por Fenix » Mié Ago 10, 2016 7:16 pm
Brasil y Grecia medalla de oro en las olimpiadas de la crisis
por
Carlos Montero
•Hace 13 horas
En este especial que estamos publicando sobre Brasil debido a las Olimpiadas 2016 que se están celebrando en el país, me gustaría traer a estas páginas una interesante reflexión realizada por el economista Kohoutek Velasco, en la que compara a Brasil y Grecia en cuanto a la previsibilidad de la crisis. Veamos:
Desde hace un buen tiempo hemos estado recibiendo noticias, todas alarmantes, de la situación tan desfavorable en la que Brasil, de las llamadas BRICS, estaba envuelto.Conforme las noticias fueron diluyéndose, fuimos descubriendo no solo las mentiras de Dilma o la corrupción de sus paraestatales, también conocimos aquellos proyectos que podían figurar como una esperanza renovada: Los Juegos Olímpicos de Río, en este caso.
Hay que tener presente todo lo que significa, para el país anfitrión, el organizar eventos de tal manufactura: Inversión, turismo, promoción, trabajo, difusión y un sinfín de recursos más que deberían fungir, indudablemente, como un escalón dorado en el camino a la prosperidad económica, principalmente, sin embargo como pudimos ver en una de las ediciones anteriores de los Juegos Olímpicos, las cosas suelen ser muy distintas al dulce relato recién descrito. Sí, me refiero a Grecia, la destartalada Grecia.
Y es que resulta imposible el no encontrar ciertas similitudes entre ambos casos, pues, en esos ayeres, teníamos una situación parecida – guardando ciertas distancias, claro está.- a la que vive hoy el país sudamericano, es decir, con cifras distorsionadas – que le valieron la suspensión a Dilma – sobre su déficit real y con una infinidad de incertidumbres respecto a su nulo crecimiento actual aunque, sin duda alguna, la más importante y destacada, así como aterradora, es la que se encuentra en la raíz de su esquema político-económico: El principio de redistribución.
Según lo que la historia nos ha enseñado, la fórmula de inversión pública – Que generalmente se traduce en la emisión de deuda al ser el estado incapaz de generar cualquier cosa. – malestar económico continuo y macro eventos, no resulta en algo que no sea una crisis mucho más profunda así como el abandono de la infraestructura construida – Que es sinónimo de perder la inversión. – cuando se da prioridad a la inversión pública para gestionar y correr con todos los gastos nacidos, naturalmente, de dar alojo a un evento tan magno. – Es la fórmula griega, básicamente. –
¿Pero por qué es tan malo, entonces, que las inversiones sean echas con dinero del erario y no del privado? ¿No es, en términos prácticos, el mismo resultado que si invirtiera una empresa? Bueno, la respuesta simple es un rotundo “No” y el porqué está en el modo de obtener dichos recursos y la manera de responder ante las pérdidas.
A groso modo, mientras que el estado solo tiene que extender la mano – o ponerlo en la constitución. – para recibir nuevos ingresos, la empresa debe volverse más eficiente y brindar un mejor servicio para poder tener ganancias en vez de pérdidas, algo contrario al estado, quien jamás admitirá una mala pasada y se limitará a decir que se encuentra en un “proceso de reajuste” y que la recaudación fiscal deberá aumentar, sea o no directamente.
Luego, en caso de ser favorable el resultado, la empresa deberá re invertir su ganancia para poder obtener una mayor y poder mantenerse en un mercado que se actualiza constantemente, mientras que el estado, seguramente, lo reinvertirá en la imagen pública de sus cabecillas o “lo redistribuirá” – Que es básicamente lo mismo con un añadido de corrupción. –
Entonces tenemos un fantasma, como el del Maracaná, rondando por las calles de Brasil, aunque según Eduardo Paes, alcalde de Rio de Janeiro, el presupuesto se conformó a mitades, con un 57% de inversión privada – La mayor participación de este sector sin contar los Juegos Olímpicos de Atlanta. – lo cual parece ser un ajuste en la dirección que quiere llevar Brasil. Habrá que ver si con el paso del tiempo y la entrega de resultados pueden no solo mantener, sino generar, las condiciones para sostener y aumentar la participación del sector privado en materia de inversiones – algo que nunca le interesó a Grecia, ya que estamos.
