por Luis04 » Lun Nov 21, 2011 10:18 am
El sueño americano es ahora brasileño
21 de Noviembre de 2011 • 10:07hs • actualizado 11
El peruano Carlos Raimundo Claros aún recuerda la oferta de "un trabajo bien remunerado" que lo trajo a Brasil hace cerca de tres años.
La promesa venía de un traficante de inmigrantes, relata, pero apenas su autobús llegó desde Lima a Sao Paulo entendió que lo habían engañado: lo dejaron frente a un hotel, para que se las arreglase como podía sin hablar portugués ni conocer la gran ciudad.
"Uno tiene que sacrificarse cuando es ilegal", comenta Carlos.
En su nuevo destino vivió la explotación, trabajando en la costura hasta 15 horas diarias, durmiendo poco. Pero al final pudo regularizar sus papeles y encontró un empleo mejor con el hilo y la aguja en Río de Janeiro.
Hace un año también llegó su esposa a Brasil y ahora ambos sueñan con ahorrar suficiente dinero para volver algún día a Perú, donde los esperan sus hijos.
Su historia es apenas una de las tantas que han engrosado la lista de inmigrantes en los últimos años en Brasil: desde los que llegan a probar suerte como él hasta los que traen títulos universitarios, cada vez más extranjeros apuestan a trabajar en el gigante sudamericano.
Sólo en la primera mitad de este año, la cifra oficial de extranjeros que viven en Brasil en situación regular aumentó 52,5% para alcanzar 1.466.000 personas, en medio de un crecimiento económico en el país que contrasta con la crisis del empleo en Europa y Estados Unidos.
Sumado a la cantidad de brasileños que estaban en el exterior y ahora regresan, el fenómeno ha volcado la balanza inmigratoria del país a cifras positivas luego de dos décadas de saldos negativos.
"Hay más gente entrando a Brasil que saliendo", explica Helion Póvoa Neto, del núcleo de estudios migratorios de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Aunque muchos extranjeros encuentran aquí las oportunidades laborales que faltan en otros lados, a menudo Brasil también está lejos de ser la tierra prometida de los inmigrantes, como lo muestra la historia de Carlos.
"Escasez de talentos"
El secretario brasileño de Justicia, Paulo Abrão, cree que la tendencia migratoria hacia su país va a "permanecer por un buen tiempo".
Abrão, cuya secretaría procesa los datos de extranjeros en Brasil, apunta que el fenómeno responde a la expansión de la economía local, que tiene una tasa de desempleo de 6%, bastante menor que en países desarrollados.
Por un lado, eso atrajo "una mano de obra extranjera altamente calificada, para trabajar en empresas y universidades con tecnología e innovación", explica el funcionario a BBC Mundo.
La falta de mano de obra calificada en Brasil fue puesta en evidencia por un estudio de la consultoría RH ManpowerGroup según el cual 14% de las empresas en el país debieron buscar trabajadores en el exterior.
Eso incluye ingenieros, técnicos y gerentes que llegan desde países como Estados Unidos, Argentina, Alemania, Portugal y España.
"Seis de cada 10 empresarios brasileños se enfrentan a una escasez de talentos", indicó el representante de Manpower en Brasil, Riccardo Barberis, en un comunicado.
La industria petrolera es uno de los sectores de la economía brasileña donde la necesidad de trabajadores calificados es evidente tras el reciente descubrimiento de grandes yacimientos de crudo en el Atlántico.
Ahí es donde proyecta su futuro laboral John Hernández, un peruano que llegó hace más de tres años a Río de Janeiro para hacer la maestría en ingeniería naval.
"Hay muchas oportunidades de trabajo aquí en el área de petróleo", dice Hernández a BBC Mundo. "Por eso decidí hacer el doctorado y posteriormente buscar una oportunidad de trabajo aquí".
"El Dorado"
Pero también hay otro perfil de inmigrantes en Brasil más parecido al de Carlos, sin títulos universitarios pero con hambre de oportunidades laborales para mejorar económicamente.
Abrão dice que esa gente viene al país para sustituir también parte de los trabajos que dejaron de hacer los 30 millones de brasileños que salieron de la pobreza y entraron a la clase media en los últimos cuatro años.
