por admin » Lun Mar 07, 2011 4:49 pm
SPANISHMARCH 7, 2011, 10:44 A.M. ET
Chávez podría estar violando las sanciones a Irán
Por Mary Anastasia O'Grady
El viejo debate sobre si las sanciones unilaterales pueden ser efectivas para socavar un régimen tiránico probablemente continúe hasta la eternidad. Pero nadie cuestiona la futilidad de una política de sanciones que cuando es violada no es respaldada con acciones. El gobierno de Obama ahora enfrenta esta verdad obvia en Venezuela.
Recientemente se conoció evidencia de que el monopolio petrolero estatal venezolano, conocido como PDVSA (Petróleos de Venezuela), le había estado vendiendo a Irán "reformante" —producto que se utiliza para mejorar la calidad de la gasolina—, en violación de la Ley Integral de Sanciones, Responsabilidad y Desinversión a Irán (Cisada) de 2010. Si los documentos resultan ser auténticos, significa que Hugo Chávez está provocando al presidente Obama. No responder socavaría no solamente a Cisada sino también la credibilidad de Estados Unidos en sentido más amplio.
Dista de quedar claro —a pesar de las recientes aseveraciones de la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes— si Estados Unidos va a "actuar" si se demuestra la existencia de violaciones. Chávez ha estado advirtiendo, en distintos momentos a lo largo de una década, que está preparado para cortar el suministro de petróleo venezolano al mercado estadounidense. Algunos observadores del mercado del petróleo creen que el gobierno de Obama está asustado por esa amenaza. Pero si es así, no es por las razones en las que usted podría pensar.
Bob Tippee, editor de la revista Oil & Gas Journal, con sede en Houston, estado de Texas, me dijo la semana pasada durante una entrevista telefónica: "Nosotros podemos arreglarnos sin el petróleo (de Chávez) mucho más fácilmente de lo que él puede arreglarse sin sus ingresos petroleros". Muchos otros analistas están de acuerdo con ese comentario, y seguramente el gobierno de Obama sabe que es cierto. Pero "arreglárselas sin" el petróleo venezolano implica cambiar la política energética del gobierno actual. Eso, antes de las elecciones presidenciales de 2012, podría generar la ira de algunos de los partidarios más enérgicos de Obama.
Estados Unidos ya contaba con la ley de sanciones a Irán vigente desde 1996 cuando, en julio de 2010, Obama firmó la ley Cisada. La idea era apretar más las tuercas económicas sobre el régimen para que se viera forzado a abandonar sus peligrosas ambiciones nucleares. Uno de los elementos clave del Cisada son "las sanciones con respecto al desarrollo de los recursos petroleros de Irán, la producción de productos derivados del refinado de petróleo en Irán y la exportación de productos refinados del petróleo a Irán".
Expertos en Medio Oriente afirman que Cisada ha dado resultado para desalentar a compañías y a gobiernos para que no provean gasolina o los medios para refinarla. Pero documentos escaneados colocados en Internet por pajamasmedia.com parecen mostrar que PDVSA envió productos químicos utilizados para la producción de combustible a Irán en diciembre. Un formulario de pedido de dos páginas, con el membrete de PDVSA, muestra un cargamento que salió de Bullenbay, en Curacao, con destino al puerto de Fujairah en los Emiratos Árabes Unidos. La Compañía Nacional Iraní de Petróleo es la compradora. También hay una carta de embarque. (Venezuela niega que esté violando a la ley Cisada).
Aunque es posible que estos documentos sean falsificaciones, expertos de la industria petrolera me han dicho que contienen suficientes detalles como para ser verificables. Al testificar ante un panel del Congreso en febrero, el secretario de Estado adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, dijo que Estados Unidos "está analizando el asunto" y "tratando de determinar si de hecho hay una violación". Las sanciones podrían ser aplicadas a través del sistema financiero, pero la secretaria de Estado Clinton habló la semana pasada de "ciertos estándares de evidencia" con los que el Departamento de Estado tiene que cumplir para satisfacer al Congreso.
Tantos detalles en torno a Chávez dan la impresión de que Washington se esforzará mucho para evitar una confrontación con el chico malo venezolano, presumiblemente porque tiene petróleo. Sin embargo, es Chávez quien debiera preocuparse por una pelea con el Tío Sam.
Para obtener mucho dinero por su petróleo pesado, Venezuela debe enviarlo a refinerías especialmente equipadas en la costa del Golfo de México, en EE.UU. De otra forma, tiene que ser vendido en otras partes, en mercados lejanos que no están preparados para manejarlo. Eso implica que el precio será recortado debido a los costos de transporte y a los mayores costos de refinación. Para un gobierno militar que depende de los ingresos petroleros para comprar su legitimidad, esa no es una situación bienvenida.
Estados Unidos, por otro lado, tiene muchas opciones. Como señala Tippee, si Chávez deja de enviarle petróleo a Estados Unidos, Washington siempre puede "recurrir a su reserva estratégica de petróleo y esperar". Esto, sostiene, "es todo hipotético" pero el punto es que con importaciones desde Venezuela que en 2010 llegaron a 993.000 barriles diarios y con 727 millones de barriles actualmente en reserva, no hay razones para tener un miedo paralizante.
Clinton también podría aprobar la propuesta de extender el oleoducto Keystone XL, de TransCanada, a la costa del Golfo. La demora en la decisión —debido a obstáculos puestos por la Agencia de Protección Ambiental— es costosa. De acuerdo con un reciente trabajo de la Energy Policy Research Foundation de Washington, "la extensión del oleoducto permitiría el embarque de 509.000 barriles diarios adicionales de petróleo canadiense a las refinerías de la costa del Golfo". Además, por supuesto, está la moratoria a las perforaciones en aguas profundas, que solamente ha sido levantada en los papeles.
Lo bueno aquí es que no hay razones intrínsecas por las que Chávez debiera ser capaz de desafiar el embargo con impunidad. El problema radica en la vulnerabilidad creada por la política de Obama de desalentar el uso y desarrollo interno de combustibles fósiles. Los estadounidenses quizás no entiendan eso pero el dictador venezolano sí.