por admin » Dom Ene 01, 2012 6:45 pm
Las proyecciones de un columnista económico para el 2012
Por DAVID WESSEL
Muy a menudo le preguntan a un columnista económico: ¿Qué sorpresas anticipa para el año próximo? Y el columnista responde, sonriendo para evitar parecer sarcástico: si las anticipo no serán una sorpresa.
Una pregunta mejor es: ¿En dónde hay una mayor probabilidad de que esté equivocada la opinión predominante?
El consenso apunta a que la economía de Estados Unidos terminará el 2011 con un cuarto trimestre mucho más fuerte (tal vez con un crecimiento anual del 3,25%) que el tercero (1,8%), pero que crecerá con demasiada lentitud el año próximo (tal vez un 2,25% en el primer trimestre) como para producir una caída rápida del desempleo. Aunque la tasa de desempleo se redujo en 0,4 puntos porcentuales en noviembre, para una contracción de cerca de 600.000 personas, el consenso señala que caerá solo gradualmente, si lo hace, desde el 8,6% actual, o 13,3 millones de personas, durante el 2012.
Por lo tanto, qué podría hacer que el año resulte mejor?
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Reuters
En el último año y medio, Estados Unidos ha estado atrapado en un tira y afloja. Por un lado está la resiliencia natural de la economía. Por el otro, están los efectos de larga duración de un estallido de la burbuja del crédito y cierta mala suerte: la escalada de los precios del petróleo provocada por la primavera árabe, las interrupciones en la cadena de suministros luego del terremoto de Japón. A finales del 2010, la resiliencia de la economía estaba triunfando. En el 2011, cedió terreno.
Las cifras económicas más recientes son alentadoras. Las solicitudes iniciales de beneficios por seguro de desempleo, una de las señales de advertencia temprana más precisas, han caído al nivel más bajo en tres años y medio. Los consumidores dicen que es un poco más fácil encontrar empleo, otro indicador útil. Los inicios de construcción de casas y las ventas de casas están aumentando. Los inventarios son magros. Y, por lo que valga, el mercado de acciones ha repuntado durante el último mes.
Esto podría ser el inicio del tan esperado círculo virtuoso. La mejora del mercado laboral. Los consumidores tienen más ingresos. Los ánimos y, lo que es más importante, el gasto han mejorado. En tanto, la debilidad de las economías extranjeras mantiene bajos los precios de las materias primas y limitan la inflación en Estados Unidos. Con tasas hipotecarias bajas y una mejora en las finanzas de los consumidores, los precios de las viviendas finalmente están subiendo. Las empresas, que cuentan con abundante efectivo, se expanden y contratan personal más fácilmente, contrarrestando los recortes de los gobiernos.
Luego de quemarse con un optimismo prematuro, los expertos y funcionarios se muestran lógicamente cautelosos. Vale recordar las palabras del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, de marzo del 2009 sobre los "brotes verdes".
Si le piden a los economistas del Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación de bancos mundiales, una estimación para el crecimiento de Estados Unidos en la primera mitad del 2012, dirán un 1,75%, nivel sumamente aletargado. Pero añaden: "podría estar afirmándose una sólida expansión del sector privado doméstico [en Estados Unidos], y esa podría ser la gran sorpresa global del 2012".
Eso sería bueno.
¿Pero qué podría salir mal?
En el primer lugar de cada lista de posibles sospechosos está Europa. Las medidas más recientes tomadas en esa región, en la opinión de funcionarios estadounidenses, han reducido el riesgo de una catástrofe financiera, que podría presentarse en forma de una cesación de pagos por parte de un gobierno europeo que de lugar a una fuga en el mercado, el colapso de un gran banco, la abrupta desintegración de euro. El miércoles, Italia se las arregló para endeudarse por dos años al 4,85%, frente al 7,81% de un mes atrás.
Pero el juego de la gallina ciega entre Alemania y la región sur de Europa, y entre los líderes políticos y el Banco Central Europeo no está resuelto. Europa está casi en recesión. Cuando la mejor esperanza consiste en que los gobiernos europeos "saldrán del paso" solo si no cometen ningún otro error, entonces, los riesgos de que algo salga mal es incómodamente alto. Y si eso sucede, los mercados financieros transmitirán inmediatamente el sufrimiento al resto del mundo.
Washington difícilmente ofrece un ejemplo inspirador de una democracia en funcionamiento. La batalla sobre la renovación de una rebaja al impuesto a las nóminas y la extensión de los beneficios por desempleo no ha sido resuelta, fue postergada por un par de meses. Esto significa otra batalla polémica -y más incertidumbre- para comienzos del año próximo, y una batalla aún mayor más tarde, cuando expiren los recortes impositivos de Bush, el límite de endeudamiento necesite ser elevado nuevamente, y sean inminentes recortes presupuestarios generalizados.
Hay dos riesgos principales: por un lado, la posibilidad de que la incertidumbre prolongada y una mayor erosión de la confianza en el sistema político de Estados Unidos desaliente a las empresas a contratar o expandirse en Estados Unidos, y limite los gastos de los consumidores. Por el otro, la parálisis política podría evitar que Washington responda en caso de que la economía necesite ayuda, ya sea que Europa o algún estado de Estados Unidos tengan problemas financieros o por algún evento impredecible.
Y luego está el mercado de viviendas. Hemos dicho que los precios de las viviendas se están "estabilizando", y tal vez lo estén. Pero esta semana supimos que cayeron en octubre en 19 de las 20 ciudades seguidas por el índice Case-Shiller. En el último año, su índice de 20 ciudades cedió un 3,4%, lo que se suma a la caída del 30% de los cuatro años anteriores. Los cautelosos compradores de viviendas, un mercado hipotecario aún disfuncional y un exceso de viviendas bajo ejecución hipotecaria siguen pesando sobre el mercado. Si los precios reciben otro golpe y caen aún más, eso podría interrumpir cualquier círculo virtuoso.
Las posibilidades son que el consenso de las proyecciones para el 2012 esté equivocado. Casi siempre lo está. El corazón de un columnista económico quiere creer que la economía mejorará, pero su mente le dice que es más probable que empeore.