por admin » Vie Mar 25, 2011 3:09 pm
Los esfuerzos de Brasil por despedir a Roger Agnelli reflejan una tendencia intervencionista
Por Paulo Prada y Robert Guy Matthews
SAO PAULO, Brasil- Una ofensiva del gobierno de Brasil para expulsar al presidente ejecutivo de la gigante minera Vale SA refleja la creciente intervención del gobierno en una empresa que fue de propiedad estatal, dicen los críticos, y el cada vez más importante impulso de los países en desarrollo por obtener un mayor control de las principales empresas productoras de commodities.
La semana pasada, de acuerdo con fuentes al tanto, el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, contactó al Banco Bradesco SA, el principal accionista privado de Vale, y le pidió apoyo para sustituir a Roger Agnelli, un ex banquero de inversión de Bradesco que ha conducido la compañía desde 2001. Aunque Agnelli se enfrentó al gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el renovado esfuerzo por sustituirlo señala la disposición de su sucesora, Dilma Rousseff, de mantener la presión del gobierno sobre compañías en las que el Estado ya no es el único accionista.
"Esas son empresas bien manejadas que son rentables y que no necesitan que nos metamos en sus asuntos", dijo José Mendonça Filho, un congresista brasileño que convocó a Mantega para que testificara sobre el asunto. El renovado esfuerzo por desplazar a Agnelli fue informado esta semana por la prensa brasileña.
Agnelli dijo el viernes que la elección del presidente de la compañía es una decisión exclusiva de los accionistas controladores de Vale.
"Lo que he estado haciendo los últimos días es lo mismo que he estado haciendo toda mi carrera: trabajar", dijo Agnelli en referencia a la controversia. "No estoy involucrado en ningún cuestionamiento político relacionado con este asunto", agregó.
Roger Agnelli, presidente ejecutivo de Vale
.El ministro, Vale y Bradesco declinaron hacer comentarios.
Vale, la principal productora mundial de mineral de hierro, y Petróleo Brasileiro SA, el gigante brasileño estatal de energía, fueron parcialmente privatizadas hace más de una década. Aún así, el gobierno en los últimos años buscó influir cada vez más en las dos compañías y empujarlas hacia actividades que no agradan a muchos inversionistas privados.
Brasil ha sido particularmente enérgico en sus intentos de influir en la conducción de las empresas, pero los productores de commodities de otros países también están crecientemente en guardia por la creciente interferencia estatal en sus operaciones. Además de buscar una mayor influencia en la gerencia, los gobiernos, en medio del actual "boom" de los commodities, están buscando obtener una mayor participación de las ganancias récord generadas por los metales, los minerales, los productos agrícolas y el petróleo.
Las compañías mineras, incluyendo a BHP Billiton y a Rio Tinto, han llamado la atención a los esfuerzos de los gobiernos de los países donde operan, desde Australia, a Canadá, pasando por Congo, por obtener una mayor participación en estas ganancias extraordinarias. Tom Albanese, presidente ejecutivo de Rio Tinto, dijo la semana pasada que todas las compañías mineras necesitan administrar mejor lo que lo que llamó "la maldición del nacionalismo con los recursos naturales". Los crecientes impuestos y tasas y la intervención de los gobiernos van a limitar la oferta, advirtió, y mantendrán altos los precios del mineral de hierro, el carbón, el cobre y otros metales y minerales.
En 2009, Guinea expulsó a Rio Tinto de la porción norte de su proyecto de mineral de hierro, quejándose de que no estaba trabajando lo suficientemente rápido como para aportar ingresos fiscales. En Australia, las mineras están luchando contra los intentos del gobierno de implementar un impuesto a los recursos. El año pasado, Canadá frustró el plan de BHP Billiton de comprar la compañía de fertilizantes Potash Corp. por US$38.600 millones, en parte porque creía que la adquisición no sería buena para el país.
En Brasil, el gobierno ha estado presionando a los grandes productores de materias primas para que se diversifiquen y entren en sectores que crearían empleos y alentarían la actividad económica en zonas remotas del país. Por ejemplo, Petrobras, a pesar de las quejas de accionistas privados, sucumbió a la sugerencia del gobierno de que construya refinerías en el nordeste de Brasil aun cuando muchos expertos del sector califican las plantas de una distracción innecesaria de las operaciones más lucrativas de exploración y producción de la compañía.
En Vale, las tensiones comenzaron cuando la compañía redujo los planes de inversión y despidió a trabajadores en los inicios de la contracción económica global. El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en su momento criticó la contracción de los planes de la empresa y la decisión de Agnelli de comprar buques de carga a astilleros fuera de Brasil. Su gobierno luego buscó instar a la compañía a complementar la minería con la producción de acero y otras actividades industriales.
Como Agnelli se resistió, el gobierno se le opuso cada vez más, a pesar de las ganancias sin precedente de Vale y la alta estima por él entre otros accionistas. El gobierno es socio de Bradesco y otros inversionistas privados en el grupo de accionistas central de la compañía, pero necesita el apoyo de los otros accionistas para imponer cambios en la conducción de Vale.
Una persona al tanto de la conversación entre Bradesco y Mantega, el ministro de Finanzas, dijo que el gobierno principalmente le pedía al banco que clarificara si continuaría respaldando a Agnelli cuando su contrato venza en mayo y pueda renovarse.
En la compañía minera, el apoyo a Agnelli, de 51 años, sigue fuerte. Los otros siete miembros de la junta ejecutiva, según una persona familiarizada con la compañía, han dicho internamente que también se irían si obligaran a Agnelli a irse.
"Esto no sería simplemente el cambio de un ejecutivo", dijo la persona. "Significaría un cambio general en la conducción de Vale".