Les paso extractos de los libros que recomendó águila
Henry "Hank" Paulson regresa a la actualidad más de un año después de abandonar su cargo de secretario del Tesoro, y lo hace con un libro autobiográfico en el que relata los infernales pormenores de la parte más dura de la crisis financiera. On the Brink: inside the race to stop the collapse of the global financial system (Al borde del abismo: dentro de la carrera para detener el colapso del sistema financiero global) promete convertirse en uno de los clásicos imprescindibles para entender nuestro agitado tiempo.
Paulson es humano. El que fuera CEO del todopoderoso Goldman Sachs antes de unirse a la Administración Bush en 2006 relata de modo natural que en otoño de 2008 era una persona consumida por el insomnio y la arcada fácil, ya que el colapso financiero se le había agarrado al estómago.
"No tuvimos otra alternativa que dejar caer a Lehman Brothers", asegura Paulson. Esta fue, sin duda, una de las decisiones más difíciles y polémicas que se hayan tomado durante la crisis, ya que no falta quien asegura que la caída de este icono de Wall Street aceleró y empeoró la situación. "Para alguien como yo, que trabajé en Wall Street, ver a una firma quebrar de esa forma es algo terrible", explicaba Paulson en una reciente entrevista con Bloomberg.
"Los ingleses nos han jodido"
Este gigantón con porte de jugador de fútbol americano, curtido en mil batallas en Wall Street, vio como el suelo se abría bajo sus pies tras conocer que el desesperado plan de rescate de Lehman Brothers se iba al traste, ya que las autoridades británicas no permitieron que Barclays cargara con un muerto cuyos activos tóxicos estaban sobrevalorados en unos 37.000 millones de dólares. Aquella fue la sentencia de muerte de un banco con 158 años de historia y el comienzo de una pesadilla sin parangón.
Paulson dice en su libro que quería salvar a Lehman, pero que resultó imposible porque la operación de rescate no se podía realizar del mismo modo que con Bear Stearns, que tuvo a JP Morgan como salvador en marzo de 2008 gracias a un respaldo de 29.000 millones de dólares de la Reserva Federal (Fed). Lehman también necesitaba un comprador al que poder prestarle dinero, pero tras la retirada de Barclays no lo había y la Fed no tenía poder para prestar directamente. Además, como recuerda Paulson, "la calidad de los activos tóxicos de Lehman le habría asegurado pérdidas a la Fed".
Al fin y al cabo, los rescates y las ayudas del Gobierno partían de la premisa de que el dinero se recuperaría con intereses. Y por lo visto la salvación de Lehman no se ajustaba a ese criterio porque sus cuentas eran un insondable agujero negro. No había fórmulas legales ni morales que justificaran el rescate. Ahora bien, el tiempo dirá si el contribuyente ha recuperado, como dijo el presidente Barack Obama, hasta el último centavo prestado a los bancos.
Así las cosas, y tras recibir las noticias de Barclays, no sorprende que Paulson le espetara a sus colaboradores un coloquial "los ingleses nos han jodido". El secretario del Tesoro sabía positivamente que las placas de la tectónica financiera habían chocado, que el terremoto iba a ser devastador y que sus consecuencias eran impredecibles.
La confesión: "Estoy muy asustado"
Paulson evoca en On the Brink que acto seguido pidió disculpas a los congregados en la sede de la Fed de Nueva York, antiguo hogar el actual secretario del Tesoro, Tim Geithner, y que se dirigió al lavabo para llamar a su esposa Wendy. Era domingo, llevaba todo el fin de semana encerrado con su gabinete de crisis y el mundo estaba en vilo a la espera de noticias.
"¿Y si el sistema se derrumba? Le pregunté. Todo el mundo está pendiente de mí, y yo no tengo la respuesta. Estoy muy asustado". De nuevo, el Paulson más humano, un tipo con fuertes convicciones religiosas que no encontraba respuestas y que le pedía tierno consuelo y oraciones a su mujer. "No debes tener miedo, dijo Wendy. Tu trabajo es el reflejo de Dios, de su mente infinita, y puedes confiar en él".
No es de extrañar, sabiendo que lo de Lehman sólo fue el comienzo de la pesadilla, porque luego vendría la lucha con el Congreso para la aprobación del plan de estímulo y los nuevos rescates de la aseguradora AIG y las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, que Paulson diga a estas alturas que "ahora me siento yo mismo por primera vez en mucho tiempo".
¿Más confesiones? Paulson concede en su libro sin pudor alguno que en medio de esa carrera por evitar el colapso financiero buscaba la paz y la tranquilidad que no tenía en el aseo, donde intentaba relajarse ojeando la revista Sports Illustrated.
El gran paquete: peligro de infarto
Efectivamente, la siguiente parada del viacrucis fue el paquete de rescate financiero que el Tesoro orquestó con la ayuda de la Reserva Federal y su presidente, Ben Bernanke, para el que Paulson sólo tiene palabras de elogio.
"Bernanke es realmente brillante. Es un gran economista y un gran historiador económico que fue capaz de hacer lo que se tenía que hacer en el momento adecuado. Creativo y fuerte. Como estadounidense estoy muy orgulloso de que haya sido reelegido. Duermo más tranquilo cada noche sabiendo que él está al frente de la Fed", comentaba Paulson en la entrevista con Bloomberg.
