http://elcomercio.pe/impresa/notas/lo-q ... 603/768311Lo que necesitamos defender
Por: Juan Paredes Castro
Viernes 3 de Junio del 2011
La campaña electoral ha incidido tanto en lo malo por rectificar y en los vacíos por cubrir que todo lo bueno por afianzar y perfeccionar, fruto de los últimos veinte años, ha sido injustamente ignorado o amenazado.
Se tiene la sensación de que en este país no se registró ningún activo del 90 al 2000, pese a la autocracia corrupta de entonces. La estabilidad económica y la derrota del terrorismo no son moco de pavo, con todo el sacrificio popular del shock fiscal y de la sangre derramada durante la guerra interna. Y del 2000 a la actualidad, no solo la economía ha crecido más sino que la democracia ha incubado una institucionalidad básica que nos permite, precisamente, llegar a esta cuarta elección presidencial continua sin otro peligro de interrupción de la alternancia en el poder que el que podría generar una eventual dictadura del 2011 a sabe Dios qué tiempo.
El comportamiento de la bolsa de valores de las últimas cinco semanas, por ejemplo, es el mejor termómetro de cuánto puede estar amenazado el exitoso actual modelo económico. El alto grado de intolerancia política al que hemos llegado podría ser otro factor de medición del riesgo que corre la democracia ante la eventual posibilidad de que ella pudiera desembocar en un sistemático autoritarismo.
El 50% de electores que en la primera vuelta no votó por Ollanta Humala ni por Keiko Fujimori y que seguramente se instala en el rango desapasionado y racional de respeto por lo que el Perú ha ganado en las últimas décadas no desearía por nada del mundo que cualquiera de los dos candidatos que llegue al poder ponga en grave riesgo los peldaños que ha logrado subir el Perú a un alto costo de eficiencia y competitividad.
El pretendido derecho que se autoconfió Ollanta Humala de refundar el país terminó en la primera vuelta electoral con el 31% de votos.
Cualquier eventual propósito de Keiko Fujimori de reinstaurar en el país la vieja estructura autocrática y corrupta del fujimorismo acabó igualmente en la primera vuelta con el casi 24% de votos.
Ninguno de los dos candidatos tiene pues derecho a detener el crecimiento económico ni la institucionalidad democrática del país ni menos a poner en riesgo el sentido de futuro que a pulso venimos construyendo en una sociedad libre y en un mercado abierto.