por admin » Mar Mar 01, 2011 8:38 am
SPANISHFEBRUARY 28, 2011, 8:03 P.M. ET
Japón contraataca y dice ser un pionero de la política monetaria
Por Jon Hilsenrath y Megumi Fujikawa
TOKIO— El Banco de Japón soportó durante años las acusaciones de que fue intransigente a la hora de responder a la postración en que cayó la economía del país. Ahora está contraatacando.
Masaaki Shirakawa, el estudioso y delgado gobernador del banco central, está en plena campaña para defender una postura que podría sorprender a sus detractores: el Banco de Japón es un incomprendido pionero de políticas monetarias innovadoras para combatir la deflación, tales como las tasas de interés a casi 0% y la compra de valores gubernamentales, a las que ahora han recurrido los bancos centrales de las economías desarrolladas de Occidente. El banco central japonés, asimismo, sigue a la vanguardia en su empeño por despertar lo que el economista británico John Maynard Keynes denominó los 'espíritus animales' del empresariado del país.
En una aparente paradoja, Shirakawa también plantea que estas políticas no siempre dan resultado y ahora se concentra en tratar de redefinir la forma en que los economistas entienden la deflación, una debilitante caída en los precios al consumidor. Argumenta que las manos del Banco de Japón están atadas porque la caída en el gasto de los consumidores y la inversión de las empresas está tan relacionada con el declive de la población del país, un factor que la entidad no controla, como con la oferta de dinero, sobre la que sí puede actuar.
Ko Sasaki para The Wall Street Journal
Masaaki Shirakawa
"Siento una gran frustración ante las críticas simplonas", dijo Shirakawa en una larga entrevista con The Wall Street Journal en una sala de reuniones cerca de su oficina. Consultado al respecto, se niega a mencionar un error en particular que el banco pueda haber cometido durante los 15 años que ha pasado combatiendo la deflación. En su lugar, apunta con ironía a los críticos occidentales que culpan al banco central del prolongado letargo de Japón, pero que no advirtieron que se estaba gestando una gigantesca burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.
"El Banco de Japón ha sido un solitario precursor que ha implementado nuevas e innovadoras medidas a gran escala", aseveró el economista de 61 años, que se toma su tiempo para buscar las palabras precisas y las calificaciones adecuadas para matizar sus comentarios. "Cuando anunciamos esas medidas, no llamaron mucho la atención o fueron consideradas extrañas. Pero, con la perspectiva del tiempo, el denominado relajamiento cuantitativo adoptado por la Reserva Federal es esencialmente lo mismo que hicimos a comienzos de la década pasada", explicó.
Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (Fed), fue uno de los economistas occidentales que criticaron sin contemplaciones a los japoneses, a los que acusaron de ser demasiado tímidos, cuando era profesor en la Universidad de Princeton. Posteriormente, ha indicado en privado sus remordimientos por el tono empleado en algunos de sus comentarios.
Shirakawa, un economista de bajo perfil que estudió en la Universidad de Chicago en los años 70, es ahora el que levanta el dedo acusador. En reuniones a puertas cerradas a las que asisten los presidentes de los bancos centrales cada dos meses, en Basilea, Suiza, Shirakawa ha estado realizando miniconferencias ante sus colegas.
En una reunión en septiembre, cuando la Fed se preparaba para lanzar su plan de compra de bonos para reactivar la economía, Shirakawa sonó la voz de alerta sobre las limitaciones de estas políticas no convencionales, basándose en la experiencia japonesa.
No sólo eso. En una serie de discursos cuidadosamente preparados ha tratado de exponer sus argumentos ante un público más amplio. Uno de ellos, pronunciado el año pasado, contenía 34 notas a pie de página, 23 páginas de gráficos y 33 referencias académicas.
El mensaje de Shirakawa, en esencia, es que lejos de estar dormido el Banco de Japón ayudó durante las dos últimas décadas a impedir que la economía cayera en una depresión como la que Occidente sufrió en los años 30.
Agrega que el organismo no ha sido suficientemente reconocido por llevar adelante medidas experimentales pequeñas pero significativas que, en su opinión, podrían impulsar una mayor toma de riesgos y cambios en la actitud del gobierno, las empresas y los bancos japoneses. Aludiendo a una metáfora científica,afirma que está tratando de revertir "el decaimiento en el metabolismo económico" de Japón, una tarea que el banco central ha asumido porque nadie más parece tener la disposición o la capacidad de hacerlo.
Shirakawa se está transformando en una inesperada voz de liderazgo, tanto en el país como en el extranjero. Ello se debe, en parte, a que pese a las intensas críticas, ha sido el articulador de políticas más estable en un gobierno debilitado.
Japón ha sido un rompecabezas para los economistas durante años, como un paciente con un poco de fiebre que no empeora, no mejora y no desaparece. Los libros de texto predecían que luego de la burbuja inmobiliaria, a comienzos de los años 90, los precios al consumidor entrarían en una espiral descendiente. Nunca ocurrió. En cambio, comenzaron 15 años de una deflación leve pero persistente y el crecimiento se volvió anémico.
El Banco de Japón se transformó en un laboratorio de políticas heterodoxas pero, en última instancia, ineficaces. Ha comprado bonos del gobierno japonés, valores respaldados por activos, deuda de empresas e, incluso, acciones. Las compras inyectaron dinero al sistema financiero y tenían el objetivo de estimular la toma de riesgos por parte de los bancos y los inversionistas, explica Shirakawa. Pero no consiguieron reanimar la economía ni terminar con la deflación.
Shirakawa dice que la experiencia japonesa muestra que no se puede superar la deflación inundando la economía de efectivo. "Los hechos han invalidado esa propuesta", indica.
A su juicio, ha incidido otro factor: las empresas y las familias japonesas están tan desalentadas respecto a las perspectivas de crecimiento a largo plazo de la economía, fundamentalmente debido a la población declinante y el menor crecimiento de la productividad, que siguen controlando sus gastos. Esos son problemas que el banco central no puede solucionar por sí mismo, aun cuando está lanzando programas que dice que podrían ayudar.