Mucha suerte, Brasil, pues un paso en falso puede dejarte no solo fuera del podio, sino en la absoluta desgracia.
Las nuevas caídas del precio del petróleo, el futuro de las bolsas y la protuberancia del saber
por
Observatorio del Inversor de Andbank
•Hace 13 horas
¿Pueden las nuevas caídas del precio del petróleo suponer una nueva amenaza para las bolsas a nivel mundial? Esta es una pregunta que me hacen de forma recurrente estos días. Lógico, pues aún conservamos todos en nuestra memoria la conexión fatal entre el desplome del precio del crudo y el ocaso de las bolsas que tuvo lugar en la parte final del 2015 y principios del 2016. ¡Por supuesto que es legítimo temer una reedición del colapso bursátil en caso de un nuevo desmoronamiento del crudo! Por la simple razón de que existe un vínculo tan tóxico como inapelable. Dicho vínculo estriba en que el desplome del crudo hace inviable muchas de las explotaciones no convencionales (algo palpable y notorio, especialmente tras visualizar la purga en el mapa energético de EE.UU en 2015, que pasó de 1900 plataformas a 404, al son del despeñe del crudo).
Pero, ustedes, que ya saben todo esto, lo que realmente desean saber es si hemos aprendido del pasado y los mercados se han adaptado de forma que puedan encajar (hoy) un retroceso en el crudo.
Bien. Debo admitir que el confort con el que el común de los mortales pretende abrigarse me empuja a subrayarles que si la nefasta conexión ya ocurrió en el pasado, lo más probable es que se pueda volver a reeditar. Sin embargo, no estaría siendo justo con ustedes. Les estaría hablando como quien al usar las palabras no fuera una mente, sino una memoria con labios. Les estaría mintiendo pues, en realidad, bien pudiera ser que las bolsas aguantasen un nuevo desplome del crudo. Por supuesto, puedo equivocarme en esto, pero es lo que veo, y voy a ir con ello. Veamos. Hace ya algún tiempo que vengo insistiendo en que el sector energético ha mutado de un mercado monopolístico a un mercado competitivo. Les he hablado de como en un mercado competitivo los precios se fijan en un rango delimitado (por la parte alta) por el coste marginal del productor caro.
Todo ello me hizo pensar en su día que, como todo mercado competitivo, éste se abastece y se ajusta de forma automática en cada nivel de precios, lo que significa que ahora los rangos de cotización van a ser muy firmes. Así ha sido. El rango en el que me he venido apoyando es el del 30-50, tras peinar día a día los datos y la respuesta de la producción global a cada nivel de precio. Por ejemplo, con el crudo cercano a la barrera de los 50 dólares pude observar como el porcentaje de proyectos viables con un crudo inferior a 60 dólares aumentó al 70%, lo que significa mayor oferta y, por lo tanto, un freno a la subida del precio. De la misma forma, en enero de 2016, con un precio alrededor de 30, asistí estupefacto al cierre del 78% de las plataformas en Norte América. Eso, en castellano romance, significa menos producción. De hecho, mucha menos. ¡Ah! Y también un límite a las caídas en el precio.
Sabiendo hoy que el mercado de producción energética se reajusta rápidamente y que, por lo tanto, los rangos van a ser firmes, descartaría tendencias perennes o eternas, tanto del lado de las caídas como de las subidas.
Ante tal cuadro, lo lógico (que no significa lo más probable) es que los pensamientos oscuros de quiebras masivas e inapelables de empresas energéticas no debieran golpear nuestras fatigadas mentes. Si el resto de inversores y agentes del mercado entiende esto como yo lo entiendo (sé que quizá pido demasiado), proclamo que no debiéramos ver un desplome sostenido en los mercados de deuda High Yield, ni tampoco en las bolsas.
Jakob Breitinger pondría rápidamente al descubierto el insoslayable hecho de que no poseo la protuberancia del conocimiento. De acuerdo. Sin embargo, mantengo intacta mi sospecha de que las grandes caídas de los mercados, si es que tienen que ocurrir, no vendrán por el lado de un petróleo barato. Pero esta es ya otra discusión.