por Fenix » Jue Feb 20, 2014 7:05 pm
Wall Street cerró hoy al alza y su índice de referencia, el Dow Jones, ganó el 0,58 % en una jornada caprichosa en la que los inversores no se dejaron amilanar por datos tibios del IPC, el empleo, los resultados decepcionantes de WalMart o la resaca de altibajos de Facebook tras comprar WhatsApp.
Al cierre de la tercera sesión de la semana, el Dow Jones ganó 92,67 puntos hasta las 16.133,23 unidades, si bien durante parte de la sesión había cruzado la barrera de los 100 puntos en las ganancias.
Mientras, el selectivo S&P 500 avanzó un 0,60 % y volvió a acercarse a las cifras de récord, algo que apenas ha sucedido en lo que va de año, al sumar 11,03 puntos y alcanzar los 1.839,78 puntos. Además, el índice compuesto del mercado Nasdaq recuperó un 0,70 %, subiendo 29,59 enteros hasta las 4.267,54 unidades.
Así reaccionaban los inversores a una jornada llena de datos macroeconómicos mixtos, así como resultados y noticias empresariales de distinto tipo. En definitiva, los operadores de bolsa volvían a tomar una actitud caprichosa, calentando las cotizaciones para compensar la jornada de caída de ayer.
El parqué había empezado abriendo prácticamente en plano, pero datos aparentemente negativos se combinaron con el ascenso de los tres índices.
Primero se anunció que el índice de precios al consumidor (IPC) subió un 0,1 % en enero, impulsado principalmente por los costos más altos de calefacción, electricidad y vivienda, pero la inflación subyacente fue también del 0,1 %, y ese dato fue inferior a lo previsto. Los inversores prefirieron quedarse con que el primer dato sí se ajustó a las previsiones.
Después, el Departamento de Trabajo anunció que la cifra semanal de solicitudes de subsidio de desempleo bajó en 3.000 y se ubicó en 336.000 la semana pasada, unas cifras positivas que ocultaron el hecho de que el promedio de solicitudes en las últimas cuatro semanas, que subió en 1.750 y se ubicó en 338.500, el nivel más alto en seis meses.
Así, el Dow Jones de Industriales cerró con solo seis de sus treinta componentes apuntando pérdidas. WalMart, la mayor cadena de grandes almacenes del mundo, no pudo sumarse al optimismo autoinducido de Wall Street porque hoy anunció un descenso del 5,7 % en sus beneficios durante el año fiscal, lo que hizo al gigante minorista liderar las pérdidas con un 1,78 % de caída y ser la única con un descenso notable.
El festival verde de las ganancias lo protagonizaron la operadora telefónica Verizon (3,43 %), seguida de la química DuPont (1,70 %) y la petrolera Exxon Mobil (1,51 %). Otras cuatro empresas crecían por encima del punto porcentual.
En Nasdaq, la jornada fue también muy voluble para Facebook. Empezó acusando su estrategia empresarial de adquirir la aplicación móvil de mensajería instantánea WhatsApp por 19.000 millones de dólares, pero tras apuntar pérdidas de más del 2,5 %, acabó ganando un 2,31 %.
La automovilística Tesla protagonizó la subida más espectacular en Nasdaq, con un 8,43 % de revalorización después de que ayer anunciara que sus pérdidas se han reducido en el último trimestre hasta los 74 millones de dólares respecto a los casi 400 millones de hace un año.
Además, el fundador de la compañía, el multimillonario Elon Musk, reveló hoy haber tenido conversaciones con Apple, que en cambio caía un 1,16 %.
En otros mercados, el petróleo de Texas bajaba hasta los 102,75, después del pico alcanzado ayer, mientras el oro también registraba descensos y se cotizaba a 1.323,30 dólares la onza.
Por su parte, la rentabilidad de la deuda estadounidense subía al 2,753 % y el dólar perdía ligeramente terreno ante el euro, que se cambiaba a 1,3719 dólares.
