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Expropiación de YPFLunes 16 de abril de 2012 | 15:12.
Peligrosísimos avances contra la propiedad y las libertades
Por Jorge Oviedo | LA NACION
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joviedo@lanacion.com.ar Cristina Fernández de Kirchner dio dos peligrosísimas señales en el más virulento y amenazante de sus discursos cuando anunció la intervención de YPF, el proyecto para expropiarla y el preocupante avance sobre la propiedad privada, y dejó claro que ahora que debe tratar de reparar las catástrofes que causan sus políticas, son enemigos del país los que se lo señalan.
La Presidenta defendió la gestión estatal, pero anunció que YPF será una compañía supuestamente estatal, pero que se manejará bajo ley privada y por lo tanto no le podrá aplicar la ley de administración financiera y no podrán auditarla ni la Sigen, ni la Auditoría General de la Nación. Hay un antecedente. La energética estatal Enarsa tiene el régimen y en 2010 debió recibir subsidios por más de 10 mil millones de pesos, lo que superó el presupuesto completo del Ministerio de Salud y Acción Social.
Cristina Kirchner hizo un recorrido sin desperdicios de lo que llamó tremendos errores, que son de ella, pero no se los atribuyó, y lejos de pedir disculpas, se ocupó de amenzar, criticar y tratar de cómplices de los extranjeros a quienes se los señalaron, especialmente a los periodistas.
La Presidenta criticó la propiedad provincial de los recursos naturales, sin mencionar que ello se incorporó en la reforma constitucional de 1994. Dijo que así grandes compañías negociaban con gobernaciones individuales, que tenían menos poder que en conjunto. No dijo, ni se disculpó, que eso fue producto de la reforma en la que ella fue convenvional constituyente y vicepresidente del bloque ofiacilista (menemistas). Néstor Kirchner también fue convencional y votó esa reforma, junto con la reelección que permitió a Carlos Menem un segundo mandato.
¿Harán lo mismo con las grandes mineras, que también extraen recursos del subsuelo?
La Presidenta también dijo que su esposo "soñaba" con reestatizar YPF. Es raro, porque muy pocos políticos ayudaron tanto a Menem con la privatización como ella y su esposo.
Cristina criticó los resultados de la política de importación de gas oil y fuel oil que Julio de Vido impulsó desde 1994 y sus catastróficas consecuencias. Ella lo defendió hasta hace poco y como muchos propagandistas del Gobierno sostuvo que el déficit energético era producto del crecimiento de economía.
La Presidenta de golpe adoptó la opinión de todos aquellos que le advirtieron que causaría un desastre, pero ahora la culpa es de los privados de Repsol a los que apañó desde 2003.
Ha puesto al frente de la compañía de Julio De Vido, custodiado por Axel Kicillof. De Vido no es sólo uno de los creadores de esa política desastrosa. Es además el que decía que la falta de combustibles, como naftas, era un invento de los diarios que no integran el multimedio propagandista del Gobierno. Ahora, según la Presidenta, los faltantes existían y eran una cospiración contra el Gobierno. ¿Exigirá a DeVido que se disculpe con los periodistas y medios por los agravios que virtió?
Cristina Kirchner no sólo habló maravillas de la gestión estatal, obviando el déficit crónico y multimillonario de Aerolíneas Argentinas, el desastre causado por las intervenciones de Guillermo Moreno en los mercados de carne, leche, trigo, yerba, leche y maíz, además del energético.
También reconoció que ella, que es la máxima funcionaria del país, junto a sus asistentes, perdieron una cajita antigua y según ella de valor histórico conmovedor que le habían obsequiado.
El Estado no pudo en el pasado administrar las empresas estatales. Nos llevó a un déficit de 17% del PBI para financiarlas, mientras había cortes energétidos, importación de combustibles quiebra del sistema previsional por prestarles dinero. Además, había que esperar 20 años, sí 20 años, para tener una línea telefónica domiciliaria y aguardar un milagro para encontrar un teléfono público.
Repsol aceptó un acuerdo como mínimo curioso en el que permitió entrar a manejar la compañía al grupo Ezkenazi, amigo de los Kirchner, sin poner un centavo y como propietario sólo de una porción minoritaria del capital. Creyó que así compraba inmunidad para vaciar la compañía porque tenía un socio del riñón del Gobierno. Se podría pensar que se merece lo que le pasó. Y es en todo caso una advertencia para todos los empresarios que ayer se sentaron a aplaudir y que se juntan con funcionarios de quienes se creen amigos para hacer acuerdos de precios y gestionar protecciones que les mejoren el negocio. Nada les garantiza que no serán los próximos