ConAgra quiere hacer de la batata la nueva papa frita
Por Ilan Brat
CHASE, Louisiana—Las batatas (o papas dulces) que brotan en una estación de investigación agrícola aquí conforman la raíz de la mayor apuesta de ConAgra Foods Inc. en años: rein ventar el humilde vegetal, empezando por su forma y contenido de azúcar.
ConAgra espera transformar la batata en una versión moderna de la papa roja. A mediados de la década del 40, el empresario estadounidense J.R. Simplot desarrolló la papa frita congelada, elevando el tubérculo de un ingrediente básico de la cocina a una franquicia multimillonaria.
Sin embargo, las papas dulces no son ideales para las máquinas diseñadas para las papas y su color y dulzura son disparejos. Es por eso que ConAgra empezó hace tres años a trabajar con científicos del AgCenter de la Universidad Estatal de Louisiana y de otros lugares para modificar algunas características del vegetal.
"Queremos darle (a ConAgra) algo que parezca un ladrillo", dice Don LaBonte, investigador del AgCenter, mientras exhibe una batata en forma de croissant. "No queremos que tengan la forma interesante de las papas dulces que vemos en los supermercados".
"Somos testigos de una evolución en proceso, no muy distinta a la que experimentó la papa" cuando empezó a venderse en trozos congelados para freír, dice Jan de Weerd, un experto en papas y subdirector de estrategia agrícola global y servicios de la división de procesamiento de papas Lamb Weston de ConAgra.
ConAgra no espera que las batatas fritas se apoderen de los menús de McDonald's Corp. de inmediato. Pero la empresa, con sede en Nebraska, está invirtiendo US$155 millones para construir una planta de procesamiento de papas dulces es en Louisiana, apoyada por un crédito fiscal del gobierno estadounidense y más de US$30 millones del gobierno del estado.
Cuando abra en el cuarto trimestre, la primera planta estadounidense de ConAgra en años transformará las batatas en trozos para freír, waffles y otros productos. ConAgra cree que será la primera fábrica dedicada a la batata en América del Norte. H.J. Heinz Co., McCain Foods Ltd. y otras compañías también producen papas dulces fritas y otros productos, pero usan plantas estándares de procesamiento de papas.
Los ejecutivos de ConAgra esperan que las nuevas y mejoradas batatas aporten al crecimiento de su negocio de papas, de US$2.200 millones anuales, así como a sus marcas minoristas donde las papas dulces tienen un papel cada vez mayor. El presidente ejecuti vo, Gary Rodkin, ha dicho que in cluir las batatas fritas en los menús de restaurantes también ayudará a elevar las ventas de las papas fritas, impulsando la facturación de ConAgra en ambos productos.
Las papas dulces, ricas en vitamina A y fibra, son consideradas más saludables que las papas, pero no se sabe si sus características se mantienen cuando son fritas.
Su forma sigue siendo una des ventaja. Sus extremos son puntia gudos, lo que desperdicia entre 10% y 15% de su cáscara. Ya que las batatas varían en forma, dulzura y color, se necesitan trabajadores extra para probar y clasificar muestras antes de despachar grandes cantidades del tubérculo a las procesadoras. Las herramientas para cortar a veces sufren con las batatas más duras y fibrosas, lo que también genera desperdicios, dice Rick Gardner, director de manufactura de Lamb Weston.
"Queremos vender esta papa dulce de manera que los consumidores la reconozcan, en tiras largas", dice. "Será un desafío mayor (que en las papas)".
En su misión de transformar la batata, los investigadores de ConAgra primero intentaron determinar qué mezcla de azúcares y otros rasgos producirían batatas fritas crujientes por fuera, pero suaves y dulces por dentro. De los 20.000 tipos de papas dulces que evalúan cada año, eligen y cultivan aquellos que tienen la mayor cantidad de atributos posibles.
LaBonte asegura que han cultivado al menos una línea que incluye muchas características deseadas por ConAgra. La variedad puede ser 15% más pesada que aquellas existentes hoy y estaría lista para ser procesada en papa dulce frita en unos tres a cinco años, sostiene. ConAgra estima que el proyecto podría llevar entre siete y 10 años.