"No deja de ser una demanda del país", comenta.
A su juicio, la proyección internacional que ha ganado Brasil con mega eventos como el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 alienta la entrada de mano de obra extranjera.
Los datos de su cartera dicen que la mayoría de los que entran a Brasil para residir con papeles provienen de Portugal, Bolivia, China y Paraguay. Pero también aumentó la cantidad de inmigrantes de otros países sudamericanos.
Grover Calderón, presidente de la Asociación Nacional de Extranjeros e Inmigrantes en Brasil, sostiene que muchos de los que llegan ven aquí "una especie de El Dorado: un lugar donde encuentran por lo menos trabajo, vivienda, vestido y alimentación".
"Aquí en Sao Paulo, los hogares pudientes prefieren empleadas domésticas latinas porque les sale más barato, aceptan quedarse en las casas el período integral e incluso les enseñan un idioma alternativo a los hijos", dice Calderón.
Sin embargo, los trabajos que realizan muchos inmigrantes son muchas veces mal remunerados y bajo condiciones ilegales, incluso degradantes.
Una señal de eso surgió en agosto cuando las autoridades brasileñas descubrieron en Sao Paulo talleres clandestinos de un proveedor de la marca española de ropa Zara con obreros bolivianos y peruanos en condiciones similares a la esclavitud.
Los inmigrantes vivían en el taller, su libertad estaba condicionada y trabajaban hasta 16 horas diarias por salarios inferiores al mínimo. Entre la quincena de personas liberadas había una adolescente de 14 años.
Sin papeles
Brasil carece de estimaciones oficiales sobre cuántos inmigrantes indocumentados hay en su territorio, pero el diario O Globo informó en base a organizaciones no gubernamentales que la cifra asciende a 600 mil.
El periódico indicó que si a ellos se suman los que están en situación regular, el total de extranjeros en Brasil ya supera a los dos millones de brasileños que viven en el exterior según datos oficiales (la mitad que hace seis años).
Una señal de que Brasil mira de buena forma esa llegada de extranjeros es el reconocimiento de Abrão de que ejercen "su derecho humano a la migración, de búsqueda de nuevas oportunidades".
Esta actitud oficial también contrasta con los mayores controles y obstáculos para la llegada de inmigrantes a Estados Unidos y Europa.
Brasil firmó acuerdos con sus socios del Mercosur (Argentina, Paraguay y Uruguay) así como con Chile, Perú, Bolivia y Ecuador para admitir la entrada de ciudadanos de esos países como residentes temporales por hasta dos años, recuerda el funcionario.
Los convenios, agrega, contemplan la posibilidad de que al cabo de ese plazo se solicite una residencia permanente si se cumplen determinados requisitos.
Además, en el año 2009 hubo una ley de amnistía para regularizar a extranjeros en situación irregular.
Pasado vs. futuro
Brasil tiene una tasa de desempleo de 6%, bastante menor que en países desarrollados.
Pero los expertos advierten que las exigencias de esos acuerdos de regularización son tales que muchos quedan afuera. A la ley de amnistía se acogieron unos 47 mil inmigrantes (40% bolivianos), pero se estima que menos de la mitad han conseguido los papeles definitivos hasta ahora.
La burocracia brasileña también está dando señales de estrés.
"Los procesos que antes en el Ministerio de Trabajo demoraban un mes, últimamente están demorando tres o cuatro meses", señala Calderón.
Abrão reconoce la necesidad de "adaptación de (las) estructuras burocráticas" para responder al mayor flujo de inmigrantes.
En el Congreso brasileño, explica, está en trámite un nuevo estatuto de extranjeros y se prevé la creación de una política nacional de inmigración.
Sin embargo, el proyecto de extranjería descansa hace cerca de dos años en los despachos legislativos y es considerado insuficiente por organizaciones defensoras de inmigrantes.
Brasil fue históricamente un país de inmigrantes, pero en cierto modo este es uno de los ejemplos donde las necesidades presentes del país chocan con su falta de planificación y un pasado reciente distinto.
"(Brasil) se tornó un poco más abierto en los últimos años", dice Póvoa Neto. "Pero la ley de inmigración viene de la época de la dictadura, entonces dificulta mucho la regularización".