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SPANISHDECEMBER 9, 2011, 8:00 P.M. ET
Con el auge, surgen nuevos bolsones de poder en el interior de Brasil
Por PAULO PRADA
BELÉM, Brasil—João Salame, legislador estatal del estado de Pará, en el norte de Brasil, tiene una propuesta inusual para su distrito electoral: dividamos nuestro estado en tres. Los votantes emitirán su decisión en un referendo estatal el domingo.
Pará tiene una superficie un poco menor que la de Perú y es un enorme territorio de bosque tropical amazónico, fincas ganaderas y minas que, en muchas partes, es tan ingobernable como lo era el Viejo Oeste de Estados Unidos.
Los partidarios de dividir Pará en regiones menores argumentan que un gobierno con sede más cercana a los habitantes puede resolver mejor los problemas locales. Algunas localidades en el estado están a más de 1.100 kilómetros de Belém, su capital en la boca del Amazonas.
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Frente Pró-Carajás
Residentes de Carajás, uno de los nuevos estados propuestos si Pará se divide en tres, hacen campaña por el "sí".
Quienes se oponen a la medida dicen que nuevos estados también implicarían nuevos costos, empezando por la necesidad de crear y pagar por burocracias legislativas, ejecutivas y judiciales.
Ahora mismo, las encuestas sugieren que al menos 60% de los votantes del estado quieren mantener unificado el estado y sólo 30% quieren los nuevos estados propuestos, tentativamente llamados Carajás y Tapajós.
Sin embargo, el plebiscito se considera un indicio de nuevos bolsones de poder que están surgiendo en la mayor economía de Latinoamérica. Conforme el alza de las exportaciones de regiones ricas en materias primas confiere poder a territorios del país ignorados durante mucho tiempo, el crecimiento económico está comenzando a reordenar las reglas que han gobernado a Brasil, dando voz a electorados remotos pero de rápido crecimiento.
Además de la votación en Pará, al menos una docena de otras propuestas de nuevos estados están en diversas etapas de discusión.
El auge de Brasil ha permitido que Belém y grandes terratenientes prosperen, pero la pobreza, la violencia, la deforestación y otros males están medrando en rincones alejados del estado donde hay poca o ninguna presencia de gobierno.
"Unos pocos se están enriqueciendo, pero todos los demás tienen problemas por la falta de autoridad, inversión e interés", dice Salame, líder de una de las campañas a favor de la división.
La presión es mayor en los inmensos territorios del interior del centro y del norte de Brasil, desde hace mucho gobernados como meros enclaves de un gobierno nacional comprometido con áreas metropolitanas del sudeste como São Paulo y Rio de Janeiro, que juntos representan más de un tercio de la economía del país.
Desde la franja agropecuaria de la sabana central hasta los distritos mineros de la Amazonia, otras regiones están contribuyendo cada vez más a la prosperidad de Brasil, fomentada por los recursos naturales, y están exigiendo cambios en la forma en que el país administra su creciente riqueza.
Durante siglos, Pará fue tierra de nadie, de jungla densa y poco conocida. La excepción era Belém, que prosperó como centro de embarques. El resto de Pará experimentó poco desarrollo hasta que la dictadura militar de Brasil, que estuvo en el poder durante dos décadas hasta 1985, trató de promover el poblamiento de la Amazonia, abriendo caminos en medio de la selva y alentando a inmigrantes pobres a mudarse allí.
Sus ricos recursos, desde el mineral de hierro y el oro hasta la madera, pronto se volvieron evidentes. A medida que llegaban migrantes, taladores y ganaderos cazafortunas comenzaron a abrirse paso en la selva, causando una deforestación rampante, conflictos sangrientos por tierras, y condiciones esclavizadoras para algunos trabajadores.
Para el momento en que los precios de las materias primas comenzaron a dispararse en la pasada década, millones de nuevos residentes se habían establecido en zonas otrora remotas de Pará, exacerbando los problemas. La población del estado creció 22% de 2000 a 2010, comparado con 12% en la totalidad de Brasil.
Pero la inversión estatal en esas regiones no ha crecido de manera acorde, causando una escasez de servicios públicos.
Para muchos en Belém, las quejas de los recién llegados en zonas rurales del estado son injustas. El desarrollo de largo plazo, después de todo, toma más tiempo que la migración.
"Esto es como invitar a alguien a tu casa, alimentarlo y luego ver que amurallan parte de la casa y dicen esta parte de aquí es mía", opina Sérgio Bitar, presidente de la asociación de comerciantes del estado y líder de la campaña contra los nuevos estados.
Salame, el legislador estatal a favor de la división, dice que los recién llegados tienen tanto derecho como todos a aspirar a un mejor gobierno. En el último mes, ha visitado más de 30 localidades en el norte de Pará en un intento por cambiar el parecer de los votantes por el "No" a los puntos de vista de muchos fuera de Belém.