por admin » Jue Feb 14, 2013 12:23 pm
Japón tiene pocas opciones salvo debilitar el yen
El respaldo de Estados Unidos a los esfuerzos de Japón por poner fin a casi 20 años de deflación puede haber causado sorpresa en muchos.
Pero las declaraciones de Lael Brainard, subsecretaria del Tesoro de EE.UU. para asuntos internacionales, son absolutamente correctas.
"Respaldamos el esfuerzo para revitalizar el crecimiento y poner fin a la deflación en Japón", dijo Brainard.
El hecho de que se debilite el yen en el camino que planea seguir el gobierno japonés es un tema secundario.
Una política monetaria más flexible generalmente causa el debilitamiento de la moneda, y no sólo en el caso del yen.
Durante meses, EE.UU. se ha visto beneficiado por la debilidad del dólar luego que la Reserva Federal del país introdujera la política monetaria más expansiva de su historia para evitar que el país cayera en recesión.
Japón se ve obligado ahora a seguir un rumbo similar.
En efecto, Tokio podría argumentar que ahora deberá introducir su propio programa monetario ultra expansivo debido a la fortaleza del yen en el pasado.
Antes de que explotara la crisis financiera global en 2008, el dólar se negociaba en alrededor de 125 yenes. A fines de 2011, luego que los inversionistas se acercaran a la relativa seguridad de Japón mientras la crisis de deuda de la eurozona arrasaba y el curso de la recuperación estadounidense se mantenía incierto, el dólar se había depreciado a alrededor de 75 yenes.
Y hay poco que puedan hacer al respecto las autoridades japonesas. Su moneda está sobrevaluada, sus exportaciones fueron afectadas y su país se vio enfrentado a olas y olas de fuerzas deflacionarias.
El gobierno japonés acusó al Banco de Japón de no flexibilizar lo suficiente la política monetaria y éste acusó al gobierno de no adoptar las políticas fiscales adecuadas.
Todo esto cambió radicalmente cuando el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, ganó las elecciones de diciembre con un fuerte mandato para hacer más al respecto.
La llamada "Abeconomía" que quiere implementar se enfocará en una flexibilización mucho más drástica de la política monetaria, cuyas expectativas ya han hecho que el dólar se vuelva a apreciar a cerca de 95 yenes, lo que generó la ira de los rivales de Japón.
Tokio ha negado durante mucho tiempo que, pese a los beneficios de un yen más débil, esté manipulando su moneda.
Y se podría argumentar que Japón no tiene más opción que ser más drástico al respecto. Tras tantos años de deflación, la moneda ya no puede darse el lujo de financiar los déficits de su sector público con ahorros locales.
"En efecto, si Japón fuera a retirar su estrategia monetaria expansiva, aumentaría el riesgo de que la deuda soberana de Japón se transforme en riesgo crediticio", advirtió el equipo de estrategia monetaria de Morgan Stanley.
Esto no sólo representaría un problema para Tokio, debido a que se ven afectados los ingresos de los inversionistas al país, sino que también sería un problema para la recuperación global en general si la tercera mayor economía del mundo se contrajera aún más.
Hasta cierto punto, esto fue reconocido en un comunicado de los ministros de finanzas del Grupo de los Siete países más desarrollados, incluido el de Japón, Taro Aso. El grupo confirmó su compromiso con "tipos de cambio determinados por el mercado", con políticas monetarias establecidas para objetivos locales.
Esto hace eco en gran medida de los comentarios que han hecho autoridades de Tokio sobre la debilidad del yen en las últimas semanas y que ayudará a retirar a Japón de la línea de fuego de críticas en la próxima reunión del Grupo de las 20 naciones industrializadas y en desarrollo, G20, que se iniciará el jueves.
Sin embargo, esto no significa que la debilidad del yen se tolere por mucho tiempo.
Si bien muchos concuerdan con que la moneda japonesa estuvo sobrevaluada durante muchos meses, si no años, en el último tiempo, algunos reconocen que el yen ahora se encuentra en un valor más justo.
Si ése es el caso, una nueva depreciación podría llevarlo a territorio subvaluado y hacer más difícil para Japón defender su nueva política por más tiempo.