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El escándalo de la brasileña Odebrecht sepulta varios sueños en Venezuela
La construcción del Puente Mercosur, de unos 11 kilómetros de largo sobre el río Orinoco (aquí en una foto de julio de 2015), está paralizada. ENLARGE
La construcción del Puente Mercosur, de unos 11 kilómetros de largo sobre el río Orinoco (aquí en una foto de julio de 2015), está paralizada. PHOTO: MERIDITH KOHUT//BLOOMBERG NEWS
Por Anatoly Kurmanaev, Sheyla Urdaneta y Luciana Magalhães
Actualizado miércoles, 4 de enero de 2017 17:40 EDT
EL LABERINTO, Venezuela—Un millar de casetas de hormigón abandonadas salpican una llanura al pie de una cordillera remota en este lugar del occidente de Venezuela, rodeadas de silos vacíos y oxidados y canales de riego cubiertos de maleza.
Esta es la comuna agroindustrial de Diluvio, construida con US$2.000 millones de capital venezolano por la constructora brasileña Odebrecht SA, que el mes pasado admitió haber pagado casi US$800 millones en sobornos para obtener contratos en 12 países, entre ellos Venezuela.
El gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez otorgó a Odebrecht US$11.000 millones en contratos para construir comunas como Diluvio en áreas remotas y conectarlas al corazón del país mediante grandes puentes y ferrocarriles, según funcionarios de la empresa y documentos del gobierno. Sin embargo, mientras la compañía concluía carreteras, oleoductos y ferrocarriles en otros lugares de América Latina y África, pocos de las decenas de proyectos adjudicados bajo Chávez se hicieron realidad.
“Tiraban dinero por miles de millones en proyectos que nunca iban a ir a ninguna parte”, dice un ingeniero civil que trabajó para Odebrecht en Diluvio.
El resultado incluye una estructura de puente inacabado y abandonado de unos 11 kilómetros sobre el río Orinoco, a cuatro horas de la ciudad más cercana en el sureño estado Bolívar. Más al norte, el esqueleto de una planta de procesamiento de soya construida por la empresa se cierne sobre la árida sabana del estado Anzoátegui. Los campos allí no han producido un solo grano de soya.
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La extinción de estos proyectos refleja el colapso de los sueños de Chávez, un líder socialista que prometió usar las ganancias del petróleo para transformar su país en una red de comunas agrícolas e industriales.
Odebrecht se aferró a esos sueños, proponiendo y ganando contratos de infraestructura en su calidad de asesor de Chávez, según actuales y ex empleados de la firma.
La compañía pagó US$98 millones a intermediarios por sus servicios en Venezuela, sabiendo que el dinero sería repartido como sobornos a funcionarios, según la declaración de culpabilidad negociada que la compañía firmó con el Departamento de Justicia de Estados Unidos y fue hecha pública en diciembre.
Odebrecht no quiso comentar sobre el caso y otros aspectos de sus actividades en Venezuela. “La compañía está implementando las mejores prácticas de cumplimiento, basadas en la ética, la transparencia y la integridad”, señaló la empresa en un comunicado en el que afirmó estar comprometida a cooperar con las autoridades.
Como parte del acuerdo con el gobierno de EE.UU., Odebrecht aceptó pagar la mayor multa por un caso de corrupción de la historia a autoridades de ese país, Brasil y Suiza. El acuerdo no identifica los contratos por los cuales la empresa pagó sobornos en Venezuela o en otros lugares. El Departamento de Justicia se negó a nombrar los proyectos cuando fue contactado por The Wall Street Journal.
Los ministerios de Información y Planificación de Venezuela no respondieron a solicitudes de comentarios, ni tampoco la oficina del sucesor de Chávez, el presidente Nicolás Maduro.
Odebrecht se convirtió en el contratista predilecto de Chávez con la ayuda de su aliado y amigo cercano, el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, según actuales y antiguos empleados de la constructora.
Fiscales brasileños acusan a Da Silva de haber hecho lobby ilegal en busca de contratos para Odebrecht en varios países, incluyendo Venezuela, según una portavoz de la fiscalía. Los abogados de Da Silva niegan cualquier irregularidad por parte de su cliente, que también enfrenta otros cargos en Brasil.
Bajo Chávez, Venezuela se convirtió en el mayor mercado latinoamericano para Odebrecht fuera de Brasil, con una división dependiente directamente del presidente ejecutivo, Marcelo Odebrecht, según un ejecutivo de la compañía. Odebrecht cumple ahora una sentencia de 19 años de prisión por corrupción, lavado de dinero y conspiración.
La compañía donó US$35 millones a la última campaña presidencial de Chávez, en 2012, según declaró en febrero ante la Policía Federal brasileña un asesor de campaña del partido político de Da Silva.
Odebrecht cubrió sus apuestas, como lo hizo en Brasil, donando a partidos de todo el espectro político, según el ejecutivo de la compañía. Hizo donaciones a través de terceros al gobierno del estado Miranda, controlado por la oposición, donde se encuentran algunos de sus mayores proyectos venezolanos, dijo el ejecutivo. Una vocera del gobernador de Miranda, Henrique Capriles, no respondió a una solicitud de comentario.
A fines de la década de 2000, Odebrecht comenzó a presentar proyectos a Chávez diciendo que le generarían más votos, y él los aprobó consistentemente, según gerentes de Odebrecht. Con estos nuevos proyectos, el enfoque de las obras públicas de Venezuela pasó de las comunas utópicas a las líneas de metro y tren ligero alrededor de Caracas, según ex empleados de la compañía.
Venezuela también otorgó contratos por miles de millones de dólares a contratistas bielorrusos, rusos, iraníes y chinos para construir comunas y grandes proyectos de infraestructura, según documentos estatales.
Ninguna de las comunas fue completada, ni tampoco ninguno de los enormes proyectos de Chávez en las afueras de Caracas o la segunda ciudad más grande de Venezuela, Maracaibo. Algunos fueron abandonados antes de que él se enfermara de cáncer en 2011 y otros después de su muerte en 2013. El colapso de los precios del petróleo en 2014 básicamente detuvo tales construcciones.
En las empobrecidas poblaciones indígenas en los alrededores de Diluvio, los residentes dicen que la desaparición del proyecto comunal rompió su sueño de una vida mejor prometida por la revolución chavista.
Muchos de ellos, como José López, de 31 años, trabajaron en la construcción de las casetas de Odebrecht. Recibieron cursos de agricultura para aprovechar al máximo el sistema de riego prometido así como materiales para equipar sus nuevas casas. “Todo iba bien hasta que nos dijeron que Odebrecht no volvería. Ahora no queda nada”, cuenta.
Los canales nunca fueron terminados y las cosechas nunca llegaron. La mayor parte de las cerca de 500 familias que se habían trasladado a las casetas de la comuna han regresado a sus aldeas, llevando consigo todo lo que podían llevar, desde puertas a pisos.
“Creí que cambiaría mi vida”, dice un vigilante de una iglesia evangélica que utiliza una de las casas. “Pero no ocurrió, fuimos engañados”.
—Jeffrey Lewis en São Paulo contribuyó a este artículo.