por admin » Jue Feb 23, 2012 9:38 am
Mala salud: un gaje del oficio para los banqueros
Por LESLIE KWOH
Scott Youtsey para The Wall Street Journal
La banca de inversión es un peligro para la salud.
Esa es la conclusión de una investigadora de la Universidad del Sur de California que encontró insomnio, alcoholismo, arritmia cardíaca, desórdenes alimenticios y temperamento explosivo en algunos de las casi dos decenas de banqueros recién egresados de la escuela de negocios que siguió durante más de una década.
Todos los participantes desarrollaron una dolencia, ya sea física o emocional, relacionada al estrés al cabo de varios años en sus trabajos, dice la investigadora sobre su estudio, que será publicado este mes. La investigación no revela las identidades de los banqueros.
La banca de inversión ha sido siempre una aspiración para aquellos hambrientos por competir, mucho dinero, cenas de lujo y servicio de auto puerta a puerta. Las semanas de 100 horas de trabajo, dicen estos hombres y mujeres de hierro, son apenas el primer pago para entrar en un juego con grandes recompensas.
Pero los banqueros de inversión, los agentes de ventas y corredores son sólo humanos. Bajo el inmenso estrés de sus trabajos, muchos sufren problemas personales y emocionales que degeneran en crisis mayores, y varios banqueros desarrollan males que permanecen con ellos mucho después de haber dejado la industria financiera.
Claro, nadie está obligando a nadie a meterse en finanzas. Los aspirantes a estrellas de Wall Street ingresan a ese mundo con los ojos bien abiertos. Además, la pequeña muestra del estudio y la falta de un grupo de comparación genera dudas sobre qué tanto se pueden extrapolar los hallazgos a la población mucho más extensa de 267.000 aspirantes a amos del universo.
Aun así, Lindley DeGarmo, ex directivo de la firma Salomon Brothers, que dejó la industria financiera en 1995 para convertirse en pastor, recuerda que los gerentes usualmente exprimían a los jóvenes recién llegados hasta el cansancio. John Chrin, un ex director gerente de J.P. Morgan Chase & Co. que dejó la firma en junio de 2009 por un puesto académico en la Universidad de Lehigh, en Pensilvania, recuerda haber visto al personal más joven ganar entre 14 y 18 kilos en apenas un par de años en el trabajo. Cuando trabajaba para Merrill Lynch & Co., hoy una división de Bank of America Corp., recuerda que un director gerente le ordenó a un chofer que prendiera el aire acondicionado aunque no funcionaba, lo que causó que el auto se incendiara. El ejecutivo luego amenazó con despedir al conductor. Bank of America no quiso comentar.
"Quizá el trabajo a veces amplifica algunas de las tendencias que ya tenemos", dice.
Alexandra Michel, profesora de la Escuela de Negocios Marshall de la Universidad del Sur de California, siguió a los banqueros en sus oficinas, se sentó junto a ellos, los acompañó a reuniones y permaneció a su lado durante sus largas horas de trabajo, incluso veladas completas, por más de 100 horas a la semana durante el primer año, unas 80 horas semanales durante el segundo año y luego con entrevistas en persona.
El estudio será publicado este mes en la revista Administrative Science Quarterly.
Durante sus primeros dos años de trabajo, los banqueros trabajaron entre 80 y 120 horas semanales en promedio, sin perder el ánimo y la energía, dice Michel. Usualmente llegaban a las 6 de la mañana y no partían hasta la medianoche.
Para el cuarto año, sin embargo, muchos banqueros eran un desastre, dice el estudio. Algunos sufrían de falta de sueño y culpaban a sus cuerpos de no dejarlos terminar su trabajo. Otros desarrollaron alergias y adicciones. Otros fueron diagnosticados con enfermedades de largo plazo, como la de Crohn, psoriasis, artritis reumatoidea y desórdenes de la tiroides.
Los privilegios que ofrecen las compañías a sus empleados, como comida gratis y servicio de chofer, han nublado la frontera en entre el trabajo y la vida personal.
Para el sexto año, los participantes, que para ese entonces rondaban los 35 años, se habían dividido en dos grupos. El 60% que seguía "en guerra" con sus cuerpos y el 40% que decidió priorizar su salud, prestándole más atención al sueño, el ejercicio y la dieta.
Alrededor de un quinto de los banqueros dejó la profesión, añade Michel.