si Grecia y sus acreedores pueden hallar un camino para salir de este peligroso impasse. Algunas autoridades europeas de línea dura, como el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, opinan que la expulsión de Grecia fortalecerá la zona euro y presionará a otros países que han tenido un magro desempeño económico, como Italia y Francia, a emprender reformas.
No obstante, a la canciller alemana, Angela Merkel, le preocupa que la salida de Grecia debilite en forma permanente el bloque monetario, generando especulación sobre si otros integrantes podrían salir durante crisis financieras futuras. Merkel ha sido durante mucho tiempo la defensora más poderosa en Europa de la idea de mantener a Grecia en la zona euro. No obstante, su postura se ha acercado a la de Schäuble en las últimas semanas, conforme las tácticas confrontacionales de Tsipras han despertado la ira de los electores y legisladores alemanes.
La colisión entre la voluntad popular de un país pequeño y el consenso de la clase dirigente europea complicaría aún más la crisis de la zona euro. La voluntad de hacer compromisos difíciles parece disminuir tanto en Grecia como entre los acreedores. Para impedir un colapso económico y político de Grecia se necesitaría un nivel de flexibilidad que ninguno de los protagonistas de esta tragedia ha mostrado en los últimos 12 meses.
Se espera que Tsipras busque negociar un nuevo rescate y ha prometido que puede alcanzar un acuerdo en 48 horas. Funcionarios europeos, sin embargo, estiman que ello es altamente improbable.
Los acreedores han advertido que un nuevo paquete de financiamiento tendrá condiciones más estrictas, lo opuesto a lo que Tsipras prometió a los griegos.
La economía griega, que este año volvió a caer en recesión luego de una breve recuperación en 2014, absorbió un nuevo golpe con la imposición de controles de capital y el cierre de los bancos. La parálisis financiera se podría agudizar esta semana conforme se agota el efectivo a disposición de los bancos.
El mayor obstáculo para que el gobierno de Tsipras alcance un acuerdo con los acreedores podría ser que los líderes europeos no confían en que vaya a implementar las duras reformas económicas que pretenden, aunque se comprometa en principio.
La buena voluntad hacia Tsipras y su partido de izquierda, Syriza, escasea en la mayoría de las capitales europeas. Su decisión de convocar a un referendo cuando estaba por concluir el programa de rescate y hacer campaña contra las exigencias de los acreedores desató la ira de los líderes europeos, señalan fuentes. Se prevé que los líderes de la zona euro se reúnan el martes en Bruselas para analizar los próximos pasos a seguir.
El tiempo para reparar las relaciones y alcanzar un acuerdo es corto. Grecia debe pagar un bono de 3.500 millones de euros en poder del Banco Central Europeo el 20 de julio y otro bono importante que adeuda al BCE el 20 de agosto. Sin un paquete de financiamiento, Grecia entraría en cesación de pagos. Un default griego presionaría al BCE para rechazar el uso de deuda soberana griega como aval de los bancos griegos para obtener crédito, una decisión que provocaría el colapso de la banca griega.
La quiebra de los bancos griegos es considerada como el camino más probable hacia una salida de la zona euro. Ante su incapacidad para obtener euros, Grecia no tendría más remedio que imprimir su moneda nacional.
—Georgi Kantchev y Matina Stevis contribuyeron a este artículo.
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