http://blogs.semanaeconomica.com/blogs/ ... 2011-12-13Las andanzas del mujeriego
11 Dic, 2011
En un post anterior (El Mujeriego, publicado el 9 de agosto del 2011) destaqué las serias contradicciones que enfrentaba el gobierno de Humala. Cito la parte pertinente:
“El casarse con alguien no siempre significa amar a esa persona. El amar a una persona no significa tampoco casarse con ella. Los amores y las conveniencias no siempre coinciden. El resultado es falta de compromiso e infidelidad.
Los primeros días de gobierno de Humala parecen encajar en lo mismo. Un matrimonio por conveniencia lo lleva a prometer fidelidad a alguien (Constitución del 93) de la que no está enamorado. Es como quien se casa con alguien porque su papá tiene plata. El Presidente jura ser fiel a quien le daría estabilidad económica.
Pero su amor verdadero está con otra (la Constitución del 79), que lo seduce y emociona, que lo entusiasma, que le quita el sueño.
El resultado es incertidumbre y ambigüedad. Casarse por conveniencia y estar enamorado de otra debe ser muy difícil. Cabeza y corazón que caminan por lugares distintos no auguran nada bueno.
Si se queda con la firme (aquella por la que juró), se asegura tranquilidad en la economía, inversiones, crecimiento y generación de empleo. En épocas de crisis mundial en ciernes, por los estropicios causados por estados desarrollados irresponsables, esa tranquilidad no es poca cosa. Si la economía se derrumba, la inclusión social no es más que un muy mal chiste.
Si se va con la amante, perderá su estabilidad para entregarse a lo que realmente le apasiona. Menudo dilema el de ser fiel en esas circunstancias. Y estar rodeado de un grupo heterogéneo, en que unos hinchan por la esposa y otros por la amante, complica la situación.”
La crisis ministerial, sorpresivamente prematura pero predecible, confirma el diagnóstico inicial.
Quizás se ha descafeinado en la discusión pública el dilema entre la Constitución del 79 y la vigente (no parece por ahora ser tema de la agenda), pero el fondo sigue siendo el mismo: el respeto a lo que el Estado se comprometió en firme se enfrenta a las promesas electorales, vagas, ambiguas e irreales.
Conga fue el incidente determinante. La amante se metió al hogar conyugal, rompiendo la puerta y desafiando a la esposa. La esposa se reclama cumplir la promesa matrimonial. En el zafarrancho y la tensión, el marido (Humala) no sabía a qué atinar. “Que me quedo, que no me quedo”. Al final le pidió a la amante que se retire. Pero esta sigue parapetada en la casa ajena reclamando las promesas electoreras de que se deje a la esposa.
La consecuencia (así sucede en el sistema constitucional peruano de ministros fusibles) es la caída aparatosa del gabinete. Así es la política: quien paga los platos rotos no es el marido, sino el mayordomo. Todo sea por la estabilidad democrática.
Lo cierto es que el problema persiste. La amante sigue metida en la casa reclamando “sus derechos”. La esposa reclama que se respete el acta de matrimonio. Y el nuevo mayordomo (con aire más marcial que el anterior) tiene el difícil rol de enfrentar a dos mujeres despechadas. La verdad es que no la envidio.
Lo cierto es que en este “lío de faldas” esta en juego el futuro del país. Como dije antes (La Falacia de la Inclusión Social, publicado en octubre 6 del 2011) no creo en la acepción que se usa hoy para el término “inclusión social”. Pero se use esa acepción, o cualquier otra, el fin de la inversión privada es el Waterloo de dicha inclusión, sin importar el sentido en el que se use el término.
Les hago una apuesta: si al final de este gobierno, en julio del 2016, se han reducido los índices de pobreza de manera similar a los años anteriores, se lo deberemos muy poco a programas sociales y mucho al crecimiento económico generado por inversión privada. Es decir que el futuro de los peruanos (incluido el de “las amantes”) dependerá de que Humala se quede con la firme. Lo demás es puro cuento.
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