Trading: El deseo y la lógica.
por OnTrader •Hace 16 horas
A menudo escucho a ciertas personas responder en base a sus deseos, ubicando sus deseos por encima de la realidad, lo podemos observar en el futbol, cuando a algunas personas se les cuestiona ¿Cuál es el mejor equipo del torneo?, muchos suelen responder usando sus deseos ‘Mi equipo’, el equipo puede estar en la última posición pero la respuesta sigue siendo la misma, al responder, actuar o pensar en base a nuestros deseos le damos el poder a la emoción, en las inversiones técnicas ocurre lo mismo, el deseo de todo inversionista es ganar, pero en el momento de actuar podemos caer en la trampa de hacer las cosas en base al deseo y no la razón, un inversionista se puede permitir tener el mercado 1.000, 10.000, 100.000, 1.000.000 de puntos en contra de nuestra posición, pero lo que jamás nos podemos permitir es el no haber visualizado previamente ese escenario y menos el no estar preparado para afrontarlo, probablemente quien no espera una situación incomoda en las inversiones no tendrá la solución preparada con antelación, todo ocurre por actuar con el deseo, al tener una operación perdedora el deseo de la mayoría de personas es ganar, ese deseo controla la mente de las personas y el resultado suele ser negativo, muchas veces lo mejor es cerrar la operación, al menos que entre nuestros planes este el aguantar mucho esa operación y sepamos que estamos haciendo, de esa forma vamos a tener la situación controlada; El problema no radica en el hecho de ir perdiendo, el problema está en no estar preparados y no haber tenido ese escenario previamente visualizado.
La vieja estrategia de responder en base a nuestro deseo, es una forma de esconder la realidad, de tapar y no abrir los ojos ante la verdad, es una forma de engañarnos a nosotros mismos, cuando abrimos los ojos es tarde, el ‘golpe’ propinado por el mercado es tan certero que nos damos cuenta del error cometido, lo cierto es que desde el nacimiento del error sabemos que existe, el problema es que el trader promedio no sabe cómo resolver ese error, el trader promedio es el problema por el cual el problema no se resuelve, cuando esquivamos la realidad y ubicamos el deseo como ‘comandante’ de nuestras decisiones, llegamos a invertir al azar, la tarea del mercado es ponernos problemas, la tarea del inversionista es el resolver esos problemas enviados por el mercado, hay quienes piensan que la tarea se limita a invertir el dinero, el pensar eso es dar un paso a ser trader inconscientes, cuando nos limitamos en las inversiones a invertir el dinero y no detectamos cual es la verdadera tarea de un trader, vamos a operar de forma emocional.
Todos al invertir dinero tenemos como deseo ganar, cuando tenemos problemas en las inversiones sale nuestro ‘comandante’ a tripular el barco, si nuestro ‘comandante’ es la lógica, nos dirá ‘Identifiquemos el problema y resolvamos ese problema, sin importar que tan doloroso es’, pero cuando el ‘comandante’ es el deseo, nos dirá ‘cerremos los ojos, si el problema es grande ignoremos fuertemente ese problema, esperemos que la suerte nos acompañe’, ahí es donde muchos trader dejan sus inversiones en manos del azar, en manos de los movimientos del mercado y no en manos de nuestros movimientos , cuando no cerramos una operación por querer ganar más y esa decisión es comandada por nuestro deseo, simplemente quedamos a merced de los movimientos del mercado para lograr ese propósito, al ganar o perder muchas personas ajenas a las inversiones proclaman ‘La suerte fue la responsable’, pero cuando dentro de nuestros planes esta él no cerrar la operación para ganar más, y esa decisión es comandada por un plan (lógica), vamos a tripular con la solución al problema, al usar la lógica ella nos invita a prevenir e identificar los peligros futuros, nos invita también a tener la solución de esos problemas identificados, en ese caso si al no cerrar la operación ganadora por ganar más, esa operación empieza a regresarse en contra nuestro, ya tenemos la solución a esa situación, si nuestra posición sigue avanzando a favor nuestro sabremos qué hacer.
Desde que observo las inversiones con esta mentalidad, suelo analizar las respuestas que me dan a mis preguntas, ayer me encontraba con un amigo que le gusta la política y me decía ‘Capriles gana en Venezuela las elecciones’, inmediatamente me di cuenta que su análisis era una opinión gobernada por el deseo, no era precisamente un análisis basado en la razón, recordemos que la razón en las inversiones es pensar, comprender, evaluar y actuar usando un plan, en el caso de mi amigo, solo pensó en base a su deseo y actuó, no ha hecho un estudio avanzado sobre la política venezolana, mucho menos ha hecho un sondeo, tampoco conoce Venezuela, al igual que yo, desde que observo las inversiones con esta teoría, mentalidad o como lo quieran llamar, divido una respuesta entre Emocional o Racional, la emoción se asocia al deseo, la razón la podemos asociar a la lógica.
18:02 El petróleo de Texas cerró hoy con un descenso del 0,08 % hasta situarse en los 102,75 dólares el barril, en un día en el que se anunció que las reservas de petróleo de Estados Unidos aumentaron en un millón de barriles la semana pasada, casi la mitad de lo esperado por los expertos.
