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SPANISHFEBRUARY 4, 2011, 2:24 P.M. ET
El plan de seguridad de BP choca con su cultura
El nuevo presidente ejecutivo trata de cambiar la tradición de priorizar las finanzas sobre la excelencia operativa
Por Guy Chazan
Bob Dudley, el nuevo presidente ejecutivo de BP PLC, ha prometido cambiar la cultura de seguridad del gigante petrolero, el cual ha demostrado ser propenso a los accidentes, especialmente luego del derrame de sus pozos en el Golfo de México el año pasado. Pero la historia de un funcionario de seguridad poco conocido en la desolada región de North Slope en Alaska es una advertencia sobre lo difícil que será ese trabajo.
Al día siguiente de que el pozo del Golfo explotara en abril pasado, y causara la muerte de 11 trabajadores, Phil Dziubinski fue suspendido de su empleo y escoltado por guardías de seguridad fuera de su oficina. La empresa indicó que había sido despedido como parte de una amplia reestructuración gerencial. Durante un enfrentamiento de cinco meses, dos agencias del gobierno rechazaron las afirmaciones de Dziubinski de que había sido despedido por haber advertido sobre riesgos de seguridad. Sin embargo, sus idas y venidas con el gigante petrolero británico dejan entrever la cultura a la que se enfrenta Dudley.
Dudley creó una nueva división global de seguridad en BP, una empresa que también sufrió una explosión en una refinería en Texas con un saldo de 15 muertos hace cinco años. El ejecutivo le dio a la división el poder de intervenir o cerrar cualquier operación que considere muy peligrosa.
El tema de la seguridad llega hasta el corazón de la cultura corporativa de BP, afirman algunos críticos, quienes sostienen que comparada con las otras grandes petroleras, la británica históricamente se ha concentrado más en hacer negocios y menos en seguridad y excelencia operativa. "Otras empresas fueron menos audaces respecto al crecimiento y más concentradas en sus sistemas de gestión de seguridad", señala John Hofmeister, un ex presidente de Shell Oil Co. "Cambiar la cultura es difícil".
Una zona en la que las preocupaciones de seguridad han sido muy grandes es en el North Slope de Alaska, sede de Prudhoe Bay, el mayor pozo petrolero en América del Norte, operado por BP. Los trabajadores del pozo, que fue abierto en 1977, se quejan desde hace tiempo de que la infraestructura es vieja y de un prolongado atraso en los trabajos de mantenimiento.
Además, a medida de que miles de trabajadores petroleros de Alaska se jubilan, se acumulan las horas extra, y algunos empleados ya se han quejado de agotamiento. Este es un tema que Dziubinski les planteó una y otra vez a sus jefes, y una vez se refirió al tema en un e-mail como un "riesgo de seguridad inminente". Técnicos de BP en North Slope trabajan 14 días seguidos y no es inusual que tengan turnos de 16 o 18 horas, a veces en días consecutivos.
BP sostiene que ha tomado medidas para reducir la cantidad máxima de horas que trabajan los empleados en Alaska y que no operará ninguna instalación a no ser que tenga la certeza de que puede hacerlo de forma segura.
Mientras Dudley enfrenta el tema de la cultura de seguridad de BP, está bajo presión, especialmente de las autoridades de EE.UU., para mostrar mejoras. El informe de una comisión presidencial estadounidense el mes pasado sobre el desastre del Golfo indicó que los procesos de toma de decisiones por parte de BP y sus contratistas "no aseguraron de forma adecuada que el personal considerara por completo los riesgos creados por decisiones tomadas para ahorrar tiempo y dinero". BP sostiene que el informe respalda su propia visión de que el accidente fue "el resultado de múltiples causas, que involucraron a múltiples compañías".
BP "trabaja con reguladores y la industria para asegurarse de que las lecciones aprendidas lleven a mejorar las operaciones y los servicios de contratistas en perforación en aguas profundas", indicó la empresa. Incluso antes del informe, BP señaló que había tomaba medidas como cambiar su estructura salarial para recompensar mejor el desempeño en seguridad y administración de riesgo.
BP reportó el primero de febrero un aumento de 30% en sus ganancias del cuarto trimestre de 2010 frente a un año antes, a US$5.570 millones. La petrolera anunció además que volverá a pagar dividendos trimestrales y que venderá la mitad de su capacidad de refinación en EE.UU., como parte de su reestructuración tras el desastre del Golfo de México.
Dziubinski se convirtió en líder de ética y cumplimiento para las operaciones de BP en Alaska a mediados de 2006, poco después del derrame de 4.000 barriles de petróleo que sufrió la compañía en la región de North Slope. Eso ocurrió un año después de la explosión en una refinería en Texas City, Texas.
Prometiendo un cambio, BP en 2006 contrató al juez federal retirado Stanley Sporkin, para que recibiera y actuara sobre las preocupaciones planteadas por los trabajadores en toda la compañía. En Alaska, BP estableció un programa para permitir a los empleados y contratistas plantear cuestiones sin temor a represalias, poniendo a cargo al veterano oficial de seguridad Dziubinski.
Al principio los trabajadores se mostraron escépticos, pero las sospechas se desvanecieron y pronto empezaron a acudir a Dziubinski con sus quejas. En 2009 informó a sus superiores sobre situaciones que le preocuparon como la de un empleado que trabajó 36 días consecutivos sin la apropiada aprobación de un jefe y que había acumulado 320,5 horas extras en tan sólo un mes. Dziubinski describía la situación como una cuestión de "riesgo inminente".
Tan pronto como empezó a notificar a sus jefes sobre el problema de las horas extras se transfirieron algunas de sus responsabilidades a otros, cambió el sitio web donde los trabajadores registraban sus protestas y nunca más recibió notificaciones por correo electrónico sobre nuevas quejas.
Dziubinski preparaba una demanda por despido injusto, durante el escándalo por el derrame en el Golfo de México, pero llegó a un acuerdo extrajudicial con BP, que es confidencial.