Paulson cuenta como ambos convocaron a los líderes del Congreso en el Capitolio para explicarles que el Gobierno debía comprar una gran cantidad de activos tóxicos para sacarlos de los balances bancarios. Fue entonces cuando se les preguntó cómo de grande era esa cantidad, a lo que Paulson respondió que "cientos de miles de millones de dólares". "Sabía que era mejor así que pronunciar la palabra billón. Les habría causado un paro cardiaco", recuerda.
"Necesitamos anunciarlo esta noche para calmar a los mercados y la legislación para semana que viene", continuó Paulson, que aulló un "que dios nos ayude a todos" ante los asombrados y reacios congresistas, que no parecían dispuestos a autorizar con tanta celeridad y sin más detalles un rescate histórico con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina.
La colisión de los mercados y la política
El sufrimiento por la batalla que se desencadenó en el Congreso mientras los mercados se desangraban no había hecho más que empezar. ¿Qué congresistas apoyarían un plan impopular antes de unas elecciones? El ala republicana quedó retratada al echar abajo el plan de rescate el 26 de septiembre de 2008, un plan liderado por su secretario del Tesoro y respaldado por el presidente George W. Bush.
Ni el mismo Paulson, cada vez más agotado, nauseabundo y aterrado por los acontecimientos, se lo podía creer. Es más, tuvo que arrodillarse ante la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, para pedirle su ayuda a la vista de que los republicanos le estaban fallando.
No en vano, Paulson afirma que On the Brink es un libro que trata sobre la colisión de los mercados y la política, ya que lo peor de la crisis llegó seis semanas antes de las elecciones y hubo todo tipo de interpretaciones sobre la finalidad del rescate.
Harina de otro costal fue la lucha contra las posiciones cortas que día a día machacaban el mercado de valores y especialmente a los bancos e instituciones financieras. Y es que los pasillos de la SEC también fueron el escenario de otra de las encarnizadas batallas de Paulson, un hombre que se lo debía todo a Wall Street y que se vio en la tesitura de pedir la prohibición de las ventas a corto para estabilizar las bolsas de manera urgente. Chris Cox, presidente del regulador, se mostraba reticente, por lo que Paulson, tal y como rememora en su libro, tuvo que presionarle diciendo que "si esperamos más no habrá un mercado que regular".
"Odio lo que tuvimos que hacer"
El ex secretario del Tesoro, desaparecido de la vida pública desde enero de 2009, cuando la Administración Obama tomó el poder, ha roto su silencio con motivo de la publicación de su libro y sigue defendiendo a capa y espada que el paquete de ayuda de 700.000 millones de dólares era necesario.
"Entiendo las críticas. A nadie en este país le gustan los rescates, ni a los republicanos ni a los demócratas. Odio lo que tuvimos que hacer. Pero era la mejor alternativa", afirmó Paulson en la citada entrevista con Peter Crook para Bloomberg. "A todos aquellos que dicen que no debimos hacerlo, les digo que no había otra alternativa", reitera.
¿Y qué piensa de las críticas hacia él y hacia Tim Geithner, actual secretario del Tesoro y estrecho colaborador en aquellos días como responsable de la Fed de Nueva York? "Tim fue un gran gestor durante las crisis. Calmado y frío. Siento un gran agradecimiento hacia él porque fue clave para estabilizar el sistema financiero. Es difícil para quienes lideraron el país durante la crisis recibir este trato por prevenir una calamidad que nadie ve. Lo que la gente ve es el 10% de desempleo, pero nuevamente les digo: ese nivel de desempleo es después de un esfuerzo masivo, ¿qué hubiera pasado si no se hubiera hecho?".
La mayoría de las decisiones tomadas en el otoño de 2008, según Paulson, fueron las más apropiadas en aquel momento, porque si los mercados se hubieran colapsado totalmente las empresas se habrían quedado sin acceso a ningún dinero, y no habrían podido pagarle ni a sus proveedores ni a sus empleados. "Hubiera sido horrible. Millones de empleos perdidos, millones de hogares perdidos, miles de millones de dólares en ahorros perdidos".
Una cuestión humillante: mirando al futuro
A pesar de que llevaba tiempo barruntando una crisis, Paulson no esconde en su libro que fue incapaz de predecir las dimensiones y las causas del tsunami financiero. En agosto de 2006 charló con el presidente George W. Bush sobre economía en Camp David, y le dijo que el aumento de las reservas de capital no reguladas y el crecimiento exponencial de algunos mercados de derivados auguraban problemas, ya que todo eso había permitido que ingentes cantidades de deuda y riesgo anegaran el sistema financiero.
Fue entonces cuando Bush preguntó con la inocencia de un niño que cómo había sucedido todo eso y cuando Paulson se dio cuenta de que, en parte, él mismo había sido culpable. "Era una pregunta humillante para cualquier persona del sistema financiero. Después de todo, somos los únicos responsables", escribe el que fuera CEO de Goldman Sachs.
¿Y a partir de ahora, qué? El pasado 18 de febrero, en un coloquio celebrado en Nueva York con motivo de la presentación de sus memorias, Hank Paulson explicó que "fuimos los primeros en responder a un incendio forestal... y no teníamos las herramientas adecuadas. Yo estaba allí con un hacha y tratando de sacar una manguera".
Por eso, Paulson dice que se necesita una estructura reguladora que resista el paso del tiempo. "Me gustaría ver un regulador de riesgo sistémico, con amplias facultades. Cualquier tipo de institución que vigile las amenazas que intenten echar abajo el sistema. En este momento nos enfocados en los árboles, pero lo que necesitamos es alguien que se centre en todo el bosque".