por Fenix » Mié Jul 24, 2013 1:34 pm
Una de las pocas preocupaciones que ahora mismo inquietan a los inversores estadounidenses, son los últimos débiles datos del sector inmobiliario en el país. Tanto las ventas de viviendas de segunda mano, como los permisos de construcción, y las ventas iniciadas, se situaron en las últimas lecturas sensiblemente por debajo de lo esperado por el consenso de analistas, lo que ha hecho rebrotar algunas dudas sobre la recuperación del sector.
Sin embargo, los precios de la madera, un buen indicador adelantado de la actividad inmobiliaria, han recuperado terreno desde los mínimos alcanzados en junio, formado un doble suelo desde donde intenta rebotar al alza. Por otro lado, el índice de confianza de los constructores ha alcanzado en niveles no vistos desde 2006.
Ambos indicadores sugieren que la actividad en el sector inmobiliario en EE.UU. se recuperará en el segundo semestre del año, lo que será un importante impulso para la economía a nivel general.
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El dato positivo es que la economía española consiguió moderar en el segundo trimestre el ritmo al que se contraía. En el segundo trimestre, el producto interior bruto (PIB) solo cayó un 0,1% en tasa trimestral, frente al 0,5% de los tres primeros meses del año, según las estimaciones del Banco de España.
El negativo consiste en que, con este, ya van ocho trimestres seguidos en los que la economía decrece, desde el tercero de 2011, en que hubo un mínimo descenso. Se trata de la recesión más larga de la historia económica reciente, superando incluso la de 2008 y 2009, que se extendió siete trimestres, aunque entonces con una intensidad mayor. Entre ambas recesiones, solo hubo año y medio de tímido crecimiento.
El Gobierno ha comenzado a difundir que la economía española ya atisba los primeros signos de recuperación —el ministro de Economía, Luis de Guindos, habló de “una flor de invernadero” y sentenció que “la recesión ha quedado atrás”—, pero aún está por ver que la economía crezca en este trimestre. La leve mejora a que aspira el Gobierno, además, resulta irrisoria para combatir la principal lacra: una población activa con el 27% de sus miembros en paro. Aunque acabe la recesión, la crisis seguirá.
La contención de la caída del PIB también se traslada al dato interanual, aunque este aún sigue siendo del 1,8% negativo en el segundo trimestre.
El aumento de la demanda exterior en 0,4 puntos porcentuales ha sido el ancla que ha contribuido a frenar la caída del producto. Las exportaciones crecieron un 1,2% gracias a que los mercados mundiales se reactivaron después de comenzar el año de forma fría, según el informe.
La demanda interna, en cambio, apenas suavizó su descenso —que fue del 0,6%, frente al 0,7% de tres meses antes—, en un contexto condicionado por la consolidación fiscal y por la necesidad de seguir desendeudándose. Así, se intensificó la contracción de la deuda de las familias y las empresas entre marzo y mayo, y alcanzó, en términos interanuales, el 4,3% y el 7,3%, respectivamente.
El consumo de las familias siguió a la baja, con un descenso intertrimestral cercano al 0,4%, en línea con el del trimestre anterior. En el caso de las empresas, la inversión en bienes de equipo tuvo un pequeño repunte mientras que la realizada en construcción no residencial retrocedió.
La incertidumbre que provoca la situación económica general —y que no acaba de disiparse— también juega en contra de la recuperación del consumo interno. Especialmente, las dudas que afectan al mercado de trabajo o a la financiación, aspectos clave para decidirse a gastar o invertir.
La actividad de las Administraciones Públicas, por su parte, vino marcada por los compromisos adquiridos para contener el gasto, en especial, por el objetivo de déficit, fijado en el 6,5% del PIB. La información disponible —hasta mayo— revela descensos en la inversión y el consumo públicos. Tanto el Estado como las Comunidades Autónomas mejoraron sus ingresos, al aumentar su recaudación a través de impuestos.
El informe también valora la moderación en la destrucción de empleo y destaca que los costes laborales unitarios se han reducido casi un 3% interanual, aunque a un ritmo menor que en periodos anteriores. Esto se explica por qué se han atenuado tanto el descenso que han experimentado los salarios (-0,6% frente al -0,9% del primer trimestre), como la mejora en la productividad aparente (2,3% frente al 2,6%).
Otro punto a tener en cuenta es el comportamiento de la inflación —afectada por el precio de los alimentos y de los carburantes— que también se desaceleró en el segundo trimestre. El IPC se situó en el 1,7% en ese periodo y el Banco de España espera que baje “de manera significativa” en lo que resta del ejercicio, en línea con las previsiones del Gobierno, que calcula que el índice rondará el 1% al acabar el año.
El informe resalta la mejora de la actividad en la zona euro a pesar de las tensiones financieras provocadas por el rescate a Chipre o la inestabilidad del Gobierno portugués. El Banco de España también advierte de que la mayoría de las previsiones “anticipan la superación de la fase de contracción” en la zona euro que habría durado seis trimestres consecutivos. Con todo, matiza que las perspectivas para lo que resta de ejercicio apuntan a una recuperación muy moderada y “no exenta de riesgos”. En cambio, la actividad de los mercados ha sido —con excepciones como Japón y, en menor medida, EE UU— menos dinámica de lo previsto. El Pais