Mario Draghi queda a un paso de convertirse en presidente del Banco Central Europeo
Por Alessandra Galloni, Brian Blackstone y Jon Hilsenrath
La canciller alemana Angela Merkel respaldó a Mario Draghi para la presidencia del Banco Central Europeo, eliminando el último obstáculo para que el director del banco central italiano quede al frente de una de las instituciones más importantes del continente.
Aun cuando los 17 países que comparten el euro tienen hasta fin de mes para hacer la designación –y otros países pueden presentar sus propios candidatos— el profesor de Economía, ex funcionario del Banco Mundial y ex ejecutivo de Goldman Sachs es considerado ahora como el principal candidato para suceder al francés Jean-Claude Trichet, quien abandona el cargo en octubre. El ministro de Economía de Italia, Giulio Tremonti, dijo el miércoles que había presentado oficialmente el nombre de Draghi en un documento a los ministros de Hacienda de la eurozona, quienes se reunirán el lunes.
Draghi asumiría la conducción del BCE en momentos en que Europa entra en una fase nueva y drástica de su crisis de deuda, en la cual ya lleva dos años. Hay crecientes inquietudes de que Grecia, que hace apenas un año recibió un rescate de 110.000 millones de euros de sus socios de la eurozona, es incapaz de estabilizar sus finanzas, como había prometido. Además de Grecia, donde los trabajadores públicos el miércoles hicieron una enorme huelga en protesta contra las medidas de austeridad del gobierno, Portugal también se apresta a implementar severos recortes nacionales en empleos del sector público y privilegios de bienestar social.
La propia Italia está pugnando con una de las mayores deudas públicas en la eurozona. El dudoso historial del país en materia económica, incluyendo brotes de alta inflación, durante mucho tiempo se había considerado una desventaja para las probabilidades de los directores del banco central italiano de alcanzar el máximo cargo del BCE.
Aun así, hay pocos indicios de que Draghi moderaría la postura antiinflacionaria del BCE para ayudar a las economías más débiles de la eurozona.
."Mi impresión es que seguiría muy estrechamente en el molde de Trichet en materia de no querer hacer nada que malogre la credibilidad del BCE a la hora de lidiar con los riesgos de inflación", dijo Peter Hooper, economista jefe de Deutsche Bank Securities en Nueva York.
"Dadas algunas de las inquietudes políticas sobre la situación de deuda de Italia, mi impresión es que probablemente haría lo imposible por disipar las preocupaciones de que podría tener una tendencia a ser blando".
Según colegas en la junta directiva del BCE, Draghi el mes pasado fue firme partidario de la primera alza de tasas de interés del BCE en casi tres años, aun cuando la economía de Italia podría ser la más afectada por las mayores tasas de interés. De manera similar, durante la reciente restricción del ciclo monetario por el BCE, que ocurrió principalmente en 2006 y 2007, Draghi estaba en la facción minoritaria, presionando por alzas más pronunciadas de las tasas de interés, según varios colegas.
"Está muy cerca de nuestra agenda de estabilidad y economía sólida", concluyó Merkel en una entrevista con el diario Die Zeit, en la cual apoyó la candidatura de Draghi.
Draghi, oriundo de Roma, forjó sus credenciales económicas como estudiante de doctorado del Instituto de Tecnología de Massachusetts a fines de la década de 1970. Tras enseñar en la Universidad de Florencia y luego pasar seis años como director ejecutivo del Banco Mundial, Draghi, padre de dos hijos, regresó a Italia a comienzos de la década de 1990. Fue una figura clave del Tesoro italiano cuando el país fue expulsado del mecanismo cambiario europeo, devaluó su moneda, perdió confianza en los mercados de bonos y estuvo al borde de la cesación de deuda, una situación similar a la que vive hoy Grecia.
"La principal lección que aprendimos entonces, que hoy es pertinente, es cómo los mercados pueden exacerbar las situaciones nacionales", dice Lamberto Dini, senador y ex primer ministro italiano que en aquel entonces era uno de los funcionarios de máximo rango del Banco de Italia.
En años posteriores, Draghi encabezó una de las mayores campañas de privatización jamás vistas en Europa: la venta de participaciones en bancos, firmas de energía y telecomunicaciones, y autopistas, que equivalía a un 10% de la producción económica de Italia. Se ganó el mote de "Súper Mario" en la prensa italiana.
En 2002, Draghi se fue de Italia para entrar en el sector privado, desempeñándose por tres años como vicepresidente del brazo internacional del banco de inversión Goldman Sachs en Londres. Su paso por Goldman –uno de los bancos que ocupó la atención pública durante la reciente crisis financiera global– inicialmente suscitó dudas entre algunos críticos de su candidatura al BCE.
Al cabo de tres años en Londres, Draghi regresó a Italia para liderar el banco central del país, aplicando lo que muchos caracterizan como una oleada de modernidad a la institución. Ordenó que ejecutivos de alto rango tuvieran blackberries, por ejemplo, para que pudiera comunicarse más fácilmente con ellos.
En cuestión de un año, el liderazgo de Draghi en el Banco de Italia fue eclipsado por un papel internacional aún mayor, al ponerse al frente del llamado Foro de Estabilidad Financiera, un grupo de funcionarios financieros de alto rango a cargo de reformar las reglas financieras del mundo.
Desde su pedestal en el FEF, Draghi contribuyó a moldear parte de la planificación inicial para la reforma regulatoria financiera después de que Lehman Brothers quebró en septiembre de 2008. En abril de 2009, fueron expandidas las responsabilidades del grupo –y el nombre fue cambiado a Junta de Estabilidad Financiera– para incluir a miembros de países de mercados emergentes. El grupo recibió autoridad más formal e hizo recomendaciones en cuestiones como posibles limitaciones a bonificaciones de banqueros y requisitos de capital de bancos.
El FSB, dicen colegas, fue una prueba de fuego para las destrezas diplomáticas de Draghi. En la reunión inaugural del grupo en 2009, estalló una disputa cuando Arabia Saudita y otros países de mercados emergentes se quejaron de que no tenían suficiente voz en las responsabilidades del grupo, según varias personas familiarizadas con la reunión. Para mitigar las tensiones, Draghi hizo una broma que una vez había oído decir al ex secretario de Estado de Estados Unidos, George Shultz.
"¿Por qué los franceses besan la mano de una mujer?", preguntó Draghi al grupo trabado en recriminaciones, según dos personas presentes. "Hay que empezar en algún lado". Quería decir, según sus colegas, que el grupo no podía permitirse un empantanamiento por disputas técnicas apenas en el comienzo de su actividad.
El año pasado, mientras arreciaba la crisis de deuda europea, Draghi desempeñó un papel clave en las decisiones del BCE. En particular, el crítico fin de semana del 8 y 9 de mayo de 2010, el banco ponderaba si comprar bonos de países europeos vulnerables, como Grecia. Como otros en el BCE, Draghi odiaba tomar esa medida drástica, según funcionarios que participaron de las conversaciones.
Axel Weber, presidente del Bundesbank de Alemania, luego dijo públicamente que él se había opuesto a la decisión. Pero los funcionarios dicen que Draghi creía que no hacer nada amenazaba con poner en peligro el papel central del BCE en mantener su control sobre la política de tasas de interés. Su postura ayudó a que otros cambiaran de parecer, dicen estas personas. Aunque fue criticada en algunos círculos, muchos economistas atribuyen a la decisión de seguir adelante con el plan de compra de bonos haber impedido que una crisis mayor se propagara por el bloque euro.
"Hay una cualidad en él que hace que la gente acuda a él en busca de liderazgo", dice Robert Rubin, el ex secretario del Tesoro de EE.UU., quien conoció a Draghi hace 20 años en una cena en Roma. "Le gusta encarar problemas y trabajar en ellos hasta solucionarlos".