Al cierre de la tercera sesión semanal en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex), los contratos de futuros de crudo para entrega en abril, que desde hoy son los de más próximo vencimiento, restaron 9 centavos de dólar respecto al cierre del miércoles.
El crudo de referencia nacional alcanzó este precio después de una jornada volátil en los mercados energéticos, consecuencia lógica de los picos en las cotizaciones de ayer -cuando el petróleo alcanzó su máximo en cuatro meses y el gas su máximo en cinco años.
Además en un día en el que el Departamento de Energía anunció que las reservas de petróleo de Estados Unidos aumentaron la semana pasada en un millón de barriles.
Teniendo en cuenta que los expertos auguraban un aumento de existencias en 1,9 millones de barriles, los precios deberían haber registrado una nueva subida, pero los operadores del petróleo optaron por una actuación más prudente.
De la misma manera, los contratos de gas natural para entrega en marzo, los de más próximo vencimiento, tras revalorizarse un 11 % ayer, hoy bajaban ocho centavos hasta los 6,06 dólares por cada mil pies cúbicos.
En cambio, los contratos de gasolina para entrega en marzo, los de más próximo vencimiento, subieron en cambio 2 centavos y cerraron en 2,84 dólares el galón.
Y los contratos de combustible para calefacción para entrega en marzo subieron 3 centavos y terminaron en 3,17 dólares el galón.
La Gran Disonancia
por The Oil Crash •Hace 16 horas
- ¿Qué tal? ¿A casa con los niños, no? Siempre te veo con tus hijos por ahí, muy bien, tú...
Nos habíamos encontrado saliendo de la estación de trenes y ambos andábamos rápido, pensando en llegar a casa y hacer las tareas del final de la tarde, probablemente.
- Siempre que no estoy trabajando estoy con mis hijos - le dije yo.
- Eso está muy bien - me contestó él - Son aún muy pequeños, ¿no? Pero en seguida crecen y antes de lo que te das cuenta ya están en la Universidad...
Yo esbocé una sonrisa entre triste y cansada y le dije:
- No sé si mis hijos irán a la Universidad.
Él debió pensar que bromeaba e insistió un poco, delante de lo cual yo le dije, un poco más firme:
- No creo que mis hijos vayan a la Universidad.
Tal actitud por mi parte es, obviamente, discrepante; disonante con el sentir social, se podría decir. Que yo, que tengo formación universitaria superior, no dé por hecho que mis hijos también tendrán formación universitaria, no deja de ser algo peor que una excentricidad: es una subversión del orden natural de las cosas y una barbaridad. Y sin embargo, mi manera de ver las cosas es perfectamente coherente con lo que veo en mi entorno: elevadas tasas de paro (26%) que se disparan cuando hablamos del paro entre los más jóvenes (más del 50% de los menores de 25 años que quieren trabajar no lo consiguen), una situación económica embarrada, un alto endeudamiento público y privado que hacen presagiar una lenta recuperación económica, una progresiva disminución de los salarios públicos y privados... y todo ello antes de tener en cuenta que la falta de recursos naturales garantiza que esta crisis no acabará nunca. No malinterpreten mis palabras: no es que yo desee que mis hijos no vayan a la Universidad; es que no sé si para cuando ellos tengan que tomar esa decisión lo considerarán conveniente, amén de que no sé si para entonces mi poder adquisitivo me permitirá costeárselo. Más aún: es que creo que será difícil que pase tal cosa. Por supuesto que si ellos quieren y yo puedo lo intentaremos, pero albergo muchas dudas sobre ese posible futuro. Dudas fundadas en los más de seis años de crisis que llevamos a las espaldas y en mi conocimiento sobre nuestro inexorable declive energético; declive que no implica necesariamente la destrucción de la clase media, pero sí que la implica nuestra falta de reacción ante el mismo.
Así pues, mi falta de fe en un futuro brillante (falta de fe en realidad que motiva la escritura de este blog, en la esperanza de que al final me equivoque sobre mis pobres perspectivas respecto a la raza humana y podamos revertir la situación) es una postura perfectamente lógica y racional. Peor aún: es la postura más lógica y racional que se puede tomar, a la vista de los datos y la pobre ejecución de políticas para combatir la crisis que hemos visto hasta ahora. Por tanto, ese optimismo implícito que la mayoría proyecta sobre el futuro (aceptando que hay una crisis, pero a pesar de ello haciendo planes de futuro continuistas, con hijos yendo a la Universidad o comprándose un pisito) es en realidad disonancia cognitiva social, colectiva, aunque tal disonancia es curiosamente el comportamiento socialmente aceptable, y el mío el inadaptado.
Esta Disonancia Cognitiva Colectiva no es, por supuesto, algo nuevo, sino que está en el fundamento mismo de nuestro sistema económico, comenzando por la intrínseca psicopatía de la teoría económica convencional en sus diversas variedades. Que nuestro sistema necesite de un crecimiento indefinido de su consumo de recursos que no sólo son escasos sino además agotables, llegando al despilfarro de los mismo como verdadera esencia del valor económico en nuestros días, y que la destrucción del ecosistema, de nuestro hábitat y la degradación del medio ambiente en general sea lo socialmente respetable, muestra no sólo su carácter lunático y suicida, sino lo profundamente desequilibrado e injusto que es (pues muchas veces se externalizaban a otros países los desequilibrios de esta mala praxis, hasta que se ha llegado a la época en la que no queda más remedio que internalizarlos aquí). Y a pesar de la evidencia contundente de los hechos, denunciar las barbaridades que se cometen en nombre de nuestro sistema económico es considerado socialmente como infantil o incluso inadaptado.
Es tan profunda la psicopatía que nos inculca nuestro sistema que la gente ya ha llegado a aceptar sin pestañear la mayor de las aberraciones posibles, que es la de arrebatarle el futuro a los hijos. La prédica general es que tenemos que preocuparnos sólo por el presente, aún cuando eso implique competir con los hijos o incluso destruir su futuro. En algunos ocasiones me encuentro que, cuando uno habla de la gravedad del Cambio Climático o de la crisis de los recursos (y particularmente del peak oil) a veces alguien dice, para tranquilizarse delante de noticias tan inquietantes: "Afortunadamente de eso tendrán que preocuparse nuestros hijos o nuestros nietos"; a mi siempre me recorre un escalofrío la espalda al oír tales cosas, pues para mi mi vida son mis hijos (a veces cuando alguien me pregunta por qué me complico la vida haciendo esto digo que tengo dos buenos motivos para ello). Es, de nuevo, otro aspecto de la Gran Disonancia en la que vive abotargada nuestra sociedad, y quizá el peor: la despreocupación por la descendencia. En la cultura que precedió a este erial moral, limitada e ignorante como era, y en la mayoría de las ocasiones atávicamente injusta, se tenía como valor social la preservación de al menos una parte de la descendencia (aunque no más fuera por el propio interés). Con el progreso material y social los hijos pasaron a ser de una inversión de futuro a una verdadera causa de alegría y de continuidad de la propia existencia más allá de la inexorable muerte de cada uno. Pero algo se torció en ese camino de progreso y ahora hemos llegado a la demencia actual, en la que por no privarnos de un pequeño placer adicional somos capaces de inmolar a nuestros propios hijos. Antes los padres daban un empujoncito a los hijos; se ve que ahora también, pero hacia atrás.
El grado de conformismo con las múltiples contradicciones de nuestro sistema económico es tan elevado que, a pesar de lo infructuoso de intentar mantener un sistema exponencialmente creciente en su consumo material y de energía en particular, se pone el énfasis en encontrar más materia y más energía para alimentar a la bestia, siendo el crecimiento por el crecimiento el fin último, en vez de darnos cuenta de que lo que hace falta es replantear el problema.
Y así cuando hablamos de crisis energética lo habitual es que los interlocutores informados se centren meramente en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, lo cual no es más que otra forma de la Gran Disonancia: incluso si consiguiéramos duplicar nuestra disponibilidad de energía, si mantuviéramos un ritmo de crecimiento del consumo energético adecuado (como la media histórica, el 2,9% anual) nos encontraríamos que tras meramente un par de décadas volvería a faltarnos energía: prácticamente un suspiro en términos históricos a pesar de la hazaña que supondría duplicar la energía consumida respecto a los niveles actuales. Y como explicaba Tom Murphy, para poder seguir creciendo a ese ritmo adecuado en menos de 400 años tendríamos que absorber toda la radiación del Sol que llega a la Tierra, en 1.300 años tendríamos que absorber toda la energía emitida por el Sol y en 2.500 años (algo menos del tiempo que ha pasado desde la fundación de Roma) tendríamos que absorber toda la radiación de todas las estrellas de toda nuestra galaxia. En realidad hay límites infranqueables anteriores: en "sólo" 450 años el calor disipado por nuestras máquinas haría hervir los océanos. Está claro por tanto que nuestra loca carrera en pos de la energía ilimitada está condenada a acabar en unas pocas generaciones, fajada por límites que ni el más iluso puede pensar que son franqueables, y sin embargo incluso personas muy inteligentes se dejan llevar por la Gran Disonancia Colectiva y son fácil presa de la nouvelle du jour, de una nueva promesa de energía ilimitada bien publicitada por los medios de comunicación, exageraciones que nunca se acaban de materializar en la práctica (la última de las cuales podría ser la noticia de un gran logro en la National Ignition Facility, según la cual se habría conseguido por primera vez que una reacción de fusión nuclear por confinamiento inercial produjese más energía que la consumida - nada más lejos de la realidad, como ya se explicó cuando el experimento salió a la luz el pasado Octubre: en realidad la energía producida es un 1% de la energía consumida por los láseres, cosa que pocos medios han reportado correctamente).
La Astucia de la Idea de Hegel se ha convertido para nuestra desgracia en la Necedad de la Idea; el inconsciente colectivo es más inconsciente que nunca. La Gran Disonancia lleva a cerrar los ojos, a veces apretándolos como hacen los niños, delante de realidades incómodas y de decisiones inaplazables. Es muy difícil combatir esta Gran Disonancia, que lo impregna todo, que nos impregna a todos, en la que se nos ha adoctrinado a todos. Estos días me he sorprendido viendo como un par de autores de la blogsfera, cuyo trabajo y esfuerzo divulgativo en los ámbitos de la Ciencia y de la Economía, respectivamente, aprecio y admiro, me critican a mi personalmente por la divulgación que hago, en ocasiones con descalificaciones un tanto gruesas pero no por ello menos genéricas. No hay tal cosa como la crisis energética, vienen a decir; exagero, me dejo llevar por teorías de la conspiración, no tengo ni idea de Física o de Geología; mis datos son de fuentes dudosas (pero yo no sé qué fuentes mejores que las mías pueden manejar ellos); que en realidad el fracking está cambiando el mundo, que EE.UU. produce más petróleo que nunca (depende de a qué llames petróleo, claro está) o bien que los reactores reproductores van a proporcionarnos energía nuclear infinita (qué más da que en 60 años de experimentación sólo se hayan construido una decena de prototipos con infinidad de problemas; esta tecnología la tenemos a la vuelta de la esquina, como la de la fusión, como el coche eléctrico...). Una y otra vez la misma ceguera, la misma falta de perspectiva, el conocimiento somero de lo que pasa que no resiste el más mínimo análisis crítico que sé de sobras que estas personas podrían hacer si le dedicaran tan sólo una tarde. Pero no sólo no se ve: hay un deseo inconsciente de no ver, un terror implícito a lo que se podría ver, a que se tambalearan los cimientos de nuestras cómodas convicciones. Es mejor pensar que la escasez de energía no tiene nada que ver con la presente crisis económica, a pesar de que según EuroStat en la Europa de los 28 el consumo de energía primaria haya caído más de un 8% entre 2006 y 2012:
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Es mejor no mirar demasiado dentro de los detalles y confiar en que todo se va a solucionar. Del mismo modo, es mejor pensar que con el tema del Cambio Climático se está exagerando su importancia, y creer que las graves alteraciones climáticas que estamos viviendo este invierno (sobre todo en el Atlántico Norte, en los EE.UU. y en Japón) no tienen nada que ver con la inestabilización de la Corriente de Chorro Polar fruto del debilitamiento de la misma a consecuencia del calentamiento del Ártico (cuestión que por cierto expliqué en el post Un año sin verano y que me granjeó no pocas críticas de quienes me acusaron de decir que en 2013 no habría verano - y que obviamente sólo leyeron el título).
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Viñera de Ramón en elpais.com. 17 de Febrero de 2014
Volviendo a la conversación con la que abría el post, hace tiempo que he encontrado una manera adecuada de compensar lo abrupto y socialmente inaceptable de mis respuestas.
- Lo único que me importa es que mis hijos sean felices.
- Sí - me dijo tras unos segundos - para ser felices no hace falta que vayan a la Universidad - y tras una breve pausa - y en realidad eso es lo que importa.
Y es que en este momento de crisis e incertidumbre como el actual, en el que en el fondo más de uno percibe en su fuero interno que la melodía social es quizá una horrible cacofonía, una posición tan disonante como la mía puede hacerse aceptar simplemente apelando a los valores sencillos, primarios, básicos. La felicidad, el bienestar no material. Una melodía sencilla para escapar de tanto ruido.
Quizá lo que necesitamos no es complicar los discursos, sino simplificarlos.
Antonio Turiel,
Febrero